Quema y destrucción de archivos por parte de las tropas carlistas en la 3ª guerra carlista (Ripollès).

Boletín Oficial de la Província de Gerona (BOPG)

BOPG miercoles 14 de mayo 1873

«Registro num 591.

«…Por el presente edicto cito, llamo emplazo á Eudaldo Parés, conocido por Andalet de Besora, gefe de una partida carlista y contra quien instruyo causa criminal de oficio por el delito de incendio de los libros y documentos del Registro civil de Vallfogona, para que en el término de nueve días á contar desde su insercion en …»

«Registro num 601.

«…Hallandome sumariando al paisano Narciso Bosch por el delito de haberse presentado con una partida carlista el veinte y ocho de Enero último en la villa de Castellón de Ampurias y el quince del de Febrero en San Pau, quemando en uno y otro los libros del registro civil, usando de la jurisdicción que el gobierno de la nación…»

BOPG lunes 16 de junio 1873

«Registro núm. 710.

«…Por el presente edicto cito, llamo y emplazo al cabecilla carlista Saballs, contra quien instruyo sumaria por los delitos de incendio de los libros del Registro civil de Gombreny …»

BOPG miercoles 13 de agosto 1873

Registro núm. 916.

«…Por el presente edicto cito llamo y emplazo á Onofre Pérez gefe de una partida carlista y contra quien instruyo causa criminal de oficio por los delitos de incendio de los libros del Registro civil de Ribas y de intimidación grave á la Autoridad con ocasión de sus funciones, para que en el término de nueve días á contar desde su inserción en la Gaceta de Madrid…Dado en Puigcerdà á veinte y cuatro Mayo mil ochocientos setenta y tres. »

BOPG lunes 01 de septiembre 1873

«Registro num. 1023.

«… Usando de las facultades que me conceden las Reales órdenanzas del ejército, por el presente cito llamo y emplazo por primer edicto y pregon á D. Francisco Saballs y Masot, cabecilla carlista que vaga por esta provincia, para que dentro del término de treinta dias á contar desde la fecha, se presente en esta fiscalia sita én la calle de la Libertad num. ocho, á responder á los cargos que contra el resultan en causa que en la misma se sigue sobre destrucción de los libros y demás documentos del Registro Civil del pueblo de Caralps apercibiéndole de que si no comparecíese dentro del término…»

BOPG lunes 22 de diciembre 1873

«Registro núm. 1515.

«… Usando de las facultades que me conceden las reales ordenanzas del ejercito, por el presente, cito, llamo y emplazo, por primer edicto al cabecilla carlista José Falera natural de S. Pablo, de esta provincia avecindado en Seguries, para que dentro del término de treinta dias á contar desde esta fecha se presente en la cárcel pública de esta villa, á responder à los cargos que contra el resultan, en causa que contra el mismo estoy instruyendo, acusado del delito de la quema de los libros del registro civil del Pueblo de Pardinas, apercibiéndole de que si no compareciese…»

El asedio de 1873 durante la 3ª guerra carlista

Esta publicación de la Associació Palimpsest, continuación de la propuesta “El Setge de Ripoll”, quiere aportar una nueva visión sobre la 3ª Guerra Carlista (1872-1876) a través de la lectura directa de textos de la época. La selección de textos se centra en recoger la manera en la que Ripoll y alrededores vivieron esta nueva guerra civil, que supuso una nueva ocupación carlista en 1873, año en que la población aún no se había recuperado de la destrucción impuesta en mayo de 1839.

Los textos que presentamos son todos fuentes primarias, con toda su subjetividad. Entre ellos encontramos partes militares, noticias de medios periodísticos de ambos bandos, crónicas de protagonistas (como las memorias de María de las Nieves de Braganza y Borbón) y transcripciones de diversos documentos inéditos manuscritos, custodiados en el Archivo Comarcal del Ripollès.

Uno de los protagonistas más destacados de estos sucesos fue Francesc Savalls, general y héroe para unos, cabecilla autoritario y sanguinario para otros. Savalls ya había participado en la primera y la segunda guerras carlistas, pero es en esta tercera cuando su nombre será conocido por doquier, rodeado de una gran controversia incluso en el bando carlista. En algunos textos de la época se pone de manifiesto su falta de escrúpulos y de respeto por las incipientes normas de codificación internacional relativas a las leyes de la guerra.

No pretendemos juzgar al personaje (eso es cosa vuestra), sino rescatar las noticias de la época que hablan de sus actos militares, como la batalla de Toix, así como sobre el miedo que causaban, entre sus contemporáneos, las noticias de los fusilamientos indiscriminados que dirigía, recordados en los todavía existentes monolitos de Llaers y Sant Joan de les Abadesses (reproducimos los listados de los oficiales y soldados muertos).

Asimismo, la selección de textos también permite observar la guerra de desinformación a la que jugaban los dos bandos con noticias y rumores falsos publicados en la prensa. El retrato de Francesc Savalls concluye con artículos pertenecientes a la segunda mitad del siglo XX, en los que es considerado de nuevo un héroe, en unos textos que relacionan la Guerra Civil (1936-39), y sobre todo a sus vencedores, con las anteriores guerras civiles del siglo XIX.

Desde la Associació Palimpsest no pretendemos hacer un análisis de los hechos, sino facilitar un acercamiento a los hechos desde la subjetividad de los textos y fuentes primarias. Creemos que es una manera de acercar estos sucesos, y que una nueva lectura de textos de la época ayuda a generar interés y a sumergirse en ese convulso siglo XIX.

Ripoll 1873 durante la 3ª guerra carlista

Los zuavos pontificios

Se ha hablado ampliamente de la pertenencia de Savalls a los zuavos pontificios junto al hermano del pretendiente, como lugarteniente o ayudante, pero en las memorias de Alfonso Carlos sobre su pertenencia al cuerpo de zuavos y la defensa de Roma no se le menciona ningún vez.
Aún así encontramos su nombre en la lista de los enrolados, Savalls Francesco residente en Vicolo della Campanella nº 6 en Roma.

Imagen de Zuavo pontificio, 1865. Wikipedia

 

Fragmento de la encuesta sobre los hechos

Declaración 1ª

Si la noche del día 22 de Marzo último, en que los carlistas estaban atacando la espresada villa se presentaron en comisión al comandante militar de la misma à ultimarle la rendición, porque causa y que les contestó el expresado gefe.

Contestación

Que no formó parte de comisión ni llevó intimidación alguna, sino que habiendo presenciado la triste suerte que cupo a los individuos que defendían el puesto de la torre de San Eudaldo y habiendo oído que iban à ser pasados por las armas fué al fuerte y como particular y sin significación política ofreció al comandante militar sus servicios en todo lo que se dirigiera à la salvación de aquellos infelices; y después de mostrarles su agradecimiento por este acto, añadió que su deber era resistirse y eso es lo que haría en caso de que se le atacase.

Declaración 2ª

Pregunta 1ª

¿Que dia fué atacada la villa por los carlistas, à que numero ascendian estos y de que pertrechos de guerra se valieron para ello?

