Guerra hispano-estatunidenca. Crònica de la guerra XI

Verificado el desembarco del cuerpo expedicionario del general Shafter y replegadas nuestras tropas en las posiciones más próximas á Santiago de Cuba, era de suponer que los yankis, una vez vencidas las dificultades que á su marcha opusiera la naturaleza del terreno, atacarían aquella plaza con las numerosas fuerzas de que disponian. En efecto el ataque se inició el día 1º de este mes. Los telegramas oficiales hasta ahora recibidos son tan lacónicos que si sólo á ellos hubiéramos de atenernos seríanos imposible hacer una descripción detallada de los combates que allí se trabaron; pero las noticias remitidas por las principales agencias y por los corresponsales de los más importantes periódicos europeos nos permiten formarnos exacta y completa idea de lo sucedido.

A las siete de la mañana del citado día el general Shafter dio orden de comenzar la acción; inmediatamente los yankis ayudados por los insurrectos avanzaron impetuosamente en tres direcciones: mientras Lawton, el jefe de la vanguardia, y Wheeler, el jefe de la caballería, atacaron el poblado de Caney y el general Kent marchó sobre Aguadores, Calixto Carcía aproximóse por el lado Sudeste al referido poblado y otras divisiones se lanzaron por el Este sobre Santiago.

Las escuadras, en tanto, apoyaron respectivamente á sus ejércitos de tierra, tratando los buques de Sampson de destruir las baterías de Aguadores y haciendo los del almirante Cervera mortífero fuego sobre las líneas enemigas. Las escasas fuerzas españolas de Caney, que no pasaban de 500 hombres, al mando de del general Vara del Rey, resistieron heroicamente toda la mañana el ataque de los norteamericanos, que eran diez veces superiores en número y lograron rechazar al enemigo: pero reanudado el combate por la tarde, los yankis, considerablemente reforzados, fueron ganando terreno que palmo á palmo defendían los nuestros, quienes hubieron de replegarse en la población.

Al mismo tiempo que Caney, atacaban los yankis por tierra y por mar Aguadores, en donde el general Linares dirigía personalmente las fuerzas española, consistentes en 2.500 hombres á las órdenes del general Rubín, que hicieron una defensa por todo extremo heroica.

Por fin, ante la enorme superioridad numérica, muerto el general Vara del Rey y herido gravemente el general Linares, nuestros soldados hubieron de retirarse á Santiago de Cuba, verificando la retirada tan ordenadamente que además de salvar toda la artillería lograron recoger muchos heridos yankis.

La noche puso termino á la acción sin que el enemigo pudiera ocupar las posiciones de Caney y Aguadores y habiendo conseguido únicamente posesionarse de la loma de San Juan, distante pocos kilómetros de Santiago.

Al día siguiente reanudóse el combate en toda la línea, y los yankis, dueños de todas las posiciones con tanto empeño codiciadas, pudieron atacar de cerca la ciudad de Santiago por tierra, mientras la escuadra de Sampson cañoneaba sin cesar los fuertes avanzados de la bahía. Mas á pesar de la situación ventajosa de su ejército, el general Shafter vióse obligado á suspender las operaciones y á replegarse en las colinas inmediatas al mar en espera de los refuerzos que envió á pedir urgentemente á su gobierno y que este le ofreció enviarle enseguida.

La Ilustración artística, Barcelona 11 de julio de 1898

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