DE L’HOSTAL DE LA CORDA A NIÇA. EL FINAL DE LA TERCERA GUERRA CARLINA XIV

El Globo 20/11/1875
SAN SEBASTIAN 18 (vía Francia.)—La carta de D. Carlos ha producido viva impresión en el campo Carlista, creyéndose allí que ante la desorganización creciente de las huestes del Pretendiente, es inevitable una solución que conduzca á la paz, pues todo el mundo considera imposible continuar la guerra.
Es inexacto que Savalls trate de volver á Cataluña.
Continúa preso en Iturmendi (Navarra).

Pasqual Cucala (Wikimedia Commons)

Autor fotografia Columbusalbus

La Iberia 23/11/1875
Dígalo la sima de Irozquiza, por donde, sin más proceso que la ira ni más motivo que la suspicacia da un imbécil desalmado han sido precipitadas más víctimas que sucumbieron en todo el funesto período de la intransigencia cantonal. Dígalo esa espantosa serie de crímenes, escándalo de Europa, afrenta del siglo en que vivimos, baldón eterno para el partido que los produjo. Díganlo los saqueos, los robos, las violaciones, los asesinatos perpetrados en Cuenca, en Cirauqui, en Vích, en Granollers, en Olot, en Berga, en Estella, en todo punto donde estamparon su sangrienta huella. Díganlo el clamoreo de las turbas y los gritos de vergüenza de las mujeres emplumadas; el fulgor rojizo de cien estaciones incendiadas; el asesinato de los heridos ea Monte-Juro y en Lácar; los homicidios horribles de los infelices empleados da ferrocarriles; los inocentes muertos a palos por orden de Cucala; las crueldades da hiena de Santacruz, de Savalls, de doña Blanca y de Rosa Samaniego. Dígalo el bombardeo de buques extranjeros. Dígalo la sangre, caliente aun, de los carabineros de Olot y de los pretendidos rehenes de Estella.
¡Qué a los carlistas debemos el ejército! Singular ocurrencia: mañaba, por este sistema, habrá que declarar beneméritos de la patria á los rateros, porque sin ellos no tendríamos el cuerpo de Orden público; y disculpar á los secuestradores y bandidos de Andalucía, porgue á ellos también debemos el tener a la guardia civil.
Lo que debemos al carlismo, lo que tenemos que agradecer á ese baluarte de las clases conservadoras, es cuatro años de guerra, 40.000 bajas, 3.000 millones por lo menos pagados por el Erario, la interrupción del comercio en una tercera parte de la península, la casi incomunicación con Europa, la prolongación de la guerra en Cuba, los impuestos que ahogan la producción y el escandalo de ver ministros del altar convertidos en bandoleros, y los templos del Dios de paz trasformados en centros de conspiración y foco de guerra. Esas grandes fuerzas monárquicas se insurreccionaron contra una monarquía, y hace once meses vienen luchando a la desesperada contra otra monarquía, como sus antepasados que sostuvieron su guerra, no contra la revolución, sino contra un trono y una corona. Esos elementos, sinceramente religiosos, han mirado con desdén las simpatías del Vaticano hacia la corte de Madrid, y han contestado á la venida del nuncio convirtiendo en lanzas hasta los palos del palio de las iglesias. Su fe monárquica se reduce al fanatismo por el predominio y la imposición de un nombre y de un hombre, y su fe religiosa noes mas que la intolerancia salvaje y el imperio ignominioso de su ignorante clerigalla.
El día que la guerra se acabe, las grandes masas del carlismo, si esa tendencia de La Epoca prevalece, no irán á fundirse en los partidos conservadores, sino a reforzar todos los elemento de perturbación demagógica: no votarán nunca candidatos del gobierno, sino que apoyarán con el pesimismo de los partidos extremos á los jefes de la oposición más tumultuosa e intransigente. Suponed que don Carlo, y toda su familia cediera en sus pretensiones y acatara las instituciones del país, ya buscaría el neo-catolicismo nueva forma a su intransigencia y á sus sueños de dominación.

La Correspondencia de España 24/11/1875
Dícese que Savalls continúa preso en Iturmendi (Navarra.)
—La Imprenta da cuenta de la prisión del cabecilla Savalls, diciendo que, encontrándose en Pau conferenciando con doña Margarita, el cochero que le esperaba á la puerta fue despedido, y al bajar Savalls montó en otro preparado antes, sin darse cuenta el cabecilla de este ardid. Ya dentro, arrancaron los caballos á galope; sospechó el preso; quiso, ya fuera de Pau, volver ala ciudad, pero algunos hombres apostados le obligaron, apuntándole con armas de fuego, á dejarse ir por donde el coche lo condujera. Asi entraron en España y fué presentado á D. Carlos.
La Iberia 25/11/1875
A persona que se considera bien enterada ha oído La Imprenta de Barcelona la siguiente versión sobre la detención del cabecilla Savalls, que no carece de originalidad y demuestra alguna astucia en los que la llevaron á cabo. E1 cabecilla que se pavonea dándose el titulo de marqués de Alpens, al salir de Cataluña se fue á Perpiñan, en uno de cuyos colegios tiene colocadas á sus hijas, y ya al llegar á dicha ciudad, sin saberlo él, quedó bajo la vigilancia de una especie de policía que don Carlos había enviado ó que ya tenia allí organizada para los fines que pudieran convenirle. Desde Perpiñan se dirigió Savalls en coche particular á Pau, y al llegar á esta población y antes de instalarse en fonda alguna, se dirigió á la residencia de doña Margarita y se hizo anunciar, pidiendo una entrevista á la esposa del pretendiente. No tardó élla en concedérsela, y á los pocos momentos la entrevista había dado comienzo.
A poco, aparece a la puerta de la casa un criado y ordena al cochero de Savalls que se retire, porque éste debía permanecer largo rato con su «reina y señora.» El cochero no se hizo de rogar y se retiró en seguida. Mas he aquí que, sin tardar mucho, salió Savalls y preguntó por su coche, y al decirle que se había retirado, quedó asombrado porque él sabia que no había dispuesto tal cosa. Quejábase de esta que á él le pareció torpeza del cochero, cuando uno de la casa se le acercó y le ofreció otro coche. Aceptólo Savalls, subió á él y dijo á su nuevo cochero que tomara el camino de la fonda en que pensaba hospedarse. El cochero hizo como que quedaba enterado, y en lugar de obedecer salió de Pau á todo escape. Al verse fuera Savalls gritó y quiso volver grupas; pero naos hombres que se hallaban apostados en el camino le hicieron ver lo inútil de sus lamentaciones y amenazas, apuntándole varias pistolas. Continuó el coche su camino, y pocas horas después se hallaban todos en España y Savalls entregado á las gentes de don Carlos.
El Pabellón Nacional 05/12/1875
Savalls continúa preso y ha sido incomunicado.
Hemeroteca BNE

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