Contestación

Que según voz pública eran de 500 à 600 y que se valieron de fusiles, petroleo y un cañon.

Pregunta 2ª

Si se presentaron en comisión al comandante militar de la espresada villa para tratar de la rendición y porqué causa.

Contestación

Que como dice en su anterior declaración, no fue al fuerte comisionado; sino que habiendo presenciado la suerte que cupo à los individuos que defendían el puesto de la torre de San Eudaldo (1) fue al fuerte (2) haciendo notar ante todo al comandante del mismo, que no iba con carácter político, sino como simple particular que deseoso tan solo de la salvación de la vida de los prisioneros iba à ponerse à sus órdenes, por si creia conveniente utilizar sus servicios al indicado objeto.
(1) y habiendo oído iban à ser pasados por las armas
(2) cerca las seis horas de la tarde

Pregunta 3ª

¿Si aconsejaron al capitán se rindiese y en que se fundaron para ello?

Contestación

Que refirió todo lo que había presenciado y oído y no dió consejo.

Pregunta 4ª

¿Que tiempo duró el ataque y que el cese de defensa hizo la guarnición allí acantonada?

Contestación

Que el fuego duró unas 20 horas, que solo puede declarar de la guarnición de S. Eudaldo la cual hizo una resistencia muy grande.

Manuscrito Arxiu Comarcal del Ripollès

 

 

Contestación de Lucio Montagut a José Raguer

Contestación del farmaceutico Lucio Montagut al medico José Raguer

Sr. D. José Raguer Ripoll

Puigcerdà 20 Mayo de 1873

Muy Sr. mioy amigo; después de discurrida y consultada la declaración que se debe dar, es como sigue y verdadera.
“ Que habiendo por desgracia presenciado la triste suerte que el dia 22 de Marzo pasado cupo a los leales y valientes que defendieron la torre de San Eudaldo, en fuerza de la amistad que mediaba para con el comandante militar de la villa, resolvimos, sin ningún carácter de comisión, manifestar a dicho comandante militar, lo que había pasado en la referida torre de San Eudaldo, quien nos contestó que debían haber muerto, antes que rendirse y que el aun lo haría si se le atacaba.

D. V. atentamente agosto 73
Lucio Montagut

Manuscrit Arxiu Comarcal del Ripollès

Cata de José Raguer a Lucio Montagut sobre los hechos de Ripoll

Carta del medico José Raguer al farmaceutico Lucio Montagut

Ripoll 9 Junio de 1873

Mi caro amigo y dueño: no dedicándose V. ya á la política, le quedan mas horas de que podemos disponer sus amigos y así no lleve V. à molestia el que le consultemos nuestras eventualidades.
Me refiero à la cuestión de carabineros, pareciéndome que a no tardar debe venir un nuevo interrogatorio, mandándome declare sobre todo lo que vi y oí en cuyo caso no sé si vendria à propósito una declaración por el estilo.
“Que el día 22 de Mzo estaba en su casa recogido con su familia, que sobre las 5 de la tarde, después de parar el tiroteo del fuerte de S. Eudaldo, oyó voces de agua y socorro y entonces salió à la calle viendo quemada la puerta de la iglesia, y destruido en parte el tambor que encima de ella se había construido; que parte de la guarnición estaba en el tejado y en aquel momento bajaba una mujer de la torre al mismo;que como faltasen cuerdas y escaleras para bajarles del tejado, fue en busca de las primeras, mientras otros se procuraban las segundas,que mientras bajaba la guarnición se acercaron algunos carlistas, diciendo que por haber muerto y herido à algunos de sus compañeros debían también morir en seguida i que el les suplicó se calmasen y no alarmasen à sus compañeros; que luego tuvo que asistir un herido que estaba muy cerca de el y que lo fue sin duda por alguno de los proyectiles que quedarían dentro del tambor. Enseguida preguntó por la suerte de los prisioneros y como le dijesen, iban a ser pasados por las armas, fué en busca de otros paisanos para presentarse à Savalls, que encontró à uno à quien vió después en el acompañamiento de D. Alfonso y le pidió se interesase por ellos y le acompañase al citado cabecilla y le dijo que si bien haría lo primero no podía acceder à lo segundo por tener que ir a desempeñar una misión; que entonces se fue directamente à Savalls y este le dijo que en verdad había dado la orden y que solo dejaría de cumplirse en caso que se rindiese en seguida las demas fuerzas ( y aquí lo mas delicado) facultándole para en su nombre ponerlo en conocimiento del comandante, à lo que contestó que no teniendo representación oficial en la villa, siendo un particular deseoso de un acto humanitario, no era el quien debía desempeñar semejante comisión; pero que en atención à la vida de los prisioneros, no tenia inconveniente en hablar con el comandante referirle el estado de las cosas dejandole en completa libertad de acción; que se le permitió esto y para no ser molestado por los carlistas le acompañó hasta una esquina de las que dan al fuerte, uno que llevaba insignias de capitán, que entonces con peligro inminente de perder la vida fue al fuerte y refirió al comandante lo que lleva declarado, y preguntado por este, si le pedía que se rindiese le contestó se guardara bien de pedirle semejante cosa, por la responsabilidad que en ello podría contraer, que lo que solo deseaba era la salvación de aquellos individuos, que tan heroicamente defendieron su puesto. El capitán, después de agradecerle sus actos, le dijo estaba decidido à resistirse y como nosotros deploraba la muerte de aquellos valientes, que acompañado del capitán de guías fue a Savalls y le dijo que si no había otro medio dudaba fuese posible llegar a un acuerdo pues el honor no permitía al comandante militar acceder à sus pretensiones. Que entonces se retiró à su casa de la cual no salió hasta el 23 por la mañana que se presentó à uno que decían ser el jefe de ingenieros al mismo objeto y este, que es de suponer ignoraría las disposiciones tomadas dándole la casi seguridad de la salvación de sus vidas, como también el Sr. Galart que tiene el grado de coronel en las filas carlistas, asegurandole también este, haría valer su intercesión.
Que entonces volvió a su casa y sobre las diez, cesó el tiroteo corriendo en seguida la voz pública, de que el capitán se había rendido.
“Me olvidaba consignar que en el momento de dirigirme al fuerte el citado capitán de guías iba à entregarme un oficio que yo rechacé, diciéndole, que no estaba encargado de comisión alguna, y que si para ir al fuerte era preciso llevar el oficio primero me volvía a mi casa, y que al ir y venir oímos silbar balas.
Esto es lo que me parece consignar por mas que no es solo lo que hice pues el día 23 fuí a Campdevànol donde, à poco nos coge la columna del brigadier y no una sino varias veces intercedí con Galart, y los carabineros mismos y mas que todos el capitán deben saber las consideraciones que se les tuvieron y si pudo mi solicitud influir en ello, quizás no, pues esta en lo posible que si. Conozco que esta declaración tiene por lo menos dos defectos 1º su extensión; pero puede que así acabemos de una vez 2º “laus in ore propio vilis est” pero yo no sé como arreglarlo de otra manera. Por demas está decir, que recibiré como un obsequio el que V. corte, raye, etc añada, corrija cuanto le dé la gana esperando que una vez modificada me la devuelva por si llega el caso, que no dudo llegará, de tener que darla.
Otro asunto de carácter literario se me revuelve por la cabeza, que también consultaré con V.
Y hablando francamente; que le parece a V. este Belén? Los políticos cada uno lo resuelve con el triunfo de su opinión, lo que no politiqueamos, dudo haya uno vea mas alla del instante en que respira.
Si, como espero, puedo venir a visitarle, tendré una vivísima satisfacción, sino ò à la ida ò à la vuelta de Amelie dejese V. ver por aquí ¿Lo hará? Este es el deseo de mi familia que saluda afectuosamente à la suya en especial su…….
Pepe
Manuscrito Arxiu Comarcal del Ripollès

