Carlistas a Cuba 3

Las dieciséis listas publicadas en el Diario de Barcelona hasta el mes de octubre de 1835 dan un total de más de un millar de deportados a Cuba y sólo tres (0,3%) pertenecen al Ripollès. Los ripolleses o eran terriblemente hábiles hauyendo o se habían mantenido al margen siendo pocos los implicados en el levantamiento carlista. En las escasas listas de presentados o de fusilados tampoco aparecen ripolleses, sabemos que no son cifras exhaustivas, pero.

Carlistas a Cuba 1

A partir del mes de mayo de 1834 el “Diario de Barcelona” empieza a publicar listas de prisioneros carlistas deportados a Cuba para hacer servicio de armas, anotando estado, procedencia y facción, entre otras listas de presidiarios con el mismo destino.

En la correspondiente al periódico del lunes 22 de junio ( la décima) aparece por primera vez un habitante de la comarca.

 

Hemeroteca

El principio del fin. La verdadera historia de la destrucción del monasterio de Santa María de Ripoll en el año del Señor de 1835. VI

Cuando, terminada la guerra, los ripolleses se afanaron en reconstruir y restaurar su población, acudieron sin escrúpulo a los edificios monasteriales, y cual si fueran cantera común, con sus materiales procuraron edificar sus casas.

Si el monasterio quedó desolado, escribe el ripollés Padre Portusach, por el incendio, mucho más se deterioró por los destrozos y robos que consecutivamente ejecutaban los naturales de la villa. Entre otros un picaro que servía en clase de hospitalero, (cuyo hospital estaba) situado en los aposentos menos ruinosos del monasterio, se ocupaba de noche en aserrar los extremos de las vigas ó viguetas de los claustros para hacer que se cayesen poco á poco, y aprovecharse de ellas.

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El principio del fin. La verdadera historia de la destrucción del monasterio de Santa María de Ripoll en el año del Señor de 1835. V

De toda la anterior relación de los sucesos de Ripoll resulta muy claro que el daño causado por la agresión de los migueletes a los edificios monacales no tuvo importancia. Sólo ardió el interior del templo y el archivo y biblioteca. Los claustros y casas de los monjes, ni poco ni mucho participaron del fuego; y aun del mismo templo sólo ardió lo interior, como retablos y adornos, pues la bóveda permaneció intacta, y mucho más la superior techumbre. Tan entero quedó el edificio del templo que Don Eudaldo Raguer alcanzó que de nuevo se pudiese en él decir Misa. La restauración era asunto fácil; y sin embargo, al cabo de algunos años, el Monasterio se había trocado en un rimero de ruinas. Debemos ahora estudiar por qué caminos se llegó a tan fatal resultado.

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El principio del fin. La verdadera historia de la destrucción del monasterio de Santa María de Ripoll en el año del Señor de 1835. IV

Entrados los migueletes en el monasterio, a poco ardió primero el archivo, y a seguida el rosetón de la fachada del templo vomitó rabiosas llamas, procedentes del incendio del órgano, el cual, situado sobre la puerta principal, abarcaba con su grandiosidad todo el ancho de la nave.

Del órgano el voraz elemento se propagó a lo restante del templo. Este, empero, y el archivo fueron las únicas piezas, bien que hartas, que ardieron.

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El principio del fin. La verdadera historia de la destrucción del monasterio de Santa María de Ripoll en el año del Señor de 1835. II

En la guerra civil de aquel tiempo Ripoll decididamente se abalanzó hacia el lado liberal, y armó sus hombres con el fusil de nacional o urbano. La autoridad superior del Principado hizo a Vich centro de operaciones del batallón de migueletes Tiradores de Isabel II, conocido vulgarmente por el batallón de Montero, bien que entonces venía regido por el comandante Don Tomás Metzger. Este batallón fué el primero que se creó, procedente ya del 1833, y estaba compuesto de jóvenes atolondrados, casi todos de Barcelona. Constaba de mil plazas y extendía sus operaciones por aquel lado de la montaña catalana, recorriendo los distritos de Ripoll, Berga, Alpens, etc.

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El principio del fin. La verdadera historia de la destrucción del monasterio de Santa María de Ripoll en el año del Señor de 1835.

La verdadera historia de la destrucción del monasterio de Santa María de Ripoll extraída de “Los Religiosos en Cataluña durante la primera mitad del siglo XIX, por Cayetano Barraquer y Roviralta”, canonigo chantre de la Catedral de Barcelona. Editada a Barcelona el 1915 con licencia eclesiástica.

Digitalizada por la Universidad Autónoma de Barcelona y publicada bajo dominio público, sin restricciones de uso.

El autor Cayetano Barraquer confiesa en la introducción que el impulso que le movió a reseñar la memoria de los hechos de 1835 no fue otra que la evidencia de que todas las historias ya escritas sobre la persecución de 1835 las encontraba incompletas y mentirosas.

Así nos presenta su trabajo:

Durante muchos de los lustros que siguieron al nefasto 1835 casi nada se escribió en descripción de los conventos, ni en relato circunstanciado del crimen. Fue necesario que transcurriera medio siglo para que los autores católicos proferieran la verdad. En esta época, viendo que aún vivían algunos de los hombres de aquel tiempo, sentí vehementes deseos de interrogar y de escribir después sus relatos. Por eso me incliné a escribir la descripción de las casas religiosas de hombres de Cataluña, y la historia verídica de las persecuciones por ellas sufridas en mi siglo XIX, que es la presente.

