Los monolitos

Años más tarde en Llaers se levantó un monolito conmemorativo. Se trata de un monumento neoclásico, curioso por su ubicación y proporciones -6 metros de altura-, inaugurado el 18 de febrero de 1879 y relacionado con un luctuoso episodio histórico de la guerra de los Carlistas que conmemora el fusilamiento en aquel lugar de 72 carabineros el 17 de julio de 1874.

Lo encontraremos indicado en Llaés, a medio camino de la pista que va de Santa Maria de Besora a Ripoll, justo debajo el castillo de Llaés.

Monolito de Llaers

A Sant Joan  de les Abadesses

el 17 de julio de 1874 los carlistas  fusilaron  118 soldados y oficiales de tropa en el lugar llamado actualmente los Fusilados, a poco más de un km de del  pueblo, por debajo de la carretera de Olot. Fueron enterrados en el cementerio viejo el 18 de julio del mismo año. En 1885 se inauguró el cementerio actual y en 1890 se erigió el monumento a los fusilados. Se puede leer el nombre de todos los asesinados en las cuatro caras del mausoleo.

La crònica de aquellos hechos

“La Ilustración Hispano-Americana” nº 532, 11 enero 1891, El ejemplar completose encuentra en la BNE

Orígens i desenvolupament del dret internacional humanitari.

La Paz de Westfalia de 1648, que puso fin a la guerra de los treinta años, estableció la regla de que los prisioneros de guerra debían ser liberados sin rescate al final de las hostilidades y que debían permitirle retornar a sus hogares.

Es en la segunda mitad del siglo XIX cuando comienza la codificación internacional de las normas de la guerra que, como se ha dicho anteriormente, hasta ese momento eran normas internas o consuetudinarias. Suele considerarse en 1864 como la fecha de nacimiento del DIH porque es el año en que se celebra una Conferencia Diplomática en Suiza que concluye con la firma del Convenio de Ginebra de 22 de agosto de 1864, para el mejoramiento de la suerte los militares heridos de los ejércitos en campaña. Se trata del primer instrumento multilateral de Derecho Internacional Humanitario que nace como consecuencia de la acción del Comité de los Cinco (que da origen al Comité Internacional de Cruz Roja) que se constituyó a raíz de la publicación, en 1862, del libro “Recuerdo de Solferino” de Henry Dunant, verdadero precursor del Movimiento Internacional de la Cruz Roja, en la que relata una de las batallas más cruentas de la época donde los soldados heridos estaban condenados a morir porque los ejércitos no tenían servicios sanitarios o estos eran muy deficientes.

La batalla de Toix en la prensa de la época

La Época. 18/08/1874 nº7976:

LA CORRESPONDENCIA de anoche publicó la siguiente relación hecha con fidedignos informes, de los espantosos fusilamientos de Olot. Aunque la repetición de actos horribles, perpetrados por los carlistas, nos quita ya hasta el triste derecho de asombrarnos de la manera feroz con que hacen la guerra, no podemos trascribir sin un estremecimiento de horror el relato de nuestro colega, que dice así:

“Encontrabanse los prisioneros de la columna Nouvilas en Olot, cuando se intentó el ataque de Puigcerdà. Para ir en socorro de aquella villa las tropas, y especialmente las de la provincia, tenían que emprender la marcha en dirección a Olot. Así presumiéndolo los carlistas, ordenaron la salida de los prisioneros para Vallfogona. Una vez en este punto, dispuso Saballs que fueran todos fusilados, y sea que se le hicieran reflexiones o por otra causa, modificó esta orden, disponiendo que fueran fusilados los carabineros sin excepción, y que los jefes, oficiales y soldados del ejército fueran quintados por el orden que constaban en la lista o relación nominal de los mismos. Así se verificó, haciendo una cruz al margen del infeliz que hacia el núm. 5.

Terminada esta operación que dio por resultado 111 (prueba evidente de que eran 570 los prisioneros de fuerzas del ejército), emprendieron la marcha los referidos 114 hombres con 75 carabineros, en dirección a Ripoll. A la media hora hicieron alto, marchándose una escolta con los carabineros por la izquierda, y otra con los soldados por la derecha.