El parte del comandante militar, capitán D. Francisco Villanueva

El parte del comandante militar, capitán D. Francisco Villanueva, fechado en Ripoll el 4 de Abril, dice así:
”Hasta hoy no me ha sido posible dar el parte de la acción habida en esta villa con la facción Savalls, los días 22 y 23 del mes anterior, por hallarme prisionero, y es como sigue:=A las diez de la mañana oí dos disparos de la guardia de San Eudaldo, y me dirigí á este punto con objeto de que el cabo me dijese la novedad; después fui á la palanca que sale para Vich, y habiéndome noticiado dos soldados situados allí que habían visto fuerzas enemigas, recorrí el recinto, y encargué que, si llegasen aquéllas en número superior, se retirasen las parejas á los grupos. Media hora después recibí oficio de Savalls, intimando la rendición, y no le contesté. = A las once de la mañana se vieron fuerzas muy numerosas, con caballería y artillería, y seguidamente se oyeron muchos disparos al son de ataque dado por sus cornetas, y mucha gritería. = Entraron por cuatro partes, y dió principio el fuego por todos los puestos de la guarnición. =A las cinco de la tarde pegaron fuego á la iglesia de San Edualdo, donde había una guardia de 12 hombres con un cabo.= Yo me encontraba de cuarto en cuarto de hora sobre los tambores fortificados y grupos.=A las once de la noche me preguntó el alférez, sargento primero, D. Juan Cros, si se le permitía retirarse á la casa del frente, porque la suya se hallaba agujereada por los sitiadores, y le contesté que colocara en la parte destrozada dos individuos, y que los restantes recorrieran la casa, pues verificar lo que deseaba era aislarse y ponernos más reducidos, y no podía ser. = Durante el resto de la noche, estuvimos oyendo los trabajos de zapa que empleaban en agujerear casas y hacer minas para volar los tambores. = A las dos de la mañana, el grupo de frente á los tambores pedía traslado á esta casa, porque las que ocupaba estaban agujereadas por varias partes y por bajo de aquélla, y tuve que retirarlos y proteger su paso. =A las ocho de la mañana se oyeron varios tiros de cañón.=A las nueve de la noche se presentó un paisano, con el segundo parte de la rendición, que copiaré en lugar correspondiente, y tampoco hice caso. =Dos comisionados vinieron á empeñar su palabra para la rendición, el médico Raguer y el farmacéutico Lucio Montagut, y fueron desatendidos. =A las siete de la mañana vi colocar dos fuertes barricadas, una á la punta del puente que sale para Olot, y la otra á 40 pasos, ambas frente al tambor pequeño. =Durante toda la noche nos tiraron muchas mechas encendidas y petróleo para alumbrarse y ver los sitios que debían atacar. = A las diez de la mañana, el alférez D. Salvador Fernández, el sargento Matías March y un grupo de fuerza de los pelotones, se me presentaron, diciendo que había empezado la artillería á trabajar, que tenía el enemigo almacenes de botellas de petróleo, y daba principio á incendiar, que no se sabía nada de columnas para el auxilio, y que sería del todo forzoso tratar de la entrega; pero como en la noche anterior les había dicho que habíamos de morir en las ruinas, no tenían buenas esperanzas de mi contestación. =Tuve que acceder á sus deseos y toqué parlamento. =Se presentó el coronel carlista D. Franfcisco de Paula Galart, y me manifestó hallarse autorizado para atender á mis peticiones: me condujeron á la plaza, donde se hallaba reunido el ayuntamiento, dispuesto á pedirme la suspensión del fuego, y aquel jefe me acompañó á presencia del Infante y Savalls. =Todo fue inútil, y nada se cumplió. =El resultado, Excmo. Sr. fue el fusilar siete carabineros (murió uno abrasado por las llamas) y tres soldados, todos pertenecientes á la guardia de San Eudaldo, un carabinero herido, cortados tres dedos de la mano derecha por una bala. = Nos han despojado de la ropa y efectos de mi caballo.=En las veinticuatro horas del terrible fuego, la fuerza se ha portado con la mayor bizarría, pero V. E. ha de comprender que con 90 carabineros y los soldados heridos, enfermos y rezagados de las columnas, mal municionados, con las peores armas de sus compañías; es imposible subsistir y dar frente en una fortaleza de muy malas condiciones. =He oído decir al coronel Cabrinety, que estas obras de defensa no sirven para nada, y sólo el cumplimiento de mis deberes y el obedecer ciegamente lo que se me manda, fueron motivos que me obligaron á callar y esperar la muerte con todo conocimiento.”
Copia de los dos oficios de SavalIs, que se citan:
“Comandancia general de las provincias de Gerona y de Barcelona. =En nombre de S. A. R., el Serenísimo Sr. D. Alfonso de Borbón y de Austria, Capitán general de este Principado, intimo á V. la rendición de la plaza de Ripoll, deponiendo inmediatamente las armas á los pies de S. M. D. Carlos VII, Rey legitimo de España.==Si cumple V. la presente orden, garantizo, bajo mi palabra, la más completa seguridad, tanto por la vida como por la libertad, á todos, absolutamente todos, los señores jefes y oficiales y soldados de esa guarnición. En caso de inesperada negativa ó temeraria resistencia, prometo á V. verificar acto seguido el cañoneo y, ataque del fuerte, declinando sobre V. toda responsabilidad á que diera lugar su obcecación. Treinta minutos de tiempo tiene V. para resolver. =Dios guarde á V. muchos años.=Campo del honor 24 de Marzo de 1873.=El Mariscal de Campo, Comandante general, Savalls.=Sr. Comandante militar de Ripoll.”
“Ejército Real de Cataluña.=Los soldados de San Eudaldo están rendidos y prisioneros. =Esta es la última vez que admito parlamento. =Si no se rinde V. inmediatamente á discreción, no daré cuartel á nadie absolutamente.=EI Comandante general, Savalls.
“Fuerza de la 2ª compañía de carabineros prisionera:
HOMBRES
Fuerza presente el día 22 en Ripoll ………………………………………………………………………………….89.
BAJAS Y MOTIVOS
Quemado por las llamas en la iglesia de San Eudaldo: Ignacio Villanueva Oliva…………………….. 1
Fusilados en el pueblo de Campdevànol: José N ovoa López, Manuel Velasco Hernández,
Tomás Alonso é Ignacio Rian Montulat……………………………………………………………………………… 4
Fusilados en un barranco cerca de Gombreny: Juan Ariye y Mazl
é Isidro Domenech Caralps……………………………………………………………………………………………… 2
Desaparecidos: el alférez D. Salvador Fernández Gómez, Jacinto Bello Gausido, Silvestre
Gratacos Agustí, Diego Alvaro Fernández, Antonio Bouzas GamaIlo, Eustaquio González
López, Laureano Conde Mata y Juan Ibarts é lbar ……………………………………………………………… 8
Enfermo en Gombreny: Clemente Cadavis (Constantino, Gómez, para cuidarle)……………………. 2
Herido en Ripoll: Francisco Cabanas ………………………………………………………………………………..1
Pasado á las filas carlistas: Magín San Martín……………………………………………………………………. 1
Total…………………………………19 Quedan…….…………………………………………………………………….70
“Los individuos fusilados, 10 han sido por el motivo que se hallaban en San Eudaldo, y sacaron bandera blanca, en señal de entrega, y cuando se aproximó el enemigo, hicieron una descarga, con la cual mataron á uno é hirieron á tres más.=Francisco Villanueva.»
Acerca del ataque de Ripoll, dice una narración carlista: “Como la columna Vega, procedente de Vich, no había podido abrirse paso, teniendo que retroceder al punto de partida, siguió el ataque de Ripoll. Los carlistas prenden fuego á la parroquia, sus defensores se rinden, excepto cuatro, que seguían disparando, por lo que Savalls los mandó fusilar. Continuó el ataque contra los dos fuertes, y para batir de cerca á los enemigos, se colocó el cañón en la casa de Rudallés. Allí es herido el jefe de artillería Sr. Segarra, pero del cañón se encarga el comandante Serrano Casanova, y sigue haciendo fuego, y á su amparo van los carlistas estrechando la guarnición. Entonces saben lo carlistas que de Olot viene en socorro de los sitiados una columna, y mandan para contenerla parte del 4º de Gerona, y aprietan el ataque. Los de la casa-cuartel se rinden sin condiciones; los de la Iglesia, también, y los carlistas, dueños de la guarnición y el pueblo, no pueden sin embargo gozar de la victoria. La columna que viene de Olot en socorro de los sitiados llega y los vencedores tienen que salir hacia Campdevanol, donde ya estaban los Infantes y Savalls. Al frente de la columna venía
un hombre desconocido hasta entonces; el brigadier Martínez de Campos, oficial de Estado Mayor, que se había distinguido en Cuba, y que ansioso de lauros, venía apresuradamente á libertar á Ripoll: ¡Grande fue su despecho al ver que llegaba tarde!“
Enterado el Ministro de la Guerra de lo ocurrido en Ripoll y de los inhumanos y bárbaros fusilamientos de referencia, dirigió con fecha 26 de Marzo á los capitanes generales de los distritos la circular siguiente:
“La facción Savalls atacó en la noche del 22 del corriente mes la villa de Ripoll, y no respetando las leyes de la guerra ni el valor heroico de un corto destacamento de carabineros, de un cabo y ocho hombres, que cumpliendo con sus sagrados deberes militares defendieron con bravura el puente de San Eudaldo, habiendo la facción conseguido incendiar dicho puente y rendir aquella pequeña fuerza, después de morir dos asfixiados, ha pasado por las armas al poco rato de vencidos á este puñado de valientes. = Un hecho de tal naturaleza, cuando la benignidad del Gobierno se ha manifestado constantemente, otorgando generosas y repetidas amnistías, prueba demasiado, no sólo el bandolerismo de las facciones, sino la ingratitud con que los partidarios del absolutismo interpretan los sentimientos de piedad con que han sido tratados. Demostrando este inaudito atentado y otros no menos horribles, que los carlista perseveran en su vandálica guerra, asolando el país en nombre de la Patria, destruyendo sus comunicaciones y obras públicas en nombre de la prosperidad nacional, incendiando los hogares en nombre de la familia, robando los pueblos en nombre de la propiedad, y asesinando mujeres indefensas y bravos soldados en nombre de la religión; el Gobierno de la República, en defensa de tan altos intereses, se ve en el caso de prevenir á V. E.: Primero- Que las autoridades militares y los jefes de columnas impriman la mayor actividad posible á las causas de cuantos prisioneros se hagan, á los cuales deberán aplicar los Consejos de guerra todo el rigor de las Ordenanzas: Segundo- Que á los que auxilien ó patrocinen el sostenimiento de las facciones, se les prenda y someta á los Consejos de guerra: y Tercero- Que se redoble la persecución hasta conseguir el completo exterminio de estas partidas, que deshonrando con sus hechos su propia causa, nos deshonran también ante el mundo civilizado. Por último, para el mejor cumplimiento de estas disposiciones, las autoridades militares se pondrán de acuerdo con las civiles, que recibirán oportunamente por sus respectivos ministerios las convenientes instrucciones. = Lo digo á V. E. para su conocimiento y efectos expresados.”

 

Narración Militar de la Guerra Carlista de 1869 a 1876, sobre el sitio y caida de Ripoll

Narración Militar de la Guerra Carlista de 1869 a 1876 por El Cuerpo de Estado Mayor. Publicada por el depósito de guerra 1887

En la noche del 21 regresó Martínez de Campos á Besalú, donde había dejado su columna, con el fin de operar en dirección de Ripoll, y pernoctó el 22 en Ridaura. Supo á las cinco de la mañana del 23, que los carlistas atacaban á Ripoll, é inmediatamente se dirigió á este punto, con objeto de auxiliar á su destacamento.
Las fuerzas enemigas que llevaron á cabo esta operación, se componían de los batallones 1º, 3º y 4º de Gerona, el llamado de Zuavos, organizado recientemente con algunos extranjeros y desertores del ejército, y un escuadr6n de caballería, y contaban con una pieza de artillería fabricada en Gerona. D. Alfonso y Savalls estaban al frente de ellas.
Campos dió cuenta de su movimiento al General en Jefe, en los siguientes términos:
«En el día de ayer continué mi marcha de Besalú á Ridaura, donde pernocté, porque el estado de los caminos había fatigado á la tropa. A las cinco de la mañana recibí aviso de que Barrancot había entrado en el pueblo de Ripoll y empezado el fuego contra los carabineros, empleando el cañón, y que Savalls estaba próximo. Inmediatamente emprendí la marcha, y llegué sin obstáculo, á las doce y media, á Ripoll. A la entrada de la población me salieron á recibir multitud de personas, diciendo que los carlistas acababan de salir con los carabineros y soldados que había en el pueblo, que habían sido hechos prisioneros; sin pérdida de momento avancé á la carrera con la vanguardia, y siguió al mismo paso toda la fuerza, que por la estrechez del camino venía un poco esparcida. Envié delante la caballería al galope, por si podía alcanzar al enemigo, antes de llegar á Campdevànol: aquélla llegó á la entrada del pueblo, y fue recibida por una descarga general, y en su vista, como le había prevenido, retrocedió hasta encontrarnos, A los cinco minutos se rompió el fuego, y viendo que la posición en anfiteatro de este pueblo, con muchas casas esparcidas por las lomas de derecha é izquierda, hacia muy difícil el acceso á él, rompí el fuego con la arti11eria y envié flanqueos por las poco accesibles alturas de ambos costados. No pudo la fuerza de la izquierda pasar del río Fréser, que venia muy crecido y arrebató los soldados que quisieron cruzarlo, viéndose éstos muy expuestos á ser arrastrados por la corriente. El enemigo, posesionado de aquel lado del pueblo, en número, según unos, de quinientos, según otros, de más de mil, mandados por Savalls y Barrancot, con el hermano del Pretendiente, hizo bastante resistencia, parapetado en las casas y en las cercas. La artillería, con sus fuegos poco eficaces, á pesar de haber gastado 51 granadas, me ha dejado altamente descontento de su poca habilidad y valor; su indecisión en avanzar paró el ímpetu de la infantería, y dió lugar á que en parte de ésta, falta de oficiales y sin prestigio la mayoría de los que quedan en algún batallón, se confundieran unas compañías con otras y fuera imposible el mando, sin obedecer toques de corneta; no resultando más que esfuerzos individuales (los cuales, como V. E. no ignora, solo sirven de confusión para estos casos) sin que bastaran los de los dos beneméritos jefes para remediar el mal, ni el que yo enviara los tres ayudantes de V. E. á tratar de reorganizar compañías mandadas por sargentos ó por alféreces recién ascendidos. El corto batallón de Cataluña, que no pudo cruzar el Fréser, y al cual envié á las lomas de la derecha, adelantando una compañía apoyada por unos cuantos soldados de Cuba, entró en el pueblo y tomó varias casas; este movimiento que una hora antes me hubiera permitido envolver la posición, aunque conveniente, fue tardío. Los toques de alto el fuego, mis reiteradas órdenes, y aun algún castigo, fueron insuficientes
para evitar el gasto de municiones. Mi objeto principal, que era el rescatar los carabineros, no podía ya tener efecto; estaba á tres jornadas largas de Gerona; tenía gastadas las nueve décimas partes de las granadas de la artillería, las dos terceras partes de las municiones del batallón de Cuba y una cuarta parte de las del de Cataluña: por todo lo cual, aunque con pesar, y no haciéndonos fuego más que de la ermita, en aquel momento emprendí mi movimiento de retroceso hacia Ripoll, siendo seguido por unos veinte ó treinta hombres que desde las cumbres nos hacían algunos disparos. =EI teniente coronel Darder mandaba un escalón, y yo otro, para proteger la retirada, que fue en lo que hubo más orden. El enemigo se ha retirado á Gombreny, Sudoeste de Ribas. Nuestras bajas han consistido en dos muertos, siete heridos de tropa, varios contusos, un caballo muerto, dos heridos, uno de ellos el que yo montaba. Individualmente estoy satisfecho de casi todos, especialmente de los ya mencionados; colectivamente, sólo de la caballería, en primer término, y de la cuarta compañía de Cataluña, cuyos comandantes son el alférez D. Juan Barrera y D. Federico Rubín, y del sargento y los soldados de Cataluña, Valentín Casado y Tomás López, y el trompeta de caballerla José Torres – Creería, Excmo. Sr., faltar á mi deber ante V. E. y ante el país, si no dijera á V. E. la verdad: muchas causas han contribuido á que la acción haya sido indecisa, si bien las bajas del enemigo según dicen (que yo no sé) han sido mucho mayores que las nuestras; primero, la difícil jornada, estar el soldado sin comer y sin beber, cargado con morrales que pesan excesivamente y son innecesarios para operaciones de tan corta duración; segundo, no haber acémilas para municiones; tercero, la noticia ignorada de la poca delantera del enemigo y mi anhelo y precipitación en querer salvar á los prisioneros, de los cuales trece fueron fusilados por Savalls; cuarto, la debilidad, por no decir otra cosa, del jefe de carabineros de este puesto, que siendo él el único herido, rindió los fuertes á las diez de la mañana; quinto, que no se improvisan oficiales; sexto, el olvido de nuestras sábias Ordenanzas, que imponen castigos graves por las menores faltas de disciplina ó de subordinaci6n; teniendo en cuenta que únicamente así es como se puede mandar tropas. =Si V. E. me autoriza á hacer uso de la Ordenanza y á corregir y á castigar enérgicamente las murmuraciones y desobediencias de los soldados; si V. E. reclama del Ministro de la Guerra y me envía enseguida el completo de buenos oficiales, no afiliados á partidos, y que no se hayan pronunciado nunca, fieles guardadores de los preceptos de la ordenanza, yo restableceré el espíritu de las fuerzas de mi mando á la altura necesaria. = Triste es decirlo, Excmo. Sr. : según me asegurán los oficiales prácticos en esta guerra, la acción de hoy, que yo pinto con tristes colores, es una de las más importantes que ha habido desde el principio de la campaña; pero yo no invento muertos, yo no
