Ripoll busca un héroe, 1838

El comportamiento del Gobernador de la plaza fue calificado como una traición…

Joaquim Boixés (La Destrucció de Ripoll al 1839: el Ripollès en la primera Guerra Carlina, 1995)

La destitución del comandante de armas Eudald Dachs, se produjo el 1838, que en notas d’Eudald Mirapeix ( transcripción del Dr Tomás Raguer ) era posesor del Manso Dachs en Les Lloses

Contexto histórico en que se emmarca la destrucción del monasterio de Santa Maria de Ripoll VI

De toda la anterior relación de los sucesos de Ripoll resulta muy claro que el daño causado por la agresión de los migueletes a los edificios monacales no tuvo importancia. Sólo ardió el interior del templo y el archivo y biblioteca. Los claustros y casas de los monjes, ni poco ni mucho participaron del fuego; y aun del mismo templo sólo ardió lo interior, como retablos y adornos, pues la bóveda permaneció intacta, y mucho más la superior techumbre. Tan entero quedó el edificio del templo que Don Eudaldo Raguer alcanzó que de nuevo se pudiese en él decir Misa. La restauración era asunto fácil; y sin embargo, al cabo de algunos años, el Monasterio se había trocado en un rimero de ruinas. Debemos ahora estudiar por qué caminos se llegó a tan fatal resultado.

Empezó este período por el más completo abandono del Monasterio, que quedó a merced de todo rapaz y mal intencionado: y así no cesaría el golpear paredes, cimientos y techos, el revolver tumbas y abrir boquetes, todo por la avidez de hallar dinero. Tales pesquisas no producían otro resultado que destrucción. Sólo tiempo adelante en la casa que en 1835 habitaba el Prior Don Juan Lianza se halló dinero en un escondrijo antiguo. En algunos de los edificios monásticos se instaló el Hospital, ignoro la época fija.

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De rudísimos y aun heroicos deben graduarse el ataque y la defensa de Ripoll, a cuyo terminar, en 27 de mayo de 1839, los carlistas la entraron. «Más de «quinientos moradores habían perecido; «los que sobrevivieron fueron, dispersa-«dos ó hechos prisioneros de guerra» y la villa arrasada. Cuando, terminada la guerra, los ripolleses se afanaron en reconstruir y restaurar su población, acudieron sin escrúpulo a los edificios monasteriales, y cual si fueran cantera común, con sus materiales procuraron edificar sus casas.

«Si el monasterio quedó desolado,» escribe el ripollés Padre Portusach, «por el «incendio, mucho más se deterioró por los «destrozos y robos que consecutivamente «ejecutaban los naturales de la villa. «Entre otros un picaro que servía en clase »de hospitalero, (cuyo hospital estaba) «situado en los aposentos menos ruinosos «del monasterio, se ocupaba de noche en «aserrar los extremos de las vigas ó vi-«guetas de los claustros para hacer que »se cayesen poco á poco, y aprovecharse »de ellas».

Del estado del monasterio al finir de 1840 nos certifica con minuciosas y abundantes noticias el siguiente borrador de oficio que existe en el Archivo del señor Marqués de Dou. Va dirigido por el Alcalde de Ripoll al Intendente de la provincia:

«Alcaldia const. de Ripoll—M. I. S.— A fin de dar puntual cumplimiento á lo que se sirve V. S. prevenirme con oficio 9 de Nov.e último, á consecuencia de lo acordado por la Junta de enagenacion de edificios y efectos de los suprimidos monasterios de esta Prov.a para que en unión con el Síndico de este Ayuntamiento intervengamos en las operaciones del Comisionado de Amortización en esta villa, de la inversión que se da á los efectos que se utilizan para las obras, haciéndonos responsables de cualquiera malversación que se haga, trasladamos el calendado oficio á dicho Comisionado, y pasamos personalmente á inspeccionar el estado actual de los edificios resultando ser el que se manifiesta en la adjunta nota, tomada en presencia y con intervencion del mismo Comisionado.

Por ella podrá enterarse V. S. y esa Ill.e Junta del estado de los edificios de este suprimido Monasterio, y de lo poco que queda útil para las obras. El edificio de la Iglesia, sus sólidas paredes, y el tejado se hallan en buen estado, pero han desaparecido las piedras del pavimento, y de las escaleras, no habiendo quedado más que lo material del edificio. Se han habilitado las casas de los monjes simples para habitaciones, la casa llamada de la Colecta, y la del Sacristán Mayor, cuyas obras no están todavía concluidas; de los demás no han quedado más que fragmentos de paredes que se van desmoronando y cayendo, y algunas maderas la mayor parte averíaselas, y de poco ó ningún valor. El antiguo pórtico de piedra con figuras de relieve la mayor parte ya mutiladas, los hermosos claustros con colunas de jaspe, la magnífica Abadía, y demás edificios, en los que no quedan más que las paredes, todo en descubierto, y expuesto á la intemperie del tiempo de modo que en breve no presentará más que un montón de ruinas.