Llegados los primeros a las inmediaciones del cementerio de Llayés, parroquia correspondiente al distrito municipal de Parroquia de Ripoll, se les intimó que iban a morir. Se les ató dos a dos, y como los verdugos eran en menor número que las víctimas, los hacían entrar en dicho cementerio por pelotones de 8, 10 y 12 y se les fusilaba. Setenta y cinco prisioneros, entre ellos un oficial del mismo cuerpo, casados y con hijos la mayor parte, fueron los muertos y enterrados en el cementerio de Llayés.

Ínterin esta matanza tenía lugar, marcharon los 114 hombres quintados del ejército en dirección a la villa de San Juan de las Abadesas y una media hora antes de llegar a ella se les comunicó la fatal orden previniéndoles que se quitaran los capotes, los que arrojaron sobre un montón de maderas que allí había, y a lo que se debió quedaran ocultos y cubiertos cuatro de los 114, que se salvaron. Atados de dos en dos, y también por etapas, fueron fusilados y mandados luego recoger como carga concejil al vecindario de San Juan para darles sepultura. En una inmensa fosa, abierta al efecto en el cementerio de San Juan de las Abadesas, yacen enterradas estas 110 víctimas, entre las que había un jefe, 12 oficiales y un médico. Cuando se quieran los óbitos o una certificación, se pedirá y obtendrá a pesar de ser algo difícil. Sin embargo, la mayor parte de las esposas e hijos de los carabineros obtuvieron certificado del óbito de sus deudos.»

El ejemplar de La Época en la BNE

Ilustraciones de “La Ilustración Española y Americana” del 30/08/1874

Ejemplar  a la BNE

La batalla de Toix

Al iniciarse el año 1874, las tropas carlistas dirigidas por Rafael Tristany iniciaron una ofensiva en la Cataluña interior y conquistaron sucesivamente Vic y Manresa. Esto supuso controlar una extensa y rica zona del interior del país que permitía el mantenimiento de la tropa. Tras la caída de estas ciudades, los carlistas fijaron como objetivo la conquista de Olot. Los carlistas, bajo el mando de Francisco Savalls, acosaban Olot desde el mes de diciembre de 1873 y al ser una ciudad bastante importante y cerca de la frontera, las tropas gubernamentales intentaron realizar algún movimiento para mantenerla. Por esta razón, el general Nouvilas forma una columna para auxiliar la ciudad y salvarla del asedio. La columna que salió de Girona por el puente del Onyar estaba formada por 2500 hombres; repartidos en dos batallones de cazadores Arapiles y Barcelona; dos batallones del Regimiento de Cádiz y de Navarra, un escuadrón de caballería de Alcantara y tres compañías de carabineros. La columna hizo noche en la población de Argelaguer el día 13 de marzo. Aquella noche, el general Nouvilas supo que los carlistas habían fortificado el paso de Castellfollit de la Roca y con el fin de evitar la colisión decidió dar un rodeo por Tortellà para ir a continuación hacia el puente del Llierca, la montaña de Santa Bárbara y la sierra del Toix y llegar a Olot por Sant Joan les Fonts. Cuando la columna pasó por Tortellà se le añadieron 120 voluntarios de la Libertad de esta ciudad, ya que tenían cuentas pendientes con Savalls que, un año antes, había atacado el pueblo y intentado incendiarlo.

Los carlistas supieron de la llegada de la columna y su ruta y prepararon una emboscada cogiendo posiciones en la sierra del Toix, Montpetit, Montmajor, las sierras de la Cruz, Puig de Viveros, Canadell y las alturas del Cos. Savalls envió a Galceran de Sadernes recoger todas sus fuerzas de la zona de Castellfollit con algunos refuerzos de partidas de Mieres y de Santa Pau. También recorrieron las casas rurales de la zona para avisarles de que encerraran el ganado y se estuvieran dentro de las casas. Cuando a media tarde la columna liberal, cansada del camino llegó al Toix y comenzó a bajar por la falda de la montaña, los carlistas que los rodeaban empezaron a disparar. Se vieron sorprendidos por un fuego enemigo muy intenso en una zona que entonces estaba sin la protección del bosque. Algunas fuerzas gubernamentales lograron llegar de nuevo a la cima del Toix y cargar los cuatro modernos cañones Krupp que llevaban pero fueron reducidos tras una carga a bayoneta. Cuando supo del combate, el alcalde de Olot salió de la ciudad con doscientos voluntarios para sumarse a la lucha, pero en la sierra de Viveros encontrose con una gran cantidad de carlistas y tuvo que volver a la ciudad. Cerca de allí, desde la torre de Canadell el general Savalls aseguró que esa noche cenaría con el general Nouvilas. La lucha fue encarnizada y duró hasta la noche, momento en que el grueso de las tropas, unos 1000 soldados, junto con su general y su hijo se rindieron. Algunos soldados pudieron huir camino de Francia o pudieron llegar a Olot. Murieron allí 200 soldados y los carlistas consiguieron un botín de 4 cañones, 150 caballos, 2000 fusiles, munición y una caja de 70.000 duros. Terminaron haciendo 1,800 prisioneros. Los 33 voluntarios de la Libertad de Tortellà capturados fueron fusilados en el campo del Candell, cerca de Besalú. Los soldados muertos y desnudos fueron cargados con carretas y trasladados al cementerio de Montagut, donde fueron sepultarlos en una fosa común.