supongo prisioneros ó paisanos cogidos como hoy es costumbre; digo la verdad, para que V. E., el Gobierno de la República y la Nación, con mejor criterio que yo, vean el mal que existe y apliquen el remedio.=En el combate sostenido por los carabineros, las bajas causadas al enemigo han sido nueve muertos y más de 20 heridos. Se ha verificado, Excmo. Sr., lo que hace dos días anuncié á V. E.: más de 100 de los mejores soldados del ejército se han rendido á sólo 400 que atacaron este pueblo, al ver el cañón y creyéndose aislados. =Por desgracia, los nueve valientes que más se han sostenido, han sido fu silados. = Temo mucho por los destacamentos de las zonas de Puigcerdá, Bañolas y otras, en las que iremos perdiendo poco á poco la tropa y la fuerza moral.=Según las noticias que tenga esta noche, volveré sobre Gerona y haré avanzar á Cabrinety con municiones de repuesto.=También tendré en cuenta el estado de la tropa, pues temo el desorden. =Ruego á V. E. me manifieste si puedo hacer propuesta de los que se han distinguido, y en qué número, pues estos no son responsables, ya de mi poco acierto, ya de las dificultades que hayan surgido, que á mí juicio
han sido insuperables; debiendo significar á V. E. que la fuerza de esta columna es, tres jefes, cuatro capitanes, 20 subalternos y 840 individuos de tropa.»
Desde el mismo punto decía el 25 al General en Jefe:
“Adjunta tengo el sentimiento de acompañar á V. E. copia del parte que me ha dado el alférez de carabineros del puesto de Ripoll, sobre la rendici6n de aquel destacamento el día 23 del actual.=Según las noticias particulares que he tenido, y lo que la impresión de los lugares me ha hecho comprender, el ataque fue mal dirigido, los resultados de los tiros de cañón casi nulos y á su vez la defensa poco acertada y débil, y las casas y los puestos mal escogidos. Sólo los de la Torre de San Eudaldo parece ser que cedieron cuando el fuego les amenazaba y el humo del petroleo y leña les asfixiaban. Estos son los únicos que se portaron bien, y que según se me ha asegurado, han sido fusilados: primero, el 22 nueve, el 23 dos, y el 25 otros dos, siendo el total 13, siete de ellos carabineros y seis soldados de los que estaban allí por enfermos y por incorporar. Nadie comprende la rendición del resto, y la voz pública la atribuye á cobardía del comandante del puesto ó á traición del mismo.= Sus resultados no han podido ser más deplorables, tanto en el orden moral como en el material, pues los enemigos se han hecho con 130 armamentos buenos y bastantes municiones, por haber gastado pocas la guarnición. = Creo que procede, Excelentísimo señor, la formación de causa y recordar en orden general cuándo es licita la entrega de un puesto, y las precauciones que es necesario tomar tanto respecto á la defensa como á la elección de puntos fortificados, víveres, agua y municiones que debe haber dentro, y que todos sean revistados por oficiales de Ingenieros y de Estado Mayor. = Juzgo que Ripoll es punto que debe tener guarnición, y tanto éste como Olot deben tener piezas de artillería y depósito de municiones para infantería.=Se han escapado varios carabineros, entre ellos el alférez que da el parte, y Savalls ha soltado á los individuos de tropa.”
Copia que se cita. =Carabineros del Reino. = Comandancia de Gerona.=2ª compañía.=A las siete de la mañana del día 22 del actual tuvo noticia el señor comandante militar y capitán accidental de la 2ª compañía, que de la parte de San Quirse subía una partida de la facción Savalls, de unos 1.000 hombres de infantería y algunos caballos. A las nueve de la misma, la guardia de San Eudaldo hizo la señal de que se acercaba el enemigo, y acto seguido, dicho señor comandante dispuso que se cubriesen las entradas de la población, á fin de impedir la de los carlistas; éstos se apoderaron de una casa cerca de la villa, donde sostuvieron el fuego por espacio de tres horas, y al cabo, desplegados en guerrilla, lograron entrar en la parte baja del pueblo. Entonces, se retiró la guarnición á los puntos previamente designados, y fueron reforzadas las guardias de San Pedro y San Eudaldo, con cuatro hombres más, hasta el total de 12 individuos y una clase. =Como esta última fuerza causaba bastante bajas al enemigo, para evitarlas, avanzó éste resueltamente, incendió la puerta principal de dicha iglesia é hizo un gran agujero por detrás del altar mayor, á fin de apoderarse de la guardia. No pudiendo conseguirlo, tocó el enemigo alto el fuego, para intimar la rendición de aquélla; pero desechada la intimación, continuó sus hostilidades con más intensidad, hasta que consiguió que se rindiera, y se apoderó de la susodicha guardia, ignorando el que suscribe el destino que le dieron á esta fuerza.=Al anochecer, recibió el jefe militar una comunicación del cabecilla Savalls, para que inmediatamente se entregase con toda su fuerza, y que de lo contrario saldría responsable de las consecuencias (con otras advertencias), y que haría uso de la artillería.= E1 comandante militar despreció todas estas amenazas, y manifestó á la fuerza que él defendería su puesto hasta perder la vida, y que confiaba que todas las clases é individuos harían lo mismo. =Sobre las ocho de la noche se presentó una comisión, pidiendo la entrega de la guarnición, y que si no, serían fusilados los individuos de la guardia de San Eudaldo; amenaza que también despreció. =Durante la noche siguió un nutrido fuego por todos los puestos; los carlistas también lo hacían, dedicándose otros á taladrar las casas fortificadas y á incendiar las puertas y ventanas, con trapos empapados en petróleo. = Por la mañana, después de amanecido, siguió el fuego como toda la noche, y se apoderó el enemigo de las casas inmediatas, y desde ellas hicieron á las fortificadas un nutrido fuego, haciendo uso de la artillería, con la cual lograron abrir una brecha en uno de los tambores, habiéndose visto obligada la fuerza que lo defendía á desalojar esta posición y pasar á tomar otra del susodicho fuerte, hasta las nueve de la mañana del día siguiente. =El que suscribe se hallaba en el último piso, en donde, parte de la fuerza que se encontraba haciendo fuego, sintió tocar alto el fuego al corneta de la compañía; pregunté quién lo había mandado, y me dijeron que el capitán de la misma; me dirigí en busca de dicho señor, que se hallaba en el primer piso, y ya no le encontré, porque se hallaba en la calle hablando con un jefe carlista, al que ya le había hecho la rendición de la fuerza y la entrega del armamento. = El que suscribe, Excmo. Sr., ignorando cuáles fueran los motivos, puesto que nada se le había participado, quedó de ello altamente sorprendido, por ser un caso tan imprevisto, que durante el fuego, no había pensado en ello, por la gran confianza que le inspiraba su superior por todos sus actos anteriores, y el espíritu que en general reinaba en sus inferiores, é igual al del que suscribe, por haber estado resuelto á todo antes que á capitular.=Lo que tengo el sentimiento de participar á V. E. en cumplimiento de mi deber.=Dios guarde á V. E. muchos años. = Ripoll 24 de Marzo de r873. = EI alférez, Salvador Fernández. =Sr. Brigadier, Comandante general de esta provincia.”