Tal es el deplorable estado de este antiguo Monasterio, y de sus antes hermosos edificios, poniéndolo al conocimiento de V. S. á los fines que juzgue más convenientes, y para cubrirnos de responsabilidad que pudiera exigírsenos, reducida casi á la nulidad, por ser ya muy pocas y casi de ningún valor las maderas, tejas y efectos que pueden sutilizarse para las obras.

Dios Ripoll 26 de Dic.e 1840-

I. S. Intendente de la Prov.a de «Gerona.»

Las gentes empezaron el robo de materiales durante la noche, después lo extendieron ya a las madrugadas, y acabaron al fin efectuándolo en plena luz del sol. En los comienzos lo callaban, pero después ellos mismos paladinamente decían de qué lugar los sacaban. Es verdad que el encargado por la desamortización vendía algunos, pero lo es también que el robo abundó, pues el abandono había durado por mucho tiempo. Ya indiqué que el incendio en el templo no llegó a la bóveda, mas como (no sé si vendido por el Estado) se quitó el armazón de la techumbre superior y las tejas, la bóveda quedó al descubierto, y así las lluvias, nieves y demás agentes naturales la desplomaron. El hundimiento ocurrió en 1852.

Los Religiosos en Cataluña durante la primera mitad del siglo XIX / por Cayetano Barraquer y Roviralta .

Capítulo XIV. La persecución de 1835 en los monasterios benitos. 1915. (UAB)

Contexto histórico en que se emmarca la destrucción del monasterio de Santa Maria de Ripoll IV

La primera guerra carlista desde una óptica ripollesa

Agitación ansiosa (seguida de un profundo silencio) cundió en la villa cuando á las nueve y media de la mañana del día de S .. Román mártir (domingo 9 de agostó) se observó que el batallón de migueletes volvía sobremanera excitado por la parte del Arquet, con nuevas ciertas de los sacrílegos excesos de Barcelona. Publicábanlos á gritos, los comentaban, los aplaudían, y se animaban con diabólica algazara.á reproducirlos en el centro de la Montaña. Los monges, aterrorizados, reconocen por fin el peligro; pero firmes en su propósito de salvar á toda costa el legado de Recaredo desoyen consejos, desechan ruegos y aun las lágrimas de los leales Ripolleses que, en tan críticos momentos, olvidando disensiones pasadas, no sólo procuraron su salvacion, sino que además ocuparon las avenidas del monasterio con la resolucion heróica de salvarlo, ó perecer en la demanda. Presentían: sin duda, que en la ruína del célebre ,monumento iba envuelta la de sus hogares y familias.

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Eran las dos de la tarde, hora en que solia la comunidad de Sta. María acudir á los Oficios divinos. Los migueletes, abandonando sus madrigueras, se lanzan beodos á la calle y, distribuídos en pelotones, recorren la villa en ademan hostil. Esperaban, á lo que se vió, un débil pretexto para convertirse en satélites activos del gran crímen que habia de expiar Ripoll con lágrimas de sangre, y un fatal descuido del inadvertido campanero del monasterio se lo proporcionó. No bien resonó en el espacio el . triste y lento tañer de la campana que llamaba á los monges á vísperas, cuando tiros aislados inauguraron el infame propósito. Siguieron gritos infernales, entre ellos la provocativa contraseña: ¡los facciosos escalan el monasterio y aquellos desalmados, mas áptos para gritar ¡Liver evohe! ¡Liver io! con las impúdicas bacantes del gentilismo, que para proferir, como proferian, el mágico nombre de libertad, eminentemente cristiano, volaron frenéticos al monasterio y, no sin premeditacion, recorrieron primero todos los ángulos del templo, todos los departamentos del palacio

abacial, todas las monacales moradas de la vila vella, ávidos de víctimas santas que, por desgracia, en aquel aciago dia no faltaron.

Mientras los dos crímenes se perpetraban en el fondo de dos humildes ,celdas, la mayoría de los migueletes, convertidos en sicarios incendiarios se entregaban, en el templo, á todos los excesos del saquéo. Derribaron ante todo, de su antíguo solio la Vírgen de Wifredo y todas las santas imágenes de los altares; hicieron trizas la grandiosa estátua de plata de S. Benito; destrozaron el magnífico órgano; rasgaron inestimables pinturas, y robaron del tesoro los vasos sagrados, las lámparas, los candelabros, los incensarios y demás objetos preciosos de que abundaba el monasterio, separando cuidadosamente el oro, plata y piedras preciosas de lo que, por no concederle aquellos vándalos, en su crasa ignorancia, ningun,valor, reservaban para el fuego ó para nuevas abominacionés.

Los últimos resplandores rojizos del crepúsculo de la tarde se iban desvaneciendo en la cordillera occidental del Catllar, cuando las téas incendiarias fueron aplicadas á los altares, y las áras, santas, convertidas en tederos, alumbraron. con siniestra luz repugnantes escenas, inauditas, increibles, pero ciertas, por más que la pluma se resista á describirlas.

