Nacimentos entre 1833 y 1839

Entre 1833 i 1839 nacieron:

el 21 de octubre de 1833 en Stocolm Alfred Bernhard Nobel

el 24 de marzo de 1834 en Walthamstow ( Angleterra) William Morris

el 19 de julil de 1834 en  Paris  Edgar Degas

el 30 de noviembre de 1835 en Florida Mark Twain

el 17 de febrero de 1836 en Sevilla Gustavo Adolfo Becquer

el 24 de febrero de 1837 en Santiago de Compostela Rosalía de Castro

el 11 de junio de 1838 en Reus Marià Fortuny i Marsal

el 8 de julio de 1838 en Constanza Ferdinand von Zeppelin

el 19 de enero de 1839 en Aix en Provence Paul Cézanne

el 21 de marzo de 1839 en  Pskov ( Rusia) Modest Músorgski 

Literatura aparecida durante la primera guerra carlista

De 1830 a 1839

 

Los años treinta viven a la vez el romanticismo pleno y algunos autores que empiezan a abandonar por gastados estos códigos. Caben destacar la figura del poeta polaco Juliusz Słowacki o de Bonaventura Carles Aribau. Otros poetas románticos destacables son José de Espronceda, autor de El estudiante de Salamanca (1837), donde el héroe tiene comportamientos diabólicos, “El Diablo Mundo” y la “Canción del Pirata”, o Goethe, que publica su Fausto íntegro, y donde también aparece el demonio. Karel Hynek Mácha, con su poema Mayo, introdujo el romanticismo en la literatura checa, pero fue mal comprendido por sus coetáneos. El poeta nacional ruso, Alexander Pushkin, dentro de su innumerable obra escribió “Ruslan y Liudmila”, “Zar Saltán”, entre otros muchos, y Eugeni Oneguin, un largo poema narrativo con los cánones románticos y se aprecia la huella romántica en las obras de Victor Hugo, como Nuestra Señora de París o en algunos de los cuentos de Hans Christian Andersen.

Al mismo tiempo, Francia e Inglaterra comienzan a acercarse al realismo. El rojo y el negro de Stendhal puede considerarse una novela de transición, pero las obras de Honoré de Balzac ya son plenamente realistas. Si bien aparece el amor, el interés principal de los autores es retratar de manera fiel la realidad y los diferentes grupos sociales de su época y no de otros siglos. Las novelas de Charles Dickens, como Oliver Twist, responden a esta voluntad a pesar de que sigue presente un fuerte sentimentalismo.

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El tratado de Elliot, 1835

El tratado de Elliot para la salvaguarda de los prisioneros de guerra se firmó  el 27-28 de abril de 1835, de ello da notícias

Por los mismos días en que Valdés pene­traba y se batía en las Amezcuas, la capi­tal de la monarquía, con ella todla Espa­ña, se hallaba altamente alarmada por la aparición de lord Elliot en las provincia con una misión trascendental cerca del Pretendiente. Unos atribuían esta misión del gobierno ingles á un plan de interven­ción estrangera, otros á una traición de las potencias unidas por el tratado de la cuá­druple alianza para sentar á don Carlos en el trono de Isabel; otros, en fin, al objeto noble, pero descabellado, de hacer frater­nizar á los dos campos enemigos. El minis­terio inglés, compuesto á la sazón de torys, no inspiraba confianza alguna. En la sesión del 21 de abril el señor Alcalá Galiano in­terpeló acerca de estos rumores al gabine­te, y el señor ministro de estado tranquili­zó un tanto los ánimos, asegurando que no se trataba de intervención ninguna, y que la misión de lord Elliot no tenia mas objeto que regularizar la guerra de Navarra, según las instrucciones de que había dado cuenta fiel al gobierno español el gobierno de Inglaterra.

En efecto, lort Elliot, acompañado del coronel Gurwood, después de haber teni­do una entrevista con don Carlos, se vio con Zumalacárregui en su cuartel general de Asarta, y le propuso, á nombre de la hu­manidad y de los gobiernos de Inglaterra y Francia, medios de poner término al bár­baro sistema de fusilar á los prisioneros y vencidos.

Convino el caudillo rebelde en la estipu­lación, y sin pérdida de tiempo los envia­dos de Inglaterra se trasladaron á Estella para obtener del general Valdés igual convenio.

En virtud de este tratado, que tomó el nombre de Elliot, los comandantes en gefe de los ejércitos que se hacían la guerra en las provincias de Guipúzcoa, Álava, Vizcaya y el reino de Navarra, convinieron en conservar la vida á todos los prisioneros que se hiciesen por una y otra parte, y en cangearlos cada tres meses, ó mas á menu­do, conforme las circunstancias, en justa proporción de número que cada parte tuviese, y por igualdad de clases. Estipulóse ademas que se respetarían los hospita­les y depósitos de prisioneros, que no se daría muerte á nadie por opinión política sin formación de causa, y que se haría estensivo el tratado á otras provincias, si las contingencias y vicisitudes de la guerra llevaba á ellas á las partes contratantes. Este tratado lo firmó á 27 de abril en su cuartel general de Logroño el general Valdés, y à 28 del propio mes en su cuartel general de Artaza, Zumalacárregui. Firmáronle ade­mas Elliot y el coronel Gurwood.

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Otra visión de la capitulación

27 maig de 1839

…..los que estaban dentro no hacían más que prolongar la mortal angustia en que les tenía sumidos la temeraria resistencia del comandante de armas don J. Carbó (Frisa) que no quería rendirse, siendo de todos punto infructuosos los ruegos y lágrimas de su misma esposa que se lo imploraba de rodillas en nombre de tantos como nos hallábamos en aquel sagrado recinto. Cedió por último a las amenazas que se le hicieron de darle muerte para entrar después en una capitulación con los sitiadores a quienes veíamos ya arrimados a las paredes del templo, blandiendo el puñal homicida y amenazándonos de muerte, si no nos rendíamos a discreción”.

Libro de memorias de Agustí Caballería i Deop (Arxiu Comarcal del Ripollès)

«Desgraciados  los pueblos que necesitan héroes» Bertolt Brecht