Memorias de Maria de las Nieves sobre el sitio y caida de Ripoll el 1873

Maria de las Nieves de Braganza y Borbón, mujer de don Alfonso de Borbón hermano del pretendiente Carles VII, escribe sus  memorias: Mis memorias, sobre nuestra campaña en Cataluña en 1872 y 1873 y en el Centro en 1874. ( editada per Epasa-Calpe el 1934)

“Cuando nosotros llegamos el 22 de marzo de 1873; a las dos de la tarde, seguidos de Savalls, ante Ripoll, nos encontramos con que las fuerzas que tenían la misión de comenzar el asalto,y a este fin fueron enviadas por delante, no habían aún cruzado con la guarnición sino unos pocos tiros, sin consecuencias, pues la entrada se presentaba ardua y, en vista de esto, esperaban la llegada de las demás tropas que venían con nosotros.
En este momento, don José Pascual, jefe de la compañía de Guías del Infante, que nos acompañaba, poniéndose a la cabeza de su pequeña fuerza y de unos pocos zuavos de la naciente compañía, más tarde convertida en batallón, gritó: “¡Adentro!” Y al paso de carrera, cargando a la bayoneta, seguido de los suyos, atravesó el puente, y fue tal el ímpetu del ataque, que el enemigo les dejó libre el paso. Una vez dentro de la fortaleza esta fuerza nuestra, las demás la siguieron con gran arrojo. Se les presentaba entonces penosa tarea, porque el interior de Ripoll estaba bien fortificado y había que vencer, uno tras otro, numerosos obstáculos.
Nosotros, acompañados de Savalls, del Cuartel General y de la Escolta de propietarios, ocupamos un altito frontero a la ciudad, frente al cuartel de Carabineros, que se hallaba igualmente en un sitio algo elevado. Quedamos primeramente a caballo; luego, echamos pie a tierra. Desde nuestro punto de observación veíamos mucho de cuanto pasaba. Los carabineros nos dirigieron unas balas, aunque con mucha benignidad, y mientras tanto sufrían 1os nuestros en la ciudad un violento fuego.
En el lugar en que nos hallábamos había una gran pila de paja prensada, y algunos de los que por primera vez oían silbar las balas, encontrando en ellas poca gracia, se acogían al amparo de la tal pila; pero el cuerpo de ésta tenía entrañas débiles, por lo que se vio, y con gran susto notaron los que se habían abrigado, tras su amparo que aquellos malos bichos atravesaban la paja y se presentaban a saludarles.
Verdes del susto, abandonaron su refugio los que en la pila lo habían buscado; pero, dominando su miedo, quedaron, sin embargo, bastante cerca de nosotros, dando pruebas de verdadero valor. A mi parecer, es mucho más valiente el que siente el miedo y lo vence que el que no se asusta.
Poco antes del ataque a Ripoll nos llegó un cañoncito; fabricado creo que en Olot. Todos le habíamos saludado con entusiasmo y fue bautizado con el nombre de la chocolatera. Constituía por entonces la única artillería que poseíamos y, ufanos de tenerla, marchamos con ella al asalto de Ripoll. Era su Comandante el valeroso Coronel Segarra. Empezó la chocolatera a cumplir con su deber cuando, tras los primeros tiros, perdió el equilibrio o se le dislocó algo de su cuerpo; la cosa fue ,que bajó rodando en rápidas vueltas del altito en que había sido colocada. La recuperaron y recompusieron un tantito .
Poco después nos trajeron herido al bonísimo Coronel Segarra, accidente que sentimos mucho; se le condujo a una casa en la que se colocaron también otros heridos. Yo le hice la primera cura con un vendaje que llevaba conmigo para casos de urgencia. Tenia la herida en la pierna, y al descubrirla, saltó, como un chorro, la sangre, regándome gran parte del vestido. Entre otros herido había un zuavo valenciano, alicantino, llamado Plasencia, que tenía las dos piernas atravesadas; era un hombre excelente y de inmenso valor; parecía un moro, pero de los más negros. Me ocupé de los diferentes heridos que trajeron a la casa que acabo de indicar y a los que uno de los médicos militares hizo la primera cura.
En Ripoll seguía por buen camino el ataque. Hacia la noche fuimos a una casa que pertenecía a la población y lindando con ésta, en la que comimos y descansamos unas dos o tres horas. De madrugada atravesamos, a pie, con un guía, las calles de Ripoll mientras continuaba el ataque, muy satisfactoriamente para nosotros, el cual iba venciendo obstáculos tras obstáculos. Nosotros íbamos protegidos por la obscuridad, que hizo inadvertido nuestro paso por donde no hubiéramos podido darlo de día. Una vez fuera de la ciudad (digo ciudad, aunque me parece que es sólo villa; pero para mayor seguridad es mejor dar un titulo superior que inferior) y a su otra extremidad nos esperaban nuestros caballos, que habían dado la vuelta por las afueras, ya que naturalmente no pudieron hacerlo por el interior de la población, que no era nuestra todavía. Montamos en ellos y nos dirigimos hacia Campdevànol, un lugar muy próximo a Ripoll.
Dentro de este pueblo, durante la mañana, en un momento dado, faltó el petróleo y fueron a pedírselo a Savalls, pero éste estaba durmiendo; recurrieron entonces a Alfonso, quien tomó las medidas para procurárselo, consiguiendo enviarlo adonde se necesitaba. Durante la noche se habían hecho grandes progresos. Por la mañana la guarnición de Ripoll se defendía aún tenazmente tras de sus últimas obras de defensa, y como mi marido supo que una columna enemiga se encontraba en los alrededores de la plaza, a consecuencia de esta noticia ordenó a Savalls que mandara inmediatamente en la dirección adecuada, que le señaló, a Auguet, el segundo jefe de la provincia de Gerona, que se hallaba con su fuerza a poco más o menos dos horas cortas de Ripoll. Savalls contestó que era inútil, y ante las razones aducidas por aquel General, a quien había que suponerle enterado, pues disponía de sus confidentes y conocía al dedillo la topografía, del país y sus caminos, se conformó mi marido; mas poco después empezó a recibir informaciones más apremiantes, por lo que ordenó terminantemente a Savalls que cumpliera en el acto las instrucciones dadas y que enviara también un exprés al Coronel Bosch para que se reuniera con su pequeña fuerza a Auguet, a fin de impedir entre ambos que llegara el enemigo en socorro de Ripoll,. Evitándose así una sorpresa.
