Compendio de “El claustro de Santa Maria de Ripoll. Les piedras explican las historias que tus ojos dibujan”

La publicación que os presentamos a continuación es la suma de una serie de artículos web publicados bajo el nombre de “El claustro de Santa Maria de Ripoll. Les piedras explican las historias que tus ojos dibujan”. Esta serie de artículos realizan un recorrido cronológico por diferentes historias inspiradas en los capiteles y impostas del claustro de Santa María que se convierte, a su vez, en un recorrido por la historia del monasterio de Ripoll desde el siglo XII hasta su destrucción a partir de 1835.

Libro PDF

El claustro de Santa María de Ripoll XXIV

Las piedras cuentan las historias que tus ojos dibujan

Capitel de la galería Occidental del siglo XII, románica, construida bajo los abadiatos de: Pedro Ramón, Gausfred y Ramón de Berga

Siglo XIX, destrucción del monasterio

Contexto historico que emmarca la destrucción del monasterio de Santa Maria de Ripoll

Flan de naranja

Se ponen 4 huevos completos (claras y yemas), media libra de azúcar y el jugo de cuatro naranjas. Se hace hervir al baño María al igual que un flan de leche.

Recetario  de Agustí Cavalleria i Deop.
Arxiu Comarcal del Ripollès

Reglamento de desafios

La Gaceta del Gobierno de México de 1835 publicaba en el
Capítulo II de una asociación el
Reglamento de desafios

Art. 1. En todo lance de honor, la persona insultada tendrá la elección de arma.
2. El insulto por vía de hecho destruye cualquier otra ofensa verbal o escrita.
3. La corte de honor no reconoce mas que dos armas, la espada y la pistola
4. Se usará en el caso, espada de combate, conocida bajo el nombre de calichernande del nombre de inventos; las espadas deberán ser iguales de largor; sin embargo, la diferencia de una pulgada no será razón suficiente para omitir el combate, solo sí que los testigos de ambos adversarios echarán suertes.
5. Si el insultado por vía de hecho eligiere la pistola, tirará el primero: si el insulto se ha verificado por vía de hecho, el insultado tendrá el primer fuego, y tirará de uno hasta tres, y la parte contraria no podrá tirar sino desde cuatro a seis. Si el agresor fuere herido, tendrá, y solo en este caso, el derecho de tirar en seguida: en la circunstancia de que el agresor, después de haber aguantado el primer fuego, no hubiere sido tocado, no podrá levantar la pistola hasta después de estas palabras, pronunciadas por el principal testigo: listos: pero el insultado no tendrá el primer fuego sino una vez: y si el combate continua, se tirará uno y tres. Golpe marrado o fogonazo de la ceba, se contará por tiro.
6. El combate a la espada continuará hasta que el ofendido o sus testigos se den por satisfechos.
7. En caso de que uno de los combatientes fuere herido, será de la obligación de los testigos detener el combate, y entonces los médicos han de ser consultados, y ellos deberán decidir si ha de continuar: los combatientes y los testigos respetarán religiosamente la decisión de estos Sres.
8. El combate a pistola será como sigue: si el ofendido no lo fuere sino de palabra o por escrito, la distancia no podrá ser menos de diez pasos, y los combatientes tirarán desde la voz: listos: fuego: uno: dos: tres.
9. Las pistolas deberán ser con piedra de chispa o pedernal: en ningún caso podrá usarse de las rayadas o surcadas por dentro del cañón, ni de las de pistón, émbolo o cilindro sin piedra.
10. El individuo que deba presentarse en el sitio del combate, ha de ir acompañado de dos testigos a lo memos: todo reencuentro sin testigos queda prohibido.
11. Todo individuo que se presente en la liza o sitio, deberá hallarse en estado de sobriedad; si al contrario, será del deber de los testigos el retirarse, y en ningún caso podrá realizarse el combate por el mismo motivo que lo provocó.
12. Todo individuo que fuere insultado por otro que se halle embriagado o tenga tal hábito, o que sea conocido por malas costumbres, deberá no solo rehusar el desafío, sino que estará en el caso de hacerle comparecer ante los tribunales de justicia.
13. En caso de duelos entre personas extrañas a esta asociación, si la corte de honor fuere solicitada, deberá ésta dar su parecer y sus consejos.
14. La corte de honor tendrá en ciertos casos el derecho de pronunciar: que no hay bastante causa para lidiar, o combatir, y deberá emplear todos los medios posibles para procurar el reconciliar las partes.
15. Ninguno de los combatientes estará obligado a esperar sobre el sitio señalado a su adversario mas de una hora, (excepto en casos de accidentes mayores), y el negocio será con esto terminado. – Bernard Marigny presidente – J.B. Planchê, vicepresidente . – Auguste Douce, vicepresidente.

