Literatura aparecida durante la primera guerra carlista

De 1830 a 1839

 

Los años treinta viven a la vez el romanticismo pleno y algunos autores que empiezan a abandonar por gastados estos códigos. Caben destacar la figura del poeta polaco Juliusz Słowacki o de Bonaventura Carles Aribau. Otros poetas románticos destacables son José de Espronceda, autor de El estudiante de Salamanca (1837), donde el héroe tiene comportamientos diabólicos, “El Diablo Mundo” y la “Canción del Pirata”, o Goethe, que publica su Fausto íntegro, y donde también aparece el demonio. Karel Hynek Mácha, con su poema Mayo, introdujo el romanticismo en la literatura checa, pero fue mal comprendido por sus coetáneos. El poeta nacional ruso, Alexander Pushkin, dentro de su innumerable obra escribió “Ruslan y Liudmila”, “Zar Saltán”, entre otros muchos, y Eugeni Oneguin, un largo poema narrativo con los cánones románticos y se aprecia la huella romántica en las obras de Victor Hugo, como Nuestra Señora de París o en algunos de los cuentos de Hans Christian Andersen.

Al mismo tiempo, Francia e Inglaterra comienzan a acercarse al realismo. El rojo y el negro de Stendhal puede considerarse una novela de transición, pero las obras de Honoré de Balzac ya son plenamente realistas. Si bien aparece el amor, el interés principal de los autores es retratar de manera fiel la realidad y los diferentes grupos sociales de su época y no de otros siglos. Las novelas de Charles Dickens, como Oliver Twist, responden a esta voluntad a pesar de que sigue presente un fuerte sentimentalismo.

Wiquipedia dixit

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