Entre los diferentes episodios del asalto a Ripoll recuerdo el acto traidor de unos cipayos que se defendían en la torre de una iglesia. Sacaron, por fin, la bandera blanca, señal de querer entregarse,
pero cuando se acercaron los carlistas les hicieron una gran descarga, matando a un par de los nuestros. Poco más tarde se puso fuego a la entrada de la torre y aquellos cipayos, sintiéndose asfixiar, bajaron, fueron hechos prisioneros, y más tarde, previo Consejo de Guerra, fusilados los culpables, en, número de cinco o seis.
Al mediodía del 23 de marzo de 1873 quedó Ripoll en nuestro poder y prisionera su guarnición.
Al recibir tan fausta noticia montamos inmediatamente a caballo para entrar en la población. En el camino encontramos a nuestros héroes que salían de Ripoll, dirigiéndose a Campdevànol; conduciendo los prisioneros y pertrechos de guerra conquistados. Nos saludamos, recíprocamente, con júbilo. En Campdevànol se dio un descanso a nuestras tropas y tiempo suficiente para que se prepararan la comida.
Nosotros estábamos en nuestro alojamiento ocupados en escribir, y don Vicente Ruiz, sentado junto a la ventana, hacia lo mismo, cuando de repente nos dice:
-¡ Aquí vienen’ ,
-¿Quién? ¿Quién? -preguntamos.
-La columna -fue la respuesta.
Corrimos a averiguar y, efectivamente, la vimos llegar precedida de su caballería. Nuestras ventanas daban sobre una gran pradera que se extendía entre Ripoll y Campdevànol y en ella se encontraba ya. Bajo un vivísimo fuego, y a distancia de unos doscientos metros del enemigo, que por fortuna se hallaba separado de nosotros por un canal, montamos a caballo, y las fuerzas que entonces se encontraban desparramadas en Campdevànol y sus alrededores se lanzaron, sin formación, a combatirla, guiadas de su propia inspiración, antes de que tuvieran tiempo de recibir órdenes y ebrios como se hallaban por su victoria sobre el adversario, rechazando al enemigo hasta Ripoll. La columna era bastante numerosa y la mandaba el entonces Brigadier Martinez Campos.
Pudo producirse esta sorpresa debido a que Savalls no cumplió la orden de Alfonso, quien le había prevenido, como ya lo mencioné, que enviara inmediatamente alguna tropa, y le indicó cuál, al sitio que le decía, a fin de detener a las fuerzas contrarias que seguramente acudirían en socorro de Ripoll, con lo que, al mismo tiempo, se evitaba la posibilidad de ser sorprendidos. Dados los términos rotundos en que mi marido había dado la orden, no puso en duda que hubiera sido cumplida como lo deseaba y mandaba; pero Savalls no sólo desobedeció, sino que omitió todo género de precaución. Esta falta era suficiente para trocar nuestro triunfo en descalabro, ya que la columna llegó a acercársenos hasta casi entablar contacto con nosotros, sin que nadie se apercibiera de su llegada. Por gracia de Dios no consiguió el enemigo ni rescatar los prisioneros ni recuperar el botín.
En la toma de Ripoll todos los nuestros rivalizaron en heroísmo, que reprodujeron en la acción que siguió a aquélla. Entre los héroes nuestros en el asalto de Ripoll hay que mencionar a don Martín Miret, que mandaba un batallón de Barcelona, y a nuestro primo don Francisco de Borbón. Después del combate nos dirigimos, todos juntos, a unos pueblos de la montaña, no lejanos del que acabábamos de tomar.
Inmensa era nuestra alegría por la victoria alcanzada con la conquista de Ripoll, pero pronto nuestro gozo se trocó en honda tristeza. Como ya lo he dicho, Alfonso había ordenado al Coronel don Jerónimo Galcerán que ocupara determinadas posiciones que le indicó, a fin de detener desde ellas a alguna columna que pudiera venir en socorro de la plaza atacada. Galcerán se situó por la parte de la Gleva. En efecto; el enemigo intentó el movimiento que había sido previsto por mi marido, y el heroico Coronel Galcerán cumplió entonces lo que Alfonso le había encargado, y, luchando con su acostumbrado arrojo, rechazó a la columna, pagando la victoria con su muerte. A su lado se batió, como un león, su hijo, de cortísima edad, casi un niño, que también resultó herido, aunque no de gravedad. Galcerán lo fue en la ingle y murió al día siguiente, a primera hora de la mañana, entregando su alma al Señor con la serenidad y la ardiente piedad que siempre resplandecieron en él.
Fue su muerte para nosotros una inmensa pérdida, pues era un excelente jefe que reunía muy altas cualidades: bizarrísimo, entendido militar, sumiso, humilde, para quien toda ambición era desconocida; servir a Dios y a la Causa era el objeto de su existencia.
La noche después de la toma de Ripoll la pasamos, con una parte de las fuerzas, en uno de los pueblos en que fueron distribuidas, y al día siguiente regresamos a aquella población. En ésta nos contaron el desconsuelo del General Martinez Campos, quien consideraba su derrota, inmediata a su llegada de Cuba, como fatal agüero de lo que le esperaba en Europa, y decía que ojalá se hubiera quedado en aquella isla. Si hubiera previsto el porvenir, en vez de entristecerle, le hubiera alegrado en grande su venida a la Madre Patria, que mucho le tenía reservado. Nosotros estuvimos muy bien alojados en Ripoll, en casa del amable matrimonio Bodellá; la casa tenia un confort moderno que no esperábamos. La señora era conocida por el sobrenombre de la Rubia de Ripoll; era muy bonita y tenia una espléndida cabellera y un precioso cutis. Me dijeron que su edad era de veintiocho años, y yo extrañaba mucho que a esta edad se pudiera aún ser tan bonita. No creía yo que a los veintiocho años, aunque casada, se le pudiera llamar joven. Los dueños de la casa, aunque no carlistas, eran muy buena gente.”

Las defensas de Ripoll el 1873

Transcripción de un documento manuscrito sin autoría, existente en l’Arxiu Comarcal del Ripollès,  que corresponde a la entrada de los carlistas en Ripoll el 1873.

Para hacerse cargo de como pasó la entrada de las fuerzas carlistas en Ripoll es preciso hacerse antes una cargo de como estaban distribuidas las fuerzas que guarnecían la población.
Estas tenían su cuartel en la plaza del Corral, que consistía en dos casas que forman una manzana aislada habiendo como obras de defensa dos tambores en opuestas esquinas y aspilleradas las ventanas y balcones. El total de la fuerza eran de ciento diez a ciento doce hombres que no estuvieron reunidos sino que ocupaban cinco puntos á mas del cuartel: eran estos puntos, la torre de la iglesia de S.Eudaldo; la de S. Pedro; casa D. José Sadurní; casa Rotllant de D. José Alibes y casa D. Mariano Rocafiguera; no había entre estas comunicaciones directas siendo los mas aislados los individuos de la torre de S.Eudaldo.
En estas condiciones se presentaron al mediodía del 22 de Marzo 1873 los carlistas frente a la población, en un numero de unos 400 hombres figurando entre ellos los príncipes, el infante D.Enrique, el cabecilla Savalls, Vila del Prat; una compañía de extranjeros que llevaban la vanguardia: unos pocos zuavos dirigidos por el holandés, unos artilleros mandados por el coronel Segarra y un cañón de pésimas condiciones.
No se les disputo la entrada, sino que las fuerzas se encerraron en el cuartel y guardias indicadas pudiendo los carlistas, sin grandes molestias, apoderarse de los puntos de la población que mejor les convenía y fueron principalmente los alrededores de la iglesia de S. Eudaldo, que es el punto á que dirigieron sus miras principales.
La iglesia de S. Eudaldo situada en el centro de la población, está rodeada de casas que la dominan por completo: tenía como obras de fortificación un tambor ó cuerpo avanzado sito encima de la puerta principal de la iglesia que está en el extremo norte de la misma, en la esquina derecha de la puerta hay la torre, en la parte sud hay la sacristía y en ella una ventana engrillerada y da frente a la plaza mayor o de la Constitución: la puerta de la iglesia era de madera, no cubierta con plancha de hierro, el atrio limitado por un cancel de madera y arrimadas a él las sillas de la iglesia.
Empezó en seguida un fuego nutrido entre los carlistas parapetados en las casas sitas alrededor de la iglesia y los carabineros: á balazos se destruyó el tambor construido encima la puerta y los carabineros y soldados que en el había tuvieron que abandonarlo y refugiada en el campanario de la iglesia desde allí continuaron defendiéndose pero no podían asomarse a las ventanas de la torre ni defender la puerta de entrada de la iglesia.
Dentro la misma torre se veían molestados porque los carlistas dirigían las balas a las campanas y por reflexión caían dentro la iglesia

Arxiu Comarcal del Ripollès