JM Pellicer El Monasterio de Ripoll 1873

Contexto histórico en que se emmarca la destrucción del monasterio de Santa Maria de Ripoll III

La primera guerra carlista desde una óptica ripollesa

El general Llauder se había apostado en Vich esperando el resultado de las operaciones y comisión dada al general Basa y asegurar su retirada en caso de triunfar la revolución en Barcelona, a cuyo fin tomó la precaución de mandar al batallón de tiradores que se hallaba de destacamento en esta villa y con simpatías manifiestas para secundar el movimiento revolucionario de Barcelona, y que podía impedir el paso al general en caso de retirada, dispuso y mandó desde Vich salir el batallón de este punto dándole orden de marchar a la parte de Berga y San Lorenzo dels Piteus en persecución de los facciosos, dejando en esta villa un pequeño destacamento mandado por oficiales moderados que protegiesen su paso y cubriesen al mismo tiempo este punto; el batallón, compuesto como se ha dicho la mayor parte de oficiales de ideas exaltadas y revolucionarias, al saber los sucesos de Barcelona,….

Cronica de la villa y monasterio de Ripoll. Eudald Mirapeix i Illa, notari (1791-1858). [Transcripció realitzada per Eudald Graells i Puig l´any 1917, de l´original, facilitat per Ramir Mirapeix i Pagès, net de l´autor] 

Arxiu Comarcal del Ripollès

Contexto histórico en que se emmarca la destrucción del monasterio de Santa Maria de Ripoll I

La primera guerra carlista desde una óptica ripollesa.

Los partidarios de Carlos V no dudaban del triunfo de su causa, y los de Cristina, declarada reina gobernadora durante la menor edad de Isabel segunda, procuraban sostenerse en el poder y contener la rebelión que en varios puntos se había manifestado abiertamente; por el partido de Cristina se habían declarado todos los liberales y realistas moderados, los Grandes de España, a excepción de uno o dos, casi toda la nobleza, varios generales, magistrados y otros hombres de mérito que antes habían seguido las banderas realistas, los propietarios, los comerciantes y el pueblo de las ciudades, capitales y villas de la nación, los hombres pacíficos que cansados de tantos trastornos y revueltas creían de buena fe hallar en el reinado de Isabel segunda la justicia, paz y tranquilidad que tanto deseaban; al partido de Carlos V pertenecían los ultrarrealistas, una gran parte del clero secular, todos los religiosos de las órdenes eclesiásticas y el bajo pueblo de la población rural, mirando al infante don Carlos como un defensor acérrimo del altar y del trono, protector decidido de los derechos del clero, enemigo de toda reforma e innovación creyendo no sin fundamento que continuando el gobierno establecido por Cristina, volverían a gobernar los liberales, renacería pujante y altanera la Revolución, seguirían las reformas, se atacarían los derechos e inmunidades de la Iglesia y que se renovaría la persecución contra la religión y sus ministros.

Cronica de la villa y monasterio de Ripoll. Eudald Mirapeix i Illa, notari (1791-1858). [Transcripció realitzada per Eudald Graells i Puig l´any 1917, de l´original, facilitat per Ramir Mirapeix i Pagès, net de l´autor] 

Arxiu Comarcal del Ripollès (ACRI)

 

Servicio a la “francesa” o a la “rusa”

En la época de Fernando VII se estilaba el servicio de mesa a la “francesa”, los platos se colocaban todos al mismo tiempo sobre la mesa y los comensales se servían lo que querían. La comida solía terminar fría. En la época isabelina se introdujo en España el servicio a la “rusa”, que había llevado a Francia en 1809 el príncipe Kouriakin, embajador del zar Alejandro I y de Francia pasó a España a mediados de siglo. En este estilo, el servicio va llevando los diferentes platos que se colocan ante cada comensal, tal como se hace hoy en día. El servicio a la rusa implicaba que había un menú cerrado. Las piezas venían ya trituradas de la cocina manteniéndose siempre calientes. También aparecen las copas que se colocan en la mesa.

En el siglo XIX, la burguesía opta por preparaciones y menús opulentos, a menudo inspirados en la cocina francesa burguesa, que despreciaba las cocinas tradicionales y caseras como la catalana, la italiana y la occitana. Es en este siglo cuando aparece por primera vez en una referencia escrita el pan con tomate.

Los burgueses de casa acomodada tenían criadas y cocineros. Con unas recetas más refinadas que eran reflejo de la cocina francesa e italiana, consideradas de prestigio, la calidad se medía por la exclusividad y el precio del producto.

Las clases medias que tenían una cocinera, eran rechazadas y mal vistas por los cocineros y gastronomos. Se consideraba que no sólo sabían cocinar pocos platos sino que, además, por cuestiones físicas, no era bueno que estuvieran tanto tiempo de pie a lugares tan calurosos. Aun así los libros de cocina se dedicaban mayoritariamente a las mujeres, ya que eran las responsables de este aspecto de la vida familiar y, aunque no cocinaran ellas mismas, tenían que conocer los diferentes platos y cómo se cocinaban para asegurar que la alimentación familiar fuera la correcta y no se desperdiciaran alimentos.