Y nos cuenta cómo fue su plan de trabajo:

Convenía ante todo recoger aquellos datos que por momentos se escurrían de entre los hombres por estar guardados únicamente en la memoria de ancianos testigos; y así acudí a interrogar a los viejos que intervinieron en las cosas y en los hechos, ya fueran religiosos, sus enemigos, o ya simples espectadores. Al principio de 1880 comenzaba yo esta pesquisa, es decir, cuarenta y cinco años después del criminal hecho. En segundo lugar acudí a los archivos y bibliotecas públicas y privadas. En tercer visité los monumentos monacales que aún subsistían. Sin criterio preconcebido, o preocupación, apuntaba todas las noticias que me venían a la mano, tanto favorables como adversas a los frailes, dejando para su día el trabajo de sopesarlas y valorarlas con buen criterio. Las personas interrogadas pasan de cientos.

Después vino la consulta de archivos. El legajo de la Capitanía General de Cataluña, titulado: «Expedientes de las ocurrencias desde el 23 de julio hasta el Real decreto de amnistía de 25 de septiembre de 1835». Los manuscritos procedentes de monasterios y conventos, custodiados en la sala de Monacales del Real Archivo de la Corona de Aragón. Los protocolos de Notario de Hacienda, o sea de la desamortización, donde se reseñan numerosos conventos, sus fincas y derechos. El Archivo Notarial de Girona donde están los protocolos de los notarios de Hacienda del tiempo de la desamortización. Una vez terminada la pesquisa de datos orales y de los manuscritos, dediqué mi atención a los periódicos antiguos. Este libro es su resultado.

En su trabajo de investigación, amplio y riguroso, se relacionan los hechos a través de las crónicas y de entrevistas con testigos, y podemos encontrar una relación exhaustiva de todas las compras-ventas, con nombres y apellidos. Nos da una visión muy interesante, y en ocasiones inédita, del proceso de desamortización de los bienes de las órdenes religiosas, el contexto en el que se dieron los hechos de 1835.

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Prisioneros carlistas o no

Boletin Oficial de la Provincia de Gerona

Jueves  10 de octubre de 1839

N.° 537.

El Excmo. Sr. General encargado del despacho de la Capitanía general de Cataluña con fecha 30 del próximo pasado me dice lo que copio:

« El Sr. Secretario de Estado y del Despacho de la Guerra en 18 del actual me dice lo que sigue.— Excmo. Sr. — Habiéndose manifestado por el Ministerio de Estado al de mi cargo que el Cónsul de S. M. en el Havre habia socorrido con 40 francos á D. Juan Bautista de Aguilar y Cordova , Teniente del 2.° batallón franco de Castilla la Nueva que decia haber naufragado en la costa de la Florida al regresar á España después de haber conducido á la Isla de Cuba unos prisioneros carlistas , tuvo á bien S. M. mandar que el Capitán general de esta provincia informe sobre la identidad de Aguilar así como acerca de su empleo y certeza de la comision que llevó á la Habana, y habiéndolo verificado y resultado ser falso no solamente lo dicho por Aguilar acerca de su comisión, sino hasta que existiese oficial alguno de este nombre en los batallones francos de la provincia de su mando, lo que vino á confirmar una manifestación del Capitán general de la Isla de Cuba comunicada por el Ministro plenipotenciario de S. M. en Filadèlfia, se ha servido resolver que disponga V. E. lo conveniente para que si el individuo de que se trata se presentase en algun punto del distrito de su mando se proceda á su prisión dando cuenta á este Ministerio en el caso de que llegue á verificarse, y de Real orden lo digo á V. E. para su inteligencia y con el indicado objeto. — Lo que traslado á V. S. á fin de que se sirva disponer que en el caso de presentarse el Teniente de que se trata en la provincia de su cargo , sea capturado y remitido á mi disposición.»

Lo que traslado á los Alcaldes constilucionales de los pueblos de esta provincia á fin de que si se presenta el citado Aguilar, en el término de su jurisdicción, procedan inmediatamente á su captura, dándome en seguida parte.

Gerona 9 de Octubre de 1839.—Dionisio Valdés.

  • El hecho de que el relato del pretendido oficial D. Juan Bautista de Aguilar y Cordova se aceptase como cierto, hasta que una posterior comprovacion lo demostrase falso, nos hace pensar que el hecho de trasladar prisioneros carlistas a Cuba no era ni raro ni infrecuente.

Madrid y los prisioneros carlistas

La Presa de El Pontón de la Oliva” ( Canal de Isabel II, Madrid. Inicio 1851)

Fue una obra muy costosa por las dificultades orográficas del terreno y por la precariedad técnica de la época. Se emplearon presidiarios, presos carlistas en su mayoría, para trabajar en el tajo, en los talleres para fabricar útiles y herramientas, en las canteras próximas de donde extraían la piedra, para labrar los sillares, horadar y excavar en la roca, etc. Para todo ello, se organizaron dos auténticos ejércitos, uno de trabajadores y otro de soldados a su cuidado. Las lluvias torrenciales, las epidemias, los accidentes, las durísimas condiciones de trabajo, agravaron el serio problema de la escasez de mano de obra que afectaba en general a este tipo de construcciones, llegando a paralizarse los trabajos en varias ocasiones.

Más que agua y piedra ( Paloma Candela Soto)

La experiencia, al comienzo de las obras, en la realización de grandes obras públicas era realmente escasa. La falta de mano de obra especializada era una tónica habitual, y se decidió realizar las obras más costosas con presidiarios (empleando en ello cerca de dos millares) que en su gran mayoría eran carlistas. Dichos presidiarios eran vigilados por soldados. Las dificultades existentes eran debidas en parte a diversos factores como: la escasa comunicación entre los diversos frentes de obra (a caballo se tardaba a veces cinco horas), la dificultad para transportar materiales….

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