Wiquipedia

Ministerio de Cultura

El tratado de Elliot, 1835

El tratado de Elliot para la salvaguarda de los prisioneros de guerra se firmó  el 27-28 de abril de 1835, de ello da notícias

Por los mismos días en que Valdés pene­traba y se batía en las Amezcuas, la capi­tal de la monarquía, con ella todla Espa­ña, se hallaba altamente alarmada por la aparición de lord Elliot en las provincia con una misión trascendental cerca del Pretendiente. Unos atribuían esta misión del gobierno ingles á un plan de interven­ción estrangera, otros á una traición de las potencias unidas por el tratado de la cuá­druple alianza para sentar á don Carlos en el trono de Isabel; otros, en fin, al objeto noble, pero descabellado, de hacer frater­nizar á los dos campos enemigos. El minis­terio inglés, compuesto á la sazón de torys, no inspiraba confianza alguna. En la sesión del 21 de abril el señor Alcalá Galiano in­terpeló acerca de estos rumores al gabine­te, y el señor ministro de estado tranquili­zó un tanto los ánimos, asegurando que no se trataba de intervención ninguna, y que la misión de lord Elliot no tenia mas objeto que regularizar la guerra de Navarra, según las instrucciones de que había dado cuenta fiel al gobierno español el gobierno de Inglaterra.

En efecto, lort Elliot, acompañado del coronel Gurwood, después de haber teni­do una entrevista con don Carlos, se vio con Zumalacárregui en su cuartel general de Asarta, y le propuso, á nombre de la hu­manidad y de los gobiernos de Inglaterra y Francia, medios de poner término al bár­baro sistema de fusilar á los prisioneros y vencidos.

Convino el caudillo rebelde en la estipu­lación, y sin pérdida de tiempo los envia­dos de Inglaterra se trasladaron á Estella para obtener del general Valdés igual convenio.

En virtud de este tratado, que tomó el nombre de Elliot, los comandantes en gefe de los ejércitos que se hacían la guerra en las provincias de Guipúzcoa, Álava, Vizcaya y el reino de Navarra, convinieron en conservar la vida á todos los prisioneros que se hiciesen por una y otra parte, y en cangearlos cada tres meses, ó mas á menu­do, conforme las circunstancias, en justa proporción de número que cada parte tuviese, y por igualdad de clases. Estipulóse ademas que se respetarían los hospita­les y depósitos de prisioneros, que no se daría muerte á nadie por opinión política sin formación de causa, y que se haría estensivo el tratado á otras provincias, si las contingencias y vicisitudes de la guerra llevaba á ellas á las partes contratantes. Este tratado lo firmó á 27 de abril en su cuartel general de Logroño el general Valdés, y à 28 del propio mes en su cuartel general de Artaza, Zumalacárregui. Firmáronle ade­mas Elliot y el coronel Gurwood.

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Otra visión de la capitulación

27 maig de 1839

…..los que estaban dentro no hacían más que prolongar la mortal angustia en que les tenía sumidos la temeraria resistencia del comandante de armas don J. Carbó (Frisa) que no quería rendirse, siendo de todos punto infructuosos los ruegos y lágrimas de su misma esposa que se lo imploraba de rodillas en nombre de tantos como nos hallábamos en aquel sagrado recinto. Cedió por último a las amenazas que se le hicieron de darle muerte para entrar después en una capitulación con los sitiadores a quienes veíamos ya arrimados a las paredes del templo, blandiendo el puñal homicida y amenazándonos de muerte, si no nos rendíamos a discreción”.

Libro de memorias de Agustí Caballería i Deop (Arxiu Comarcal del Ripollès)

«Desgraciados  los pueblos que necesitan héroes» Bertolt Brecht