BNE

wikipedia Commons

Nacimentos entre 1833 y 1839

Entre 1833 i 1839 nacieron:

el 21 de octubre de 1833 en Stocolm Alfred Bernhard Nobel

el 24 de marzo de 1834 en Walthamstow ( Angleterra) William Morris

el 19 de julil de 1834 en  Paris  Edgar Degas

el 30 de noviembre de 1835 en Florida Mark Twain

el 17 de febrero de 1836 en Sevilla Gustavo Adolfo Becquer

el 24 de febrero de 1837 en Santiago de Compostela Rosalía de Castro

el 11 de junio de 1838 en Reus Marià Fortuny i Marsal

el 8 de julio de 1838 en Constanza Ferdinand von Zeppelin

el 19 de enero de 1839 en Aix en Provence Paul Cézanne

el 21 de marzo de 1839 en  Pskov ( Rusia) Modest Músorgski 

El tratado de Elliot, 1835

El tratado de Elliot para la salvaguarda de los prisioneros de guerra se firmó  el 27-28 de abril de 1835, de ello da notícias

Por los mismos días en que Valdés pene­traba y se batía en las Amezcuas, la capi­tal de la monarquía, con ella todla Espa­ña, se hallaba altamente alarmada por la aparición de lord Elliot en las provincia con una misión trascendental cerca del Pretendiente. Unos atribuían esta misión del gobierno ingles á un plan de interven­ción estrangera, otros á una traición de las potencias unidas por el tratado de la cuá­druple alianza para sentar á don Carlos en el trono de Isabel; otros, en fin, al objeto noble, pero descabellado, de hacer frater­nizar á los dos campos enemigos. El minis­terio inglés, compuesto á la sazón de torys, no inspiraba confianza alguna. En la sesión del 21 de abril el señor Alcalá Galiano in­terpeló acerca de estos rumores al gabine­te, y el señor ministro de estado tranquili­zó un tanto los ánimos, asegurando que no se trataba de intervención ninguna, y que la misión de lord Elliot no tenia mas objeto que regularizar la guerra de Navarra, según las instrucciones de que había dado cuenta fiel al gobierno español el gobierno de Inglaterra.

En efecto, lort Elliot, acompañado del coronel Gurwood, después de haber teni­do una entrevista con don Carlos, se vio con Zumalacárregui en su cuartel general de Asarta, y le propuso, á nombre de la hu­manidad y de los gobiernos de Inglaterra y Francia, medios de poner término al bár­baro sistema de fusilar á los prisioneros y vencidos.

Convino el caudillo rebelde en la estipu­lación, y sin pérdida de tiempo los envia­dos de Inglaterra se trasladaron á Estella para obtener del general Valdés igual convenio.

En virtud de este tratado, que tomó el nombre de Elliot, los comandantes en gefe de los ejércitos que se hacían la guerra en las provincias de Guipúzcoa, Álava, Vizcaya y el reino de Navarra, convinieron en conservar la vida á todos los prisioneros que se hiciesen por una y otra parte, y en cangearlos cada tres meses, ó mas á menu­do, conforme las circunstancias, en justa proporción de número que cada parte tuviese, y por igualdad de clases. Estipulóse ademas que se respetarían los hospita­les y depósitos de prisioneros, que no se daría muerte á nadie por opinión política sin formación de causa, y que se haría estensivo el tratado á otras provincias, si las contingencias y vicisitudes de la guerra llevaba á ellas á las partes contratantes. Este tratado lo firmó á 27 de abril en su cuartel general de Logroño el general Valdés, y à 28 del propio mes en su cuartel general de Artaza, Zumalacárregui. Firmáronle ade­mas Elliot y el coronel Gurwood.

