Cata de José Raguer a Lucio Montagut sobre los hechos de Ripoll

Carta del medico José Raguer al farmaceutico Lucio Montagut

Ripoll 9 Junio de 1873

Mi caro amigo y dueño: no dedicándose V. ya á la política, le quedan mas horas de que podemos disponer sus amigos y así no lleve V. à molestia el que le consultemos nuestras eventualidades.
Me refiero à la cuestión de carabineros, pareciéndome que a no tardar debe venir un nuevo interrogatorio, mandándome declare sobre todo lo que vi y oí en cuyo caso no sé si vendria à propósito una declaración por el estilo.
“Que el día 22 de Mzo estaba en su casa recogido con su familia, que sobre las 5 de la tarde, después de parar el tiroteo del fuerte de S. Eudaldo, oyó voces de agua y socorro y entonces salió à la calle viendo quemada la puerta de la iglesia, y destruido en parte el tambor que encima de ella se había construido; que parte de la guarnición estaba en el tejado y en aquel momento bajaba una mujer de la torre al mismo;que como faltasen cuerdas y escaleras para bajarles del tejado, fue en busca de las primeras, mientras otros se procuraban las segundas,que mientras bajaba la guarnición se acercaron algunos carlistas, diciendo que por haber muerto y herido à algunos de sus compañeros debían también morir en seguida i que el les suplicó se calmasen y no alarmasen à sus compañeros; que luego tuvo que asistir un herido que estaba muy cerca de el y que lo fue sin duda por alguno de los proyectiles que quedarían dentro del tambor. Enseguida preguntó por la suerte de los prisioneros y como le dijesen, iban a ser pasados por las armas, fué en busca de otros paisanos para presentarse à Savalls, que encontró à uno à quien vió después en el acompañamiento de D. Alfonso y le pidió se interesase por ellos y le acompañase al citado cabecilla y le dijo que si bien haría lo primero no podía acceder à lo segundo por tener que ir a desempeñar una misión; que entonces se fue directamente à Savalls y este le dijo que en verdad había dado la orden y que solo dejaría de cumplirse en caso que se rindiese en seguida las demas fuerzas ( y aquí lo mas delicado) facultándole para en su nombre ponerlo en conocimiento del comandante, à lo que contestó que no teniendo representación oficial en la villa, siendo un particular deseoso de un acto humanitario, no era el quien debía desempeñar semejante comisión; pero que en atención à la vida de los prisioneros, no tenia inconveniente en hablar con el comandante referirle el estado de las cosas dejandole en completa libertad de acción; que se le permitió esto y para no ser molestado por los carlistas le acompañó hasta una esquina de las que dan al fuerte, uno que llevaba insignias de capitán, que entonces con peligro inminente de perder la vida fue al fuerte y refirió al comandante lo que lleva declarado, y preguntado por este, si le pedía que se rindiese le contestó se guardara bien de pedirle semejante cosa, por la responsabilidad que en ello podría contraer, que lo que solo deseaba era la salvación de aquellos individuos, que tan heroicamente defendieron su puesto. El capitán, después de agradecerle sus actos, le dijo estaba decidido à resistirse y como nosotros deploraba la muerte de aquellos valientes, que acompañado del capitán de guías fue a Savalls y le dijo que si no había otro medio dudaba fuese posible llegar a un acuerdo pues el honor no permitía al comandante militar acceder à sus pretensiones. Que entonces se retiró à su casa de la cual no salió hasta el 23 por la mañana que se presentó à uno que decían ser el jefe de ingenieros al mismo objeto y este, que es de suponer ignoraría las disposiciones tomadas dándole la casi seguridad de la salvación de sus vidas, como también el Sr. Galart que tiene el grado de coronel en las filas carlistas, asegurandole también este, haría valer su intercesión.
Que entonces volvió a su casa y sobre las diez, cesó el tiroteo corriendo en seguida la voz pública, de que el capitán se había rendido.
“Me olvidaba consignar que en el momento de dirigirme al fuerte el citado capitán de guías iba à entregarme un oficio que yo rechacé, diciéndole, que no estaba encargado de comisión alguna, y que si para ir al fuerte era preciso llevar el oficio primero me volvía a mi casa, y que al ir y venir oímos silbar balas.
Esto es lo que me parece consignar por mas que no es solo lo que hice pues el día 23 fuí a Campdevànol donde, à poco nos coge la columna del brigadier y no una sino varias veces intercedí con Galart, y los carabineros mismos y mas que todos el capitán deben saber las consideraciones que se les tuvieron y si pudo mi solicitud influir en ello, quizás no, pues esta en lo posible que si. Conozco que esta declaración tiene por lo menos dos defectos 1º su extensión; pero puede que así acabemos de una vez 2º “laus in ore propio vilis est” pero yo no sé como arreglarlo de otra manera. Por demas está decir, que recibiré como un obsequio el que V. corte, raye, etc añada, corrija cuanto le dé la gana esperando que una vez modificada me la devuelva por si llega el caso, que no dudo llegará, de tener que darla.
Otro asunto de carácter literario se me revuelve por la cabeza, que también consultaré con V.
Y hablando francamente; que le parece a V. este Belén? Los políticos cada uno lo resuelve con el triunfo de su opinión, lo que no politiqueamos, dudo haya uno vea mas alla del instante en que respira.
Si, como espero, puedo venir a visitarle, tendré una vivísima satisfacción, sino ò à la ida ò à la vuelta de Amelie dejese V. ver por aquí ¿Lo hará? Este es el deseo de mi familia que saluda afectuosamente à la suya en especial su…….
Pepe
Manuscrito Arxiu Comarcal del Ripollès

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