El claustre de Santa Maria de Ripoll XXII

Les pedres expliquen les històries que els teus ulls dibuixen

Imposta de la galeria Sud-Oriental segon pis, primera meitat del segle XV, del taller de Tortosa, bastida sota els abadiats de Ramon Descatllar i Palasol ( 1387-1408), Marc de Vilalba (1408-1409), Berenguer de Rajadell i de Boixadors ( 1409-1410) i Dalmau de Castellà i Despon ( 1410-1439).

El Quixot i Perot Rocaguinarda II

Próximo a su fin novelesco, es cuando en el Quijote se hace más patente la afinidad del ideario del protagonista con el único personaje histórico que surge en el relato, Roque Guinart, frente al de los poderosos que afloran en
esta Segunda parte, como el Caballero del Verde Gabán y los duques;….

Trobada

Parte SEgunda, Libro Octavo

Cap. LX. De lo que sucedió à Don Quixote yendo à Barcelona

Acudieron los bandoleros a espulgar al rucio, y a no dejarle ninguna cosa de cuantas en las alforjas y la maleta traía; y avínole bien a Sancho que en una ventrera que tenía ceñida venían los escudos del duque y los que habían sacado de su tierra, y, con todo eso, aquella buena gente le escardara y le
mirara hasta lo que entre el cuero y la carne tuviera escondido, si no llegara en aquella sazón su capitán, el cual mostró ser de hasta edad de treinta y cuatro años, robusto, más que de mediana proporción, de mirar grave y color morena. Venía sobre un poderoso caballo, vestida la acerada cota, y con cuatro pistoletes –que en aquella tierra se llaman pedreñales– a los lados. Vio que sus
escuderos, que así llaman a los que andan en aquel ejercicio, iban a despojar a Sancho Panza; mandóles que no lo hiciesen, y fue luego obedecido; y así se escapó la ventrera. Admiróle ver lanza arrimada al árbol, escudo en el suelo, y a don Quijote armado y pensativo, con la más triste y melancólica figura que pudiera formar la misma tristeza. Llegóse a él diciéndole:
–No estéis tan triste, buen hombre, porque no habéis caído en las manos de algún cruel Osiris, sino en las de Roque Guinart, que tienen más de compasivas que de rigurosas.
–No es mi tristeza –respondió don Quijote– haber caído en tu poder, ¡oh valeroso Roque, cuya fama no hay límites en la tierra que la encierren!, sino por haber sido tal mi descuido, que me hayan cogido tus soldados sin el freno, estando yo obligado, según la orden de la andante caballería, que profeso, a vivir contino alerta, siendo a todas horas centinela de mí mismo; porque te hago saber, ¡oh gran Roque!, que si me hallaran sobre mi caballo, con mi lanza y con mi escudo, no les fuera muy fácil rendirme, porque yo soy don Quijote de la Mancha, aquel que de sus hazañas tiene lleno todo el orbe.
Luego Roque Guinart conoció que la enfermedad de don Quijote tocaba más en locura que en valentía, y, aunque algunas veces le había oído nombrar, nunca tuvo por verdad sus hechos, ni se pudo persuadir a que semejante humor reinase en corazón de hombre; y holgóse en estremo de haberle encontrado, para tocar de cerca lo que de lejos dél había oído; y así, le dijo:
–Valeroso caballero, no os despechéis ni tengáis a siniestra fortuna ésta en que os halláis, que podía ser que en estos tropiezos vuestra torcida suerte se enderezase; que el cielo, por estraños y nunca vistos rodeos, de los hombres no imaginados, suele levantar los caídos y enriquecer los pobres.
Ya le iba a dar las gracias don Quijote, cuando sintieron a sus espaldas un ruido como de tropel de caballos, y no era sino un solo, sobre el cual venía a toda furia un mancebo, al parecer de hasta veinte años, vestido de damasco verde, con pasamanos de oro, greguescos y saltaembarca, con sombrero terciado, a la valona, botas enceradas y justas, espuelas, daga y espada doradas, una
escopeta pequeña en las manos y dos pistolas a los lados. Al ruido volvió Roque la cabeza y vio esta hermosa figura, la cual, en llegando a él, dijo:
–En tu busca venía, ¡oh valeroso Roque!, para hallar en ti, si no remedio, a lo menos alivio en mi desdicha; y, por no tenerte suspenso, porque sé que no me has conocido, quiero decirte quién soy: y soy Claudia Jerónima, hija de Simón Forte, tu singular amigo y enemigo particular de Clauquel Torrellas, que asimismo lo es tuyo, por ser uno de los de tu contrario bando; y ya sabes que este Torrellas tiene un hijo que don Vicente Torrellas se llama, o, a lo menos, se llamaba no ha dos horas. Éste, pues, por abreviar el cuento de mi desventura, te diré en breves palabras la que me ha causado. Viome, requebróme,  escuchéle, enamoréme, a hurto de mi padre; porque no hay mujer,
por retirada que esté y recatada que sea, a quien no le sobre tiempo para poner en ejecución y efecto sus atropellados deseos. Finalmente, él me prometió de ser mi esposo, y yo le di la palabra de ser suya, sin que en obras pasásemos adelante. Supe ayer que, olvidado de lo que me debía, se casaba
con otra, y que esta mañana iba a desposarse, nueva que me turbó el sentido y acabó la paciencia; y, por no estar mi padre en el lugar, le tuve yo de ponerme en el traje que vees, y apresurando el paso a este caballo, alcancé a don Vicente obra de una legua de aquí; y, sin ponerme a dar quejas ni a oír
disculpas, le disparé estas escopetas, y, por añadidura, estas dos pistolas; y, a lo que creo, le debí de encerrar más de dos balas en el cuerpo, abriéndole puertas por donde envuelta en su sangre saliese mi honra. Allí le dejo entre sus criados, que no osaron ni pudieron ponerse en su defensa. Vengo a buscarte para que me pases a Francia, donde tengo parientes con quien viva, y asimesmo a rogarte defiendas a mi padre, porque los muchos de don Vicente no se atrevan a tomar en él desaforada venganza.
Roque, admirado de la gallardía, bizarría, buen talle y suceso de la hermosa Claudia, le dijo:
–Ven, señora, y vamos a ver si es muerto tu enemigo, que después veremos lo que más te importare. Don Quijote, que estaba escuchando atentamente lo que Claudia había dicho y lo que Roque Guinart respondió, dijo:
–No tiene nadie para qué tomar trabajo en defender a esta señora, que lo tomo yo a mi cargo: denme mi caballo y mis armas, y espérenme aquí, que yo iré a buscar a ese caballero, y, muerto o  vivo, le haré cumplir la palabra prometida a tanta belleza.
–Nadie dude de esto –dijo Sancho–, porque mi señor tiene muy buena mano para casamentero, pues no ha muchos días que hizo casar a otro que también negaba a otra doncella su palabra; y si no fuera porque los encantadores que le persiguen le mudaron su verdadera figura en la de un lacayo, ésta fuera la hora que ya la tal doncella no lo fuera.
Roque, que atendía más a pensar en el suceso de la hermosa Claudia que en las razones de amo y mozo, no las entendió; y, mandando a sus escuderos que volviesen a Sancho todo cuanto le habían quitado del rucio, mandándoles asimesmo que se retirasen a la parte donde aquella noche habían estado alojados, y luego se partió con Claudia a toda priesa a buscar al herido, o muerto, don Vicente. Llegaron al lugar donde le encontró Claudia, y no hallaron en él sino recién derramada sangre; pero, tendiendo la vista por todas partes, descubrieron por un recuesto arriba alguna gente, y diéronse a entender, como era la verdad, que debía ser don Vicente, a quien sus criados, o muerto
o vivo, llevaban, o para curarle, o para enterrarle; diéronse priesa a alcanzarlos, que, como iban de espacio, con facilidad lo hicieron.
Hallaron a don Vicente en los brazos de sus criados, a quien con cansada y debilitada voz rogaba que le dejasen allí morir, porque el dolor de las heridas no consentía que más adelante pasase.
Arrojáronse de los caballos Claudia y Roque, llegáronse a él, temieron los criados la presencia de Roque, y Claudia se turbó en ver la de don Vicente; y así, entre enternecida y rigurosa, se llegó a él, y asiéndole de las manos, le dijo:
–Si tú me dieras éstas, conforme a nuestro concierto, nunca tú te vieras en este paso.
Abrió los casi cerrados ojos el herido caballero, y, conociendo a Claudia, le dijo:
–Bien veo, hermosa y engañada señora, que tú has sido la que me has muerto: pena no merecida ni debida a mis deseos, con los cuales, ni con mis obras, jamás quise ni supe ofenderte.
–Luego, ¿no es verdad –dijo Claudia– que ibas esta mañana a desposarte con Leonora, la hija del rico Balvastro?
–No, por cierto –respondió don Vicente–; mi mala fortuna te debió de llevar estas nuevas, para que, celosa, me quitases la vida, la cual, pues la dejo en tus manos y en tus brazos, tengo mi suerte por venturosa. Y, para asegurarte desta verdad, aprieta la mano y recíbeme por esposo, si quisieres, que no tengo otra mayor satisfación que darte del agravio que piensas que de mí has recebido.
Apretóle la mano Claudia, y apretósele a ella el corazón, de manera que sobre la sangre y pecho de don Vicente se quedó desmayada, y a él le tomó un mortal parasismo. Confuso estaba Roque, y no sabía qué hacerse. Acudieron los criados a buscar agua que echarles en los rostros, y trujéronla, con que se los bañaron. Volvió de su desmayo Claudia, pero no de su parasismo don Vicente, porque se le acabó la vida. Visto lo cual de Claudia, habiéndose enterado que ya su dulce esposo no vivía, rompió los aires con suspiros, hirió los cielos con quejas, maltrató sus cabellos, entregándolos al viento, afeó su rostro con sus propias manos, con todas las muestras de dolor y sentimiento que de un lastimado pecho pudieran imaginarse.
–¡Oh cruel e inconsiderada mujer –decía–, con qué facilidad te moviste a poner en ejecución tan mal pensamiento! ¡Oh fuerza rabiosa de los celos, a qué desesperado fin conducís a quien os da acogida en su pecho! ¡Oh esposo mío, cuya desdichada suerte, por ser prenda mía, te ha llevado del tálamo a la sepultura!
Tales y tan tristes eran las quejas de Claudia, que sacaron las lágrimas de los ojos de Roque, no acostumbrados a verterlas en ninguna ocasión. Lloraban los criados, desmayábase a cada paso Claudia, y todo aquel circuito parecía campo de tristeza y lugar de desgracia. Finalmente, Roque Guinart ordenó a los criados de don Vicente que llevasen su cuerpo al lugar de su padre, que estaba allí cerca, para que le diesen sepultura. Claudia dijo a Roque que querría irse a un monasterio donde era abadesa una tía suya, en el cual pensaba acabar la vida, de otro mejor esposo y más eterno acompañada. Alabóle Roque su buen propósito, ofreciósele de acompañarla hasta donde quisiese, y
de defender a su padre de los parientes y de todo el mundo, si ofenderle quisiese. No quiso su compañía Claudia, en ninguna manera, y, agradeciendo sus ofrecimientos con las mejores razones que supo, se despedió dél llorando. Los criados de don Vicente llevaron su cuerpo, y Roque se volvió a los suyos, y este fin tuvieron los amores de Claudia Jerónima. Pero, ¿qué mucho, si tejieron la trama de su lamentable historia las fuerzas invencibles y rigurosas de los celos?
Halló Roque Guinart a sus escuderos en la parte donde les había ordenado, y a don Quijote entre ellos, sobre Rocinante, haciéndoles una plática en que les persuadía dejasen aquel modo de vivir tan peligroso, así para el alma como para el cuerpo; pero, como los más eran gascones, gente rústica y desbaratada, no les entraba bien la plática de don Quijote. Llegado que fue Roque, preguntó a Sancho Panza si le habían vuelto y restituido las alhajas y preseas que los suyos del rucio le habían quitado. Sancho respondió que sí, sino que le faltaban tres tocadores, que valían tres ciudades.
–¿Qué es lo que dices, hombre? –dijo uno de los presentes–, que yo los tengo, y no valen tres reales.
–Así es –dijