Guerra hispano-estadounidense. Batalla de Guantánamo IV

Cuba

Parece muy difícil dudar de que los americanos hayan desembarcado en algún punto de la bahia de Guantánamo, si bien el desembarco no haya sido con fuerzas importantes. Igualmente se nos da como de procedencia oficial, desde New York, la noticia de haber zarpado de Cayo Hueso la expedición de 15.000 hombres al mando del general Schafter, con destino á Santiago de Cuba ó sus inmediaciones, mejor dicho.

Nos extraña que así se anuncie la operación, salvo que el anuncio sea muy posterior al acto; pero en este caso ya desde Cuba se hubiese telegramado la llegada y tentativa de desembarco de la expedición.

Aun no aseguramos que tal expedición haya, pero se conoce que los jingoes la piden con insistencia, sin saber lo que piden, pues 15.000 hombres, y más en esta época, todo lo que pueden hacer es mantenerse en el punto de desembarco, ó muy cerca de él. Sufriendo las consecuencias de la estación insalubre, y necesariamente peor atendidos que en sus campamentos del continente. Esto en el caso de que el desembarco no sea rechazado, por efectuarlo en paraje libre de la vigilancia de nuestras tropas.

Lo de Guantánamo ( De nuestro corresponsal particular)

Londres 14, 9’40 m.

Varios periódicos publican despachos de sus corresponsales en los Estados Unidos diciendo que el resultado del último ataque de los españoles á los norteamericanos allí desembarcados ha sido hacer cambiar de sitio á éstos.

Según esa misma versión, los yankees, rechazados de sus primeras posiciones han ido á establecerse en la misma costa, en las obras de defensa anteriormente construidas por los españoles donde se encuentran protegidos y cubiertos por la artillería de los buques de guerra.

El Standard dice que el combate de la Caimanera ha sido el primer encuentro en que las tropas americanas se han batido juntas con las de los insurrectos.

Añade que por los detalles conocidos, el resultado de estos esfuerzos combinados no ha sido brillante.

Las tropas yankees, agotadas sus fuerzas por los rudos ó incesantes ataques de los españoles, y sin recibir los refuerzos que pidieron, se ven amenazadas de quedar completamente destruidas.

Como estas versiones vienen de los Estados Unidos, donde tan dados son á vanagloriarse suponiendo victorias donde no las hay, esas confesiones de retiradas y situaciones criticas deben interpretarse como la completa destrucción del destacamento desembarcado y la necesidad de refugiarse en sus barcos los pocos que quedasen.

The Daily Chronicle, cuyas aficiones yankees son conocidas, publica un despacho de su corresponsal en Washington, en el que se hace eco de una infme calumnia de Sampson.

Dice el famoso comodoro en su parte oficial sobre el combate del sábado en Guantánamo, que cuatro norteamericanos muertos en el encuentro fueron mutilados por las tropas españolas, Transmito la noticia para que se vea á qué ruindades acuden los yankees para desvirtuar á los ojos de sus compatriotas el mal efecto de sus fracasos militares.

Reyer

Londres 15, 12’15 t.

Un telegrama de Washington dice que el secretario de la Guerra, mister Alger, apoyándose en las calumnias del parte oficial de Sampson sobre el combate de Guantánamo, ha declarado que á causa de la mutilación de cadáveres americanos de que habla el comodoro que bloquea Santiago, los norteamericanos seguirán de ahora en adelante, en la campaña de Cuba, los mismos procedimientos que emplearon contra los salvajes pieles rojas de América.

El secretario de la Guerra ha añadido que tiene la intención de hacer que su colega el de Negocios Extranjeros pase una nota á las potencias de Europa indicando que España viola las leyes de la guerra mutilando los cadáveres enemigos.

Como se ve, los yankees, ya que se ven impotentes para afirmar su pie en un palmo de territorio español, apelan á todas las infamias y calumnias para buscar pretexto de presentar á los españoles como gentes sin civilización, sin duda para justificar su inaudito procedimiento en Filipinas, contra todo derecho de gentes, y facilitándoles armas, municiones y dinero lanzan las hordas salvajes de los indios sobre la población de Manila.

La correspondencia de España 16/06/1898

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