Google Books

Contexto histórico en que se emmarca la destrucción del monasterio de Santa Maria de Ripoll VI

De toda la anterior relación de los sucesos de Ripoll resulta muy claro que el daño causado por la agresión de los migueletes a los edificios monacales no tuvo importancia. Sólo ardió el interior del templo y el archivo y biblioteca. Los claustros y casas de los monjes, ni poco ni mucho participaron del fuego; y aun del mismo templo sólo ardió lo interior, como retablos y adornos, pues la bóveda permaneció intacta, y mucho más la superior techumbre. Tan entero quedó el edificio del templo que Don Eudaldo Raguer alcanzó que de nuevo se pudiese en él decir Misa. La restauración era asunto fácil; y sin embargo, al cabo de algunos años, el Monasterio se había trocado en un rimero de ruinas. Debemos ahora estudiar por qué caminos se llegó a tan fatal resultado.

Empezó este período por el más completo abandono del Monasterio, que quedó a merced de todo rapaz y mal intencionado: y así no cesaría el golpear paredes, cimientos y techos, el revolver tumbas y abrir boquetes, todo por la avidez de hallar dinero. Tales pesquisas no producían otro resultado que destrucción. Sólo tiempo adelante en la casa que en 1835 habitaba el Prior Don Juan Lianza se halló dinero en un escondrijo antiguo. En algunos de los edificios monásticos se instaló el Hospital, ignoro la época fija.

….

De rudísimos y aun heroicos deben graduarse el ataque y la defensa de Ripoll, a cuyo terminar, en 27 de mayo de 1839, los carlistas la entraron. «Más de «quinientos moradores habían perecido; «los que sobrevivieron fueron, dispersa-«dos ó hechos prisioneros de guerra» y la villa arrasada. Cuando, terminada la guerra, los ripolleses se afanaron en reconstruir y restaurar su población, acudieron sin escrúpulo a los edificios monasteriales, y cual si fueran cantera común, con sus materiales procuraron edificar sus casas.

«Si el monasterio quedó desolado,» escribe el ripollés Padre Portusach, «por el «incendio, mucho más se deterioró por los «destrozos y robos que consecutivamente «ejecutaban los naturales de la villa. «Entre otros un picaro que servía en clase »de hospitalero, (cuyo hospital estaba) «situado en los aposentos menos ruinosos «del monasterio, se ocupaba de noche en «aserrar los extremos de las vigas ó vi-«guetas de los claustros para hacer que »se cayesen poco á poco, y aprovecharse »de ellas».

Del estado del monasterio al finir de 1840 nos certifica con minuciosas y abundantes noticias el siguiente borrador de oficio que existe en el Archivo del señor Marqués de Dou. Va dirigido por el Alcalde de Ripoll al Intendente de la provincia:

«Alcaldia const. de Ripoll—M. I. S.— A fin de dar puntual cumplimiento á lo que se sirve V. S. prevenirme con oficio 9 de Nov.e último, á consecuencia de lo acordado por la Junta de enagenacion de edificios y efectos de los suprimidos monasterios de esta Prov.a para que en unión con el Síndico de este Ayuntamiento intervengamos en las operaciones del Comisionado de Amortización en esta villa, de la inversión que se da á los efectos que se utilizan para las obras, haciéndonos responsables de cualquiera malversación que se haga, trasladamos el calendado oficio á dicho Comisionado, y pasamos personalmente á inspeccionar el estado actual de los edificios resultando ser el que se manifiesta en la adjunta nota, tomada en presencia y con intervencion del mismo Comisionado.

Por ella podrá enterarse V. S. y esa Ill.e Junta del estado de los edificios de este suprimido Monasterio, y de lo poco que queda útil para las obras. El edificio de la Iglesia, sus sólidas paredes, y el tejado se hallan en buen estado, pero han desaparecido las piedras del pavimento, y de las escaleras, no habiendo quedado más que lo material del edificio. Se han habilitado las casas de los monjes simples para habitaciones, la casa llamada de la Colecta, y la del Sacristán Mayor, cuyas obras no están todavía concluidas; de los demás no han quedado más que fragmentos de paredes que se van desmoronando y cayendo, y algunas maderas la mayor parte averíaselas, y de poco ó ningún valor. El antiguo pórtico de piedra con figuras de relieve la mayor parte ya mutiladas, los hermosos claustros con colunas de jaspe, la magnífica Abadía, y demás edificios, en los que no quedan más que las paredes, todo en descubierto, y expuesto á la intemperie del tiempo de modo que en breve no presentará más que un montón de ruinas.

Tal es el deplorable estado de este antiguo Monasterio, y de sus antes hermosos edificios, poniéndolo al conocimiento de V. S. á los fines que juzgue más convenientes, y para cubrirnos de responsabilidad que pudiera exigírsenos, reducida casi á la nulidad, por ser ya muy pocas y casi de ningún valor las maderas, tejas y efectos que pueden sutilizarse para las obras.

Dios Ripoll 26 de Dic.e 1840-

I. S. Intendente de la Prov.a de «Gerona.»

Las gentes empezaron el robo de materiales durante la noche, después lo extendieron ya a las madrugadas, y acabaron al fin efectuándolo en plena luz del sol. En los comienzos lo callaban, pero después ellos mismos paladinamente decían de qué lugar los sacaban. Es verdad que el encargado por la desamortización vendía algunos, pero lo es también que el robo abundó, pues el abandono había durado por mucho tiempo. Ya indiqué que el incendio en el templo no llegó a la bóveda, mas como (no sé si vendido por el Estado) se quitó el armazón de la techumbre superior y las tejas, la bóveda quedó al descubierto, y así las lluvias, nieves y demás agentes naturales la desplomaron. El hundimiento ocurrió en 1852.

Los Religiosos en Cataluña durante la primera mitad del siglo XIX / por Cayetano Barraquer y Roviralta .

Capítulo XIV. La persecución de 1835 en los monasterios benitos. 1915. (UAB)

Contexto histórico en que se emmarca la destrucción del monasterio de Santa Maria de Ripoll IV

La primera guerra carlista desde una óptica ripollesa

Agitación ansiosa (seguida de un profundo silencio) cundió en la villa cuando á las nueve y media de la mañana del día de S .. Román mártir (domingo 9 de agostó) se observó que el batallón de migueletes volvía sobremanera excitado por la parte del Arquet, con nuevas ciertas de los sacrílegos excesos de Barcelona. Publicábanlos á gritos, los comentaban, los aplaudían, y se animaban con diabólica algazara.á reproducirlos en el centro de la Montaña. Los monges, aterrorizados, reconocen por fin el peligro; pero firmes en su propósito de salvar á toda costa el legado de Recaredo desoyen consejos, desechan ruegos y aun las lágrimas de los leales Ripolleses que, en tan críticos momentos, olvidando disensiones pasadas, no sólo procuraron su salvacion, sino que además ocuparon las avenidas del monasterio con la resolucion heróica de salvarlo, ó perecer en la demanda. Presentían: sin duda, que en la ruína del célebre ,monumento iba envuelta la de sus hogares y familias.

…….

Eran las dos de la tarde, hora en que solia la comunidad de Sta. María acudir á los Oficios divinos. Los migueletes, abandonando sus madrigueras, se lanzan beodos á la calle y, distribuídos en pelotones, recorren la villa en ademan hostil. Esperaban, á lo que se vió, un débil pretexto para convertirse en satélites activos del gran crímen que habia de expiar Ripoll con lágrimas de sangre, y un fatal descuido del inadvertido campanero del monasterio se lo proporcionó. No bien resonó en el espacio el . triste y lento tañer de la campana que llamaba á los monges á vísperas, cuando tiros aislados inauguraron el infame propósito. Siguieron gritos infernales, entre ellos la provocativa contraseña: ¡los facciosos escalan el monasterio y aquellos desalmados, mas áptos para gritar ¡Liver evohe! ¡Liver io! con las impúdicas bacantes del gentilismo, que para proferir, como proferian, el mágico nombre de libertad, eminentemente cristiano, volaron frenéticos al monasterio y, no sin premeditacion, recorrieron primero todos los ángulos del templo, todos los departamentos del palacio

abacial, todas las monacales moradas de la vila vella, ávidos de víctimas santas que, por desgracia, en aquel aciago dia no faltaron.

Mientras los dos crímenes se perpetraban en el fondo de dos humildes ,celdas, la mayoría de los migueletes, convertidos en sicarios incendiarios se entregaban, en el templo, á todos los excesos del saquéo. Derribaron ante todo, de su antíguo solio la Vírgen de Wifredo y todas las santas imágenes de los altares; hicieron trizas la grandiosa estátua de plata de S. Benito; destrozaron el magnífico órgano; rasgaron inestimables pinturas, y robaron del tesoro los vasos sagrados, las lámparas, los candelabros, los incensarios y demás objetos preciosos de que abundaba el monasterio, separando cuidadosamente el oro, plata y piedras preciosas de lo que, por no concederle aquellos vándalos, en su crasa ignorancia, ningun,valor, reservaban para el fuego ó para nuevas abominacionés.

Los últimos resplandores rojizos del crepúsculo de la tarde se iban desvaneciendo en la cordillera occidental del Catllar, cuando las téas incendiarias fueron aplicadas á los altares, y las áras, santas, convertidas en tederos, alumbraron. con siniestra luz repugnantes escenas, inauditas, increibles, pero ciertas, por más que la pluma se resista á describirlas.

JM Pellicer El Monasterio de Ripoll 1873

Contexto histórico en que se emmarca la destrucción del monasterio de Santa Maria de Ripoll I

La primera guerra carlista desde una óptica ripollesa.

Los partidarios de Carlos V no dudaban del triunfo de su causa, y los de Cristina, declarada reina gobernadora durante la menor edad de Isabel segunda, procuraban sostenerse en el poder y contener la rebelión que en varios puntos se había manifestado abiertamente; por el partido de Cristina se habían declarado todos los liberales y realistas moderados, los Grandes de España, a excepción de uno o dos, casi toda la nobleza, varios generales, magistrados y otros hombres de mérito que antes habían seguido las banderas realistas, los propietarios, los comerciantes y el pueblo de las ciudades, capitales y villas de la nación, los hombres pacíficos que cansados de tantos trastornos y revueltas creían de buena fe hallar en el reinado de Isabel segunda la justicia, paz y tranquilidad que tanto deseaban; al partido de Carlos V pertenecían los ultrarrealistas, una gran parte del clero secular, todos los religiosos de las órdenes eclesiásticas y el bajo pueblo de la población rural, mirando al infante don Carlos como un defensor acérrimo del altar y del trono, protector decidido de los derechos del clero, enemigo de toda reforma e innovación creyendo no sin fundamento que continuando el gobierno establecido por Cristina, volverían a gobernar los liberales, renacería pujante y altanera la Revolución, seguirían las reformas, se atacarían los derechos e inmunidades de la Iglesia y que se renovaría la persecución contra la religión y sus ministros.

Cronica de la villa y monasterio de Ripoll. Eudald Mirapeix i Illa, notari (1791-1858). [Transcripció realitzada per Eudald Graells i Puig l´any 1917, de l´original, facilitat per Ramir Mirapeix i Pagès, net de l´autor] 

Arxiu Comarcal del Ripollès (ACRI)