Memorias de Maria de las Nieves sobre el sitio y caida de Ripoll el 1873

Maria de las Nieves de Braganza y Borbón, mujer de don Alfonso de Borbón hermano del pretendiente Carles VII, escribe sus  memorias: Mis memorias, sobre nuestra campaña en Cataluña en 1872 y 1873 y en el Centro en 1874. ( editada per Epasa-Calpe el 1934)

“Cuando nosotros llegamos el 22 de marzo de 1873; a las dos de la tarde, seguidos de Savalls, ante Ripoll, nos encontramos con que las fuerzas que tenían la misión de comenzar el asalto,y a este fin fueron enviadas por delante, no habían aún cruzado con la guarnición sino unos pocos tiros, sin consecuencias, pues la entrada se presentaba ardua y, en vista de esto, esperaban la llegada de las demás tropas que venían con nosotros.
En este momento, don José Pascual, jefe de la compañía de Guías del Infante, que nos acompañaba, poniéndose a la cabeza de su pequeña fuerza y de unos pocos zuavos de la naciente compañía, más tarde convertida en batallón, gritó: “¡Adentro!” Y al paso de carrera, cargando a la bayoneta, seguido de los suyos, atravesó el puente, y fue tal el ímpetu del ataque, que el enemigo les dejó libre el paso. Una vez dentro de la fortaleza esta fuerza nuestra, las demás la siguieron con gran arrojo. Se les presentaba entonces penosa tarea, porque el interior de Ripoll estaba bien fortificado y había que vencer, uno tras otro, numerosos obstáculos.
Nosotros, acompañados de Savalls, del Cuartel General y de la Escolta de propietarios, ocupamos un altito frontero a la ciudad, frente al cuartel de Carabineros, que se hallaba igualmente en un sitio algo elevado. Quedamos primeramente a caballo; luego, echamos pie a tierra. Desde nuestro punto de observación veíamos mucho de cuanto pasaba. Los carabineros nos dirigieron unas balas, aunque con mucha benignidad, y mientras tanto sufrían 1os nuestros en la ciudad un violento fuego.
En el lugar en que nos hallábamos había una gran pila de paja prensada, y algunos de los que por primera vez oían silbar las balas, encontrando en ellas poca gracia, se acogían al amparo de la tal pila; pero el cuerpo de ésta tenía entrañas débiles, por lo que se vio, y con gran susto notaron los que se habían abrigado, tras su amparo que aquellos malos bichos atravesaban la paja y se presentaban a saludarles.
Verdes del susto, abandonaron su refugio los que en la pila lo habían buscado; pero, dominando su miedo, quedaron, sin embargo, bastante cerca de nosotros, dando pruebas de verdadero valor. A mi parecer, es mucho más valiente el que siente el miedo y lo vence que el que no se asusta.
Poco antes del ataque a Ripoll nos llegó un cañoncito; fabricado creo que en Olot. Todos le habíamos saludado con entusiasmo y fue bautizado con el nombre de la chocolatera. Constituía por entonces la única artillería que poseíamos y, ufanos de tenerla, marchamos con ella al asalto de Ripoll. Era su Comandante el valeroso Coronel Segarra. Empezó la chocolatera a cumplir con su deber cuando, tras los primeros tiros, perdió el equilibrio o se le dislocó algo de su cuerpo; la cosa fue ,que bajó rodando en rápidas vueltas del altito en que había sido colocada. La recuperaron y recompusieron un tantito .
Poco después nos trajeron herido al bonísimo Coronel Segarra, accidente que sentimos mucho; se le condujo a una casa en la que se colocaron también otros heridos. Yo le hice la primera cura con un vendaje que llevaba conmigo para casos de urgencia. Tenia la herida en la pierna, y al descubrirla, saltó, como un chorro, la sangre, regándome gran parte del vestido. Entre otros herido había un zuavo valenciano, alicantino, llamado Plasencia, que tenía las dos piernas atravesadas; era un hombre excelente y de inmenso valor; parecía un moro, pero de los más negros. Me ocupé de los diferentes heridos que trajeron a la casa que acabo de indicar y a los que uno de los médicos militares hizo la primera cura.
En Ripoll seguía por buen camino el ataque. Hacia la noche fuimos a una casa que pertenecía a la población y lindando con ésta, en la que comimos y descansamos unas dos o tres horas. De madrugada atravesamos, a pie, con un guía, las calles de Ripoll mientras continuaba el ataque, muy satisfactoriamente para nosotros, el cual iba venciendo obstáculos tras obstáculos. Nosotros íbamos protegidos por la obscuridad, que hizo inadvertido nuestro paso por donde no hubiéramos podido darlo de día. Una vez fuera de la ciudad (digo ciudad, aunque me parece que es sólo villa; pero para mayor seguridad es mejor dar un titulo superior que inferior) y a su otra extremidad nos esperaban nuestros caballos, que habían dado la vuelta por las afueras, ya que naturalmente no pudieron hacerlo por el interior de la población, que no era nuestra todavía. Montamos en ellos y nos dirigimos hacia Campdevànol, un lugar muy próximo a Ripoll.
Dentro de este pueblo, durante la mañana, en un momento dado, faltó el petróleo y fueron a pedírselo a Savalls, pero éste estaba durmiendo; recurrieron entonces a Alfonso, quien tomó las medidas para procurárselo, consiguiendo enviarlo adonde se necesitaba. Durante la noche se habían hecho grandes progresos. Por la mañana la guarnición de Ripoll se defendía aún tenazmente tras de sus últimas obras de defensa, y como mi marido supo que una columna enemiga se encontraba en los alrededores de la plaza, a consecuencia de esta noticia ordenó a Savalls que mandara inmediatamente en la dirección adecuada, que le señaló, a Auguet, el segundo jefe de la provincia de Gerona, que se hallaba con su fuerza a poco más o menos dos horas cortas de Ripoll. Savalls contestó que era inútil, y ante las razones aducidas por aquel General, a quien había que suponerle enterado, pues disponía de sus confidentes y conocía al dedillo la topografía, del país y sus caminos, se conformó mi marido; mas poco después empezó a recibir informaciones más apremiantes, por lo que ordenó terminantemente a Savalls que cumpliera en el acto las instrucciones dadas y que enviara también un exprés al Coronel Bosch para que se reuniera con su pequeña fuerza a Auguet, a fin de impedir entre ambos que llegara el enemigo en socorro de Ripoll,. Evitándose así una sorpresa.
Entre los diferentes episodios del asalto a Ripoll recuerdo el acto traidor de unos cipayos que se defendían en la torre de una iglesia. Sacaron, por fin, la bandera blanca, señal de querer entregarse,
pero cuando se acercaron los carlistas les hicieron una gran descarga, matando a un par de los nuestros. Poco más tarde se puso fuego a la entrada de la torre y aquellos cipayos, sintiéndose asfixiar, bajaron, fueron hechos prisioneros, y más tarde, previo Consejo de Guerra, fusilados los culpables, en, número de cinco o seis.
Al mediodía del 23 de marzo de 1873 quedó Ripoll en nuestro poder y prisionera su guarnición.
Al recibir tan fausta noticia montamos inmediatamente a caballo para entrar en la población. En el camino encontramos a nuestros héroes que salían de Ripoll, dirigiéndose a Campdevànol; conduciendo los prisioneros y pertrechos de guerra conquistados. Nos saludamos, recíprocamente, con júbilo. En Campdevànol se dio un descanso a nuestras tropas y tiempo suficiente para que se prepararan la comida.
Nosotros estábamos en nuestro alojamiento ocupados en escribir, y don Vicente Ruiz, sentado junto a la ventana, hacia lo mismo, cuando de repente nos dice:
-¡ Aquí vienen’ ,
-¿Quién? ¿Quién? -preguntamos.
-La columna -fue la respuesta.
Corrimos a averiguar y, efectivamente, la vimos llegar precedida de su caballería. Nuestras ventanas daban sobre una gran pradera que se extendía entre Ripoll y Campdevànol y en ella se encontraba ya. Bajo un vivísimo fuego, y a distancia de unos doscientos metros del enemigo, que por fortuna se hallaba separado de nosotros por un canal, montamos a caballo, y las fuerzas que entonces se encontraban desparramadas en Campdevànol y sus alrededores se lanzaron, sin formación, a combatirla, guiadas de su propia inspiración, antes de que tuvieran tiempo de recibir órdenes y ebrios como se hallaban por su victoria sobre el adversario, rechazando al enemigo hasta Ripoll. La columna era bastante numerosa y la mandaba el entonces Brigadier Martinez Campos.
Pudo producirse esta sorpresa debido a que Savalls no cumplió la orden de Alfonso, quien le había prevenido, como ya lo mencioné, que enviara inmediatamente alguna tropa, y le indicó cuál, al sitio que le decía, a fin de detener a las fuerzas contrarias que seguramente acudirían en socorro de Ripoll, con lo que, al mismo tiempo, se evitaba la posibilidad de ser sorprendidos. Dados los términos rotundos en que mi marido había dado la orden, no puso en duda que hubiera sido cumplida como lo deseaba y mandaba; pero Savalls no sólo desobedeció, sino que omitió todo género de precaución. Esta falta era suficiente para trocar nuestro triunfo en descalabro, ya que la columna llegó a acercársenos hasta casi entablar contacto con nosotros, sin que nadie se apercibiera de su llegada. Por gracia de Dios no consiguió el enemigo ni rescatar los prisioneros ni recuperar el botín.
En la toma de Ripoll todos los nuestros rivalizaron en heroísmo, que reprodujeron en la acción que siguió a aquélla. Entre los héroes nuestros en el asalto de Ripoll hay que mencionar a don Martín Miret, que mandaba un batallón de Barcelona, y a nuestro primo don Francisco de Borbón. Después del combate nos dirigimos, todos juntos, a unos pueblos de la montaña, no lejanos del que acabábamos de tomar.
Inmensa era nuestra alegría por la victoria alcanzada con la conquista de Ripoll, pero pronto nuestro gozo se trocó en honda tristeza. Como ya lo he dicho, Alfonso había ordenado al Coronel don Jerónimo Galcerán que ocupara determinadas posiciones que le indicó, a fin de detener desde ellas a alguna columna que pudiera venir en socorro de la plaza atacada. Galcerán se situó por la parte de la Gleva. En efecto; el enemigo intentó el movimiento que había sido previsto por mi marido, y el heroico Coronel Galcerán cumplió entonces lo que Alfonso le había encargado, y, luchando con su acostumbrado arrojo, rechazó a la columna, pagando la victoria con su muerte. A su lado se batió, como un león, su hijo, de cortísima edad, casi un niño, que también resultó herido, aunque no de gravedad. Galcerán lo fue en la ingle y murió al día siguiente, a primera hora de la mañana, entregando su alma al Señor con la serenidad y la ardiente piedad que siempre resplandecieron en él.
Fue su muerte para nosotros una inmensa pérdida, pues era un excelente jefe que reunía muy altas cualidades: bizarrísimo, entendido militar, sumiso, humilde, para quien toda ambición era desconocida; servir a Dios y a la Causa era el objeto de su existencia.
La noche después de la toma de Ripoll la pasamos, con una parte de las fuerzas, en uno de los pueblos en que fueron distribuidas, y al día siguiente regresamos a aquella población. En ésta nos contaron el desconsuelo del General Martinez Campos, quien consideraba su derrota, inmediata a su llegada de Cuba, como fatal agüero de lo que le esperaba en Europa, y decía que ojalá se hubiera quedado en aquella isla. Si hubiera previsto el porvenir, en vez de entristecerle, le hubiera alegrado en grande su venida a la Madre Patria, que mucho le tenía reservado. Nosotros estuvimos muy bien alojados en Ripoll, en casa del amable matrimonio Bodellá; la casa tenia un confort moderno que no esperábamos. La señora era conocida por el sobrenombre de la Rubia de Ripoll; era muy bonita y tenia una espléndida cabellera y un precioso cutis. Me dijeron que su edad era de veintiocho años, y yo extrañaba mucho que a esta edad se pudiera aún ser tan bonita. No creía yo que a los veintiocho años, aunque casada, se le pudiera llamar joven. Los dueños de la casa, aunque no carlistas, eran muy buena gente.”

Las defensas de Ripoll el 1873

Transcripción de un documento manuscrito sin autoría, existente en l’Arxiu Comarcal del Ripollès,  que corresponde a la entrada de los carlistas en Ripoll el 1873.

Para hacerse cargo de como pasó la entrada de las fuerzas carlistas en Ripoll es preciso hacerse antes una cargo de como estaban distribuidas las fuerzas que guarnecían la población.
Estas tenían su cuartel en la plaza del Corral, que consistía en dos casas que forman una manzana aislada habiendo como obras de defensa dos tambores en opuestas esquinas y aspilleradas las ventanas y balcones. El total de la fuerza eran de ciento diez a ciento doce hombres que no estuvieron reunidos sino que ocupaban cinco puntos á mas del cuartel: eran estos puntos, la torre de la iglesia de S.Eudaldo; la de S. Pedro; casa D. José Sadurní; casa Rotllant de D. José Alibes y casa D. Mariano Rocafiguera; no había entre estas comunicaciones directas siendo los mas aislados los individuos de la torre de S.Eudaldo.
En estas condiciones se presentaron al mediodía del 22 de Marzo 1873 los carlistas frente a la población, en un numero de unos 400 hombres figurando entre ellos los príncipes, el infante D.Enrique, el cabecilla Savalls, Vila del Prat; una compañía de extranjeros que llevaban la vanguardia: unos pocos zuavos dirigidos por el holandés, unos artilleros mandados por el coronel Segarra y un cañón de pésimas condiciones.
No se les disputo la entrada, sino que las fuerzas se encerraron en el cuartel y guardias indicadas pudiendo los carlistas, sin grandes molestias, apoderarse de los puntos de la población que mejor les convenía y fueron principalmente los alrededores de la iglesia de S. Eudaldo, que es el punto á que dirigieron sus miras principales.
La iglesia de S. Eudaldo situada en el centro de la población, está rodeada de casas que la dominan por completo: tenía como obras de fortificación un tambor ó cuerpo avanzado sito encima de la puerta principal de la iglesia que está en el extremo norte de la misma, en la esquina derecha de la puerta hay la torre, en la parte sud hay la sacristía y en ella una ventana engrillerada y da frente a la plaza mayor o de la Constitución: la puerta de la iglesia era de madera, no cubierta con plancha de hierro, el atrio limitado por un cancel de madera y arrimadas a él las sillas de la iglesia.
Empezó en seguida un fuego nutrido entre los carlistas parapetados en las casas sitas alrededor de la iglesia y los carabineros: á balazos se destruyó el tambor construido encima la puerta y los carabineros y soldados que en el había tuvieron que abandonarlo y refugiada en el campanario de la iglesia desde allí continuaron defendiéndose pero no podían asomarse a las ventanas de la torre ni defender la puerta de entrada de la iglesia.
Dentro la misma torre se veían molestados porque los carlistas dirigían las balas a las campanas y por reflexión caían dentro la iglesia

Arxiu Comarcal del Ripollès

 

DEL HOSTAL DE LA CORDA A NIZA. EL FINAL DE LA TERCERA GUERRA CARLISTA XX

3er Tercio de la Guardia Civil

Provincia de Gerona

Fiscal

Ruego a V. se sirva manifestarme si el dia 7 de junio ppdo tuvo V. noticia que fuese detenido por lla fuerza de este puesto el ex Comandante de los Mozos de Escuadra Carlistas de Savalls.

José Tenes

Q. D.G a V.

Ripoll 28 seten 1877

El Alferez  Francisco Moves Garcia

Al Sr. Alcalde Constitucional de Ripoll

 

Manuscrit Arxiu Comarcal del Ripollès

DEL HOSTAL DE LA CORDA A NIZA. EL FINAL DE LA TERCERA GUERRA CARLISTA XIX

La Iberia 09/09/1876
Dice un colega:
«Hace algunos días dimos la noticia de haber desaparecido de Biarritz el jefe carlista Savalls. Esta desaparición obedeció á haber sido llamado á Burdeos para asistir á una reunión de legitimistas franceses y carlistas españoles, verificada la cual, y habiéndose exigido de Savalls que cooperase á la reorganización del partido, manifestó que estaba decidido á no tomar parte alguna en la lucha
de los partidarios de don Carlos.»

La Época 10/09/1876
Savalls y otros ex-cabecillas se han dirigido á París con objeto de esperar y recibir allí á D. Cárlos.
La Época 11/09/1876
El ex-cabecilla Savalls ha llegado á Burdeos de regreso de Paris, á donde habia ido á esperar á D. Carlos.
La Correspondencia de España 27/10/1876
Desde el día 1.° al 20 de este mes, los carlistas de Cataluña han experimentado las siguientes bajas: Muertos y heridos, 332; prisioneros, 238; presentados,818; han pasado la frontera, 705; total, 2003.
Además, nuestro ejército, durante los indicados días, se ha apoderado de 219 caballos, gran número de fusiles, sables, cajas de municiones, utensilios,un cañón Plasencia, dos cureñas la documentación de la diputación á guerra: ha destruido algunas fábricas de guerra y rescatado los soldados que existían en el depósito de Camprodon. Los resultados de la actividad de las operaciones no han podido ser mas satisfactorios, añadiendo á ellos la desaparición de los cabecillas Savalls, Gamundi, Montañés, Alvarez, Miret, Huguet, Vila de Prat, Cucala(hijo) y otros de menor importancia.

Fotografia del Rey Alfonso XII, la reina Mª Cristina i la princesa de Asturias (1880)

Wikimedia Commons

DEL HOSTAL DE LA CORDA A NIZA. EL FINAL DE LA TERCERA GUERRA CARLISTA XVIII

Diario Oficial de Avisos de Madrid 25/07/1876
Leemos en la Liberté que Savalls, general carlista, no ha ido á Servia como se ha dicho con oficiales carlistas y soldados garibaldinos. Encuéntrase en Niza donde ha fijado su residencia.
La Correspondencia de España 26/08/1876
Ha llegado á San Juan de Luz el excabecilla carlista Savalls.
El Imparcial 31/08/1876
Un periódico publica la siguiente relación de los puntos de residencia actual de los principales partidarios de D. Carlos:
Lizárraga y Tristany están en Paris; Dorregaray, Alvarez y Pérula en Burdeos; Mogrovejo, Berriz y Boet en Bayona y sus cercanias; Ceballos, Valdespina, Planas y Freixas en San Juan de Luz; Savalls en Niza, donde ha comprado una soberbia propiedad; Rodriguez en Poitiers; Fortun y Maestre en Pau; Pagés en Hendaya; Argonz en Hasparren; el duque de Parma y D. Jaime estaban en San Juan de Luz la semana pasada.
La Época 01/09/1876
De una carta de Madrid al DIARIO DE AVISOS de Zaragoza tomamos lo siguiente:
Varios jefes y oficiales procedentes de las filas carlistas que residían en Madrid salieron ayer con dirección a Biarritz, en donde se supone están en la actualidad otros jefes de mayor representación. Dícese que esto se relaciona con no sé qué planes que se atribuyen al renombrado Dorregaray; pero personas del mayor crédito desmienten semejantes rumores, y añaden que si algún plan tiene el jefe de las facciones del Maestrazgo, es sin duda reconocer el actual orden de cosas para vivir retirado de todo acontecimiento.
El cabecilla Savalls, segun carta recibida de Bayona, tan luego como se apercibió de que la policía francesa le seguía la pista por haberse pedido su extradición como reo de delitos comunes, se despidió de sus amigos para los Estados Unidos, y á las pocas horas desapareció de un pueblo de la frontera, sin que se haya tenido después noticia alguna de su paradero.»
El Pabellón Nacional 05/09/1876
Parece que él jefe carlista Savalls ha abandonado su residencia de Biárritz.

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DEL HOSTAL DE LA CORDA A NIZA. EL FINAL DE LA TERCERA GUERRA CARLISTA XVII

La Correspondencia de España 25/02/1876
Esta tarde han salido para Francia Castells y Savalls, á quien han dejado en libertad los carlistas. A las tres de la tarde pasaban por …los once cañones carlistas que defendían las posiciones que hemos conquistado últimamente. En un alto han colocado una campana para anunciar cuando debían retirar las piezas. Así que estas han pasado el puente de acceso al camino de Lesaca, han cerrado los puentes.
El Imparcial 20/04/1876
Es necesario tener en cuenta también que el sanguinario y codicioso Savalls, el general en jefe del ejército carlista en Cataluña, ponia tasa á todos los empleos que daba, ya para ingresar en sus filas, ya para ascender en ellas á los que bien lo pagaban, y no sé, no sé si por recomendación especial de este Savalls, que ha sido el Rosa Samaniego de Cataluña, como Cucala ha sido el Rosa Samaniego del Centro, no sé sí por recomendación de Savalls (con quien tuvo una conferencia el capitán general de Cataluña, se habrá reconocido el empleo de coronel, ó de brigadier, ó de general que tenia en el ejército carlista á Freixas y á otros desertores de nuestro ejército.
La Iberia 04/06/1876
El señor SALAMANCA (dn Manuel): ¿Cree el gobierno llegado el caso de pedir al gobierno francés la extradición de los cabecillas Rosas Samaniego, Savalls y otros, encausados por delitos comunes, con objeto da que la vindicta pública sea satisfecha y de que, si vuelven á aparecer facciones, sepan que no hay impunidad?
El Globo 12/07/1876
Trieste 11.—Se dice que Savalls, con 21 oficiales carlistas y 230 garibaldinos han desembarcado en Dalmacia, y han sido internados por las autoridades austriacas.
La Iberia 13/07/1876
PARÍS 11.—La Presse publica un telegrama de Trieste fechado hoy, confirmando la internación en Dalmacia de Savalls y de otros carlistas y garibaldinos que se proponían alistarse en las filas del ejército servio los unos, y en las del Montenegro los otros.
El Boletín de Comercio 14/07/1876
París 11.—La Presse publica un telégrama de T r i e s t e fechado hoy, confirmando la internación en Dalmacia de Savalls y de otros carlistas y garibaldinos que se proponen alistarse en las filas del ejercito servio los unos , y en las del d e Montenegro los otros.

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Grupo de catalanes 1869

DEL HOSTAL DE LA CORDA A NIZA. EL FINAL DE LA TERCERA GUERRA CARLISTA XVI

La Crónica de Cataluña 22/02/1876
Madrid 21, á las 4’30 tarde.—Savalls ha pasado la frontera.
La Crónica de Cataluña 22/02/1876
Desde el primero del actual hasta ayer mañana, se han presentado á indulto en Besalú, los carlistas siguientes:
El cabecilla Tremendo con su partida armada y equipada; el comandante de armas que fué de dicha villa, Prat; el cabecilla Barrancot con armas; la partida de Capdevila que se componía de treinta hombres, los cuales se han presentado instigados por el sargento primero de la misma Luis Frexas; un oficial del batallón de Savalls, tres sargentos primeros, cinco cabos, cuatro cornetas y cincuenta individuos. »
El Boletín de Comercio 24/02/1876
MADRID 22. —La desbandada de los carlistas principia. Dorregaray, Savalls y Perula han llegado á los Alduides con sus equipajes y bajo nombres supuestos. Gendarmería ha tomado medidas para conducirlos á Monleon. Veredas y caminos guardados.
—Parece que se ha dispuesto la ocupación del paso de los Alduides, cerrando así todo el camino de la frontera á los carlistas.
—Según noticias oficiales, han caído en poder del ejército hasta la fecha 36 cañones de los carlistas.
—En el fuerte de Monjardin encontraron nuestras tropas cinco Cañones y 800000 cartuchos.
—Han sido internados en Francia, tan solo en dos días, 500 carlistas.
El Solfeo 24/02/1876
Dícese que los cabecillas Savalls y Dorregaray han sido asesinados por los suyos.
No sé si será cierto; pero lo juzgo verosímil.

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DEL HOSTAL DE LA CORDA A NIZA. EL FINAL DE LA TERCERA GUERRA CARLISTA XV

La Correspondencia de España 05/12/1875
Savalls continua preso y ha sido incomunicado. Solo le faltaba esta muestra de gratitud de parte de sus amigos.
El Imparcial 10/12/1875
Hoy no publica la Gaceta noticia alguna referente á la insurrección carlista.
—La sentencia que ha recaído en la sumaria formada al cabecilla Savalls ha producido muy mal efecto á los carlistas, porque esperan que será análoga la de los cabecillas Dorregaray y Oliver, que continúan presos.
Añaden que Lízárraga domina el ánimo del Pretendiente y ha acusado á Savalls, Dorregaray y Oliver de no haberle querido prestar ayuda en el sitio de la Seo de Urgel.
—Anteayer se presentaron a indulto en Tafalla cinco carlistas armados.
La Correspondencia de España 15/12/1875
Por el correo de hoy recibimos las siguientes comunicaciones del
SERVICIO PARTÍCULA R POSTAL
de LA CORRESPONDENCIA DE ESPAÑA.
Bayona, 10.
Según dice la Gironda de hoy, parece ser que el pretendiente tuvo una conferencia en Durango el dia 7 con Pérula, habiendo marchado éste á Estella y D. Carlos á Tolosa. A pesar de haber desmentido la Gíronda del 3 del corriente la noticia que en la mía del mismo día les daba acerca de la muerte del cabecilla Egaña, he sabido por persona que me merece crédito, que es cierta y muy cierta. Me dijo asimismo que Dorregaray había sido absuelto , mientras Savalls ha sido condenado á muerte por el consejo de guerra formado de orden de D. Carlos.
Hoy se ha recibido el correo fecha 7, á la hora de costumbre—P. y F.
Tortosa, 11
La Iberia 06/01/1876
En Tolosa vi á Tristany cantando la palinodia en medio de sus adeptos, de los cuales existen allí muchos, que se reúnen, y van á paseo; y sin embargo, el gobierno francés lo tolera (ignorando si nuestros representantes han dirigido alguna queja al nuestro).
Lo que pasa en Tolosa sucede en todos los pueblos y caseríos fronterizos desde Pau hasta Pont-Vendres, y á pesar de estar dispuestos á no hacer nada por el estado presente, siempre es una amenaza: son centinelas avanzados que en veinticuatro horas pueden invadir nuestras provincias cuatro ó quinientos hombres, y con algunos que se les añadiesen, darnos otra vez un qué sentir; todo expatriado que no tuviese salvo conducto de nuestro gobierno, debería ser internado, en los pueblos que abraza desde la frontera Suiza hasta la Lorena y Bélgica, no permitiendo estas aglomeraciones carlistas ea nuestra frontera.
Todo lo que no sea así, podremos decir que el gobierno francés es el que protege descaradamente á los amigos de nuestras discordias civiles, ayudando á encender la tea de la discordia para volver nuevamente á la guerra fratricida que tantos males ha causado á nuestra querida patria, digna de todos modos de mejor suerte. Ningún carlista de los que he hablado creen que Savalls esté preso por el pretendiente, puesto que si así fuese, le hubiera fusilado á las veínticuatro horas, porque no ignora los robos y su cobardía por los mismos amigos que eran antes del bandido; ellos le creen en Inglaterra ó en los Estados Unidos.»
La Iberia 23/01/1876
Parece que continúan presos en Tolosa de orden de don Cárlos el conde de la Jara y el jefe de Estado Mayor que fué de Savalls, don Alberto Morera.

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DEL HOSTAL DE LA CORDA A NIZA. EL FINAL DE LA TERCERA GUERRA CARLISTA XIV

El Globo 20/11/1875
SAN SEBASTIAN 18 (vía Francia.)—La carta de D. Carlos ha producido viva impresión en el campo Carlista, creyéndose allí que ante la desorganización creciente de las huestes del Pretendiente, es inevitable una solución que conduzca á la paz, pues todo el mundo considera imposible continuar la guerra.
Es inexacto que Savalls trate de volver á Cataluña.
Continúa preso en Iturmendi (Navarra).

Pasqual Cucala (Wikimedia Commons)

Autor fotografia Columbusalbus

La Iberia 23/11/1875
Dígalo la sima de Irozquiza, por donde, sin más proceso que la ira ni más motivo que la suspicacia da un imbécil desalmado han sido precipitadas más víctimas que sucumbieron en todo el funesto período de la intransigencia cantonal. Dígalo esa espantosa serie de crímenes, escándalo de Europa, afrenta del siglo en que vivimos, baldón eterno para el partido que los produjo. Díganlo los saqueos, los robos, las violaciones, los asesinatos perpetrados en Cuenca, en Cirauqui, en Vích, en Granollers, en Olot, en Berga, en Estella, en todo punto donde estamparon su sangrienta huella. Díganlo el clamoreo de las turbas y los gritos de vergüenza de las mujeres emplumadas; el fulgor rojizo de cien estaciones incendiadas; el asesinato de los heridos ea Monte-Juro y en Lácar; los homicidios horribles de los infelices empleados da ferrocarriles; los inocentes muertos a palos por orden de Cucala; las crueldades da hiena de Santacruz, de Savalls, de doña Blanca y de Rosa Samaniego. Dígalo el bombardeo de buques extranjeros. Dígalo la sangre, caliente aun, de los carabineros de Olot y de los pretendidos rehenes de Estella.
¡Qué a los carlistas debemos el ejército! Singular ocurrencia: mañaba, por este sistema, habrá que declarar beneméritos de la patria á los rateros, porque sin ellos no tendríamos el cuerpo de Orden público; y disculpar á los secuestradores y bandidos de Andalucía, porgue á ellos también debemos el tener a la guardia civil.
Lo que debemos al carlismo, lo que tenemos que agradecer á ese baluarte de las clases conservadoras, es cuatro años de guerra, 40.000 bajas, 3.000 millones por lo menos pagados por el Erario, la interrupción del comercio en una tercera parte de la península, la casi incomunicación con Europa, la prolongación de la guerra en Cuba, los impuestos que ahogan la producción y el escandalo de ver ministros del altar convertidos en bandoleros, y los templos del Dios de paz trasformados en centros de conspiración y foco de guerra. Esas grandes fuerzas monárquicas se insurreccionaron contra una monarquía, y hace once meses vienen luchando a la desesperada contra otra monarquía, como sus antepasados que sostuvieron su guerra, no contra la revolución, sino contra un trono y una corona. Esos elementos, sinceramente religiosos, han mirado con desdén las simpatías del Vaticano hacia la corte de Madrid, y han contestado á la venida del nuncio convirtiendo en lanzas hasta los palos del palio de las iglesias. Su fe monárquica se reduce al fanatismo por el predominio y la imposición de un nombre y de un hombre, y su fe religiosa noes mas que la intolerancia salvaje y el imperio ignominioso de su ignorante clerigalla.
El día que la guerra se acabe, las grandes masas del carlismo, si esa tendencia de La Epoca prevalece, no irán á fundirse en los partidos conservadores, sino a reforzar todos los elemento de perturbación demagógica: no votarán nunca candidatos del gobierno, sino que apoyarán con el pesimismo de los partidos extremos á los jefes de la oposición más tumultuosa e intransigente. Suponed que don Carlo, y toda su familia cediera en sus pretensiones y acatara las instituciones del país, ya buscaría el neo-catolicismo nueva forma a su intransigencia y á sus sueños de dominación.

La Correspondencia de España 24/11/1875
Dícese que Savalls continúa preso en Iturmendi (Navarra.)
—La Imprenta da cuenta de la prisión del cabecilla Savalls, diciendo que, encontrándose en Pau conferenciando con doña Margarita, el cochero que le esperaba á la puerta fue despedido, y al bajar Savalls montó en otro preparado antes, sin darse cuenta el cabecilla de este ardid. Ya dentro, arrancaron los caballos á galope; sospechó el preso; quiso, ya fuera de Pau, volver ala ciudad, pero algunos hombres apostados le obligaron, apuntándole con armas de fuego, á dejarse ir por donde el coche lo condujera. Asi entraron en España y fué presentado á D. Carlos.
La Iberia 25/11/1875
A persona que se considera bien enterada ha oído La Imprenta de Barcelona la siguiente versión sobre la detención del cabecilla Savalls, que no carece de originalidad y demuestra alguna astucia en los que la llevaron á cabo. E1 cabecilla que se pavonea dándose el titulo de marqués de Alpens, al salir de Cataluña se fue á Perpiñan, en uno de cuyos colegios tiene colocadas á sus hijas, y ya al llegar á dicha ciudad, sin saberlo él, quedó bajo la vigilancia de una especie de policía que don Carlos había enviado ó que ya tenia allí organizada para los fines que pudieran convenirle. Desde Perpiñan se dirigió Savalls en coche particular á Pau, y al llegar á esta población y antes de instalarse en fonda alguna, se dirigió á la residencia de doña Margarita y se hizo anunciar, pidiendo una entrevista á la esposa del pretendiente. No tardó élla en concedérsela, y á los pocos momentos la entrevista había dado comienzo.
A poco, aparece a la puerta de la casa un criado y ordena al cochero de Savalls que se retire, porque éste debía permanecer largo rato con su «reina y señora.» El cochero no se hizo de rogar y se retiró en seguida. Mas he aquí que, sin tardar mucho, salió Savalls y preguntó por su coche, y al decirle que se había retirado, quedó asombrado porque él sabia que no había dispuesto tal cosa. Quejábase de esta que á él le pareció torpeza del cochero, cuando uno de la casa se le acercó y le ofreció otro coche. Aceptólo Savalls, subió á él y dijo á su nuevo cochero que tomara el camino de la fonda en que pensaba hospedarse. El cochero hizo como que quedaba enterado, y en lugar de obedecer salió de Pau á todo escape. Al verse fuera Savalls gritó y quiso volver grupas; pero naos hombres que se hallaban apostados en el camino le hicieron ver lo inútil de sus lamentaciones y amenazas, apuntándole varias pistolas. Continuó el coche su camino, y pocas horas después se hallaban todos en España y Savalls entregado á las gentes de don Carlos.
El Pabellón Nacional 05/12/1875
Savalls continúa preso y ha sido incomunicado.

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DEL HOSTAL DE LA CORDA A NIZA. EL FINAL DE LA TERCERA GUERRA CARLISTA XIII


Los Borbones italianos en la guerra carlista de 1874 De pie, de izquierda a derecha: S.A.R. Alfonso de Borbón-Dos Sicilias y Austria, conde de Caserta. S.A.R. Enrique de Borbón-Parma, Conde de Bardi; S.A.R. el duque Roberto I de Parma; Sentado: Su Majestad Católica el Rey Carlos VII. (wikimedia Commons)

El Siglo Futuro 06/11/1875
Dice El Imparcial:
«Contra la asegurado por La Correspondencia, nos escribe nuestro corresponsal de Pamplona que las autoridades francesas no prendieron ni internaron al cabecilla Savalls. El día 22, hallándose D. Carlos hospedado en una casa de Ebulain, á cuatro horas de Pamplona, le fué presentado Savalls por el alcalde de Bíarritz. Savalls se prosternó á sus píes y le pidió audiencia secreta.»
El Pabellón Nacional 07/11/1875
—El coronel Villar distribuyó el día 1.º su columna en grupos de cuatro compañías que registraron la comarca que se conoce en la provincia de Gerona, con el nombre de la petita Navarra, presentándose á dichas fuerzas varios carlistas á indulto.
El dia siguiente se ocuparon en recorrer San Míguel de Campmajó, Mieras, San Estéban de Bás y Masías del Grao y del camino de Camprodon. La fuerza que iba en esta última dirección logró encontrar una lujosa bandera perteneciente al batallón de Savalls, bordada en oro y adornada con piedras. El coronel Villar la ha ofrecido, según noticias, al general en jefe.»
—«Una columna de 300 hombres que salió de Vich el dia 1.° batió en San Bartolomé del Grao á las facciones Clemens y Fitó, cogiéndoles algunas armas y documentos de la intendencia, y haciendo prisioneros al primer oficial de hacienda llamado José Gallé y á un sargento.»
La Crónica de Cataluña 09/11/1875
Dice anoche la Política:
«En cambio del aplazamiento que creemos tendrán las elecciones, parecen adelantarse las operaciones en el Norte contra las huestas fanáticas del pretendiente.
El 28 del actual cumple S. M. el rey 18 años, y para entonces estarán muy adelantados los preparativos para una campaña de gran energía y actividad.»
En el último pueblo de la frontera donde estuvo Savalls, se ha encontrado escondido en un pajar un paquete que contenía su levita, faja y espada de diario y dentro de una cajita unas barras de cosmético blanco para el bigote. Dichas prendas se hallan en poder del general Martinez Campos.
La Crónica de Cataluña 10/11/1875
Ayer llegó á esta capital el bravo capitán de voluntarios de la provincia de Gerona don Gregorio Prats que ha acompañado siempre que ha salido á campaña al general Arrando y pertenece ahora á la columna del coronel Villar, siendo portador de la bandera bordada y adornada con piedras del batallón Savalls, cogida días atrás, según saben nuestros lectores.
La Correspondencia de España 13/11/1875
Por conducto autorizado hemos recibido hoy la confirmación de la noticia que anticipamos respecto á haber sido preso el cabecilla Savalls de orden de D. Carlos.
Dicho cabecilla se halla preso en Iturmendi, en la carretera de Alsásua a Estella, al pié del puerto de Lizárraga. Savalls fué conducido á su destino en un mulo y escoltado por una escasa fuerza de voluntarios.
La Iberia 14/11/1875
Hay noticias de que Castells fue batido en Serra de Viura, rescatándole los prisioneros de la Pobla de Lillet, haciéndole á él algunos, además de sus bajas, salvándose Castells por casualidad.
La insurrección carlista está aquí en descomposición completa. En todas partes se presentan carlistas: en esta población van 500 acogidos á indulto en cuatro días, y el de hoy promete ser también abundante, á juzgar por las señales que se observan ya en las primeras horas de la mañana.
Anteayer se presentó al general Chacón el capitán del escuadrón escolta de Savalls que iba con Castells, acompañándole los oficiales, tropa, armas, municiones y caballos del mismo escuadrón. Algunos vecinos de Moya capturaron á un carlista y lo presentaron, con el fin de que se les perdone un quinto, según el bando del general en jefe. En resumen, todo va perfectamente y la tranquilidad de este país será una completa verdad dentro de pocos días.»
La Correspondencia de España 15/11/1875
Los periódicos de Cataluña han publicado la sentencia pronunciada por la audiencia de Barcelona contra el cabecilla Savalls, titulado hoy marqués de Alpens por obra y gracia de Carlos VII.
Dicha sentencia condena á Savalls á diez años de presidio con retención y á restituir el importe de lo arrebatado á varias personas.
La Crónica de Cataluña 16/11/1875
Bayona 11, (4 tarde —D. Carlos ha reunido un consejo de guerra en Durango para juzgar a Dorregaray y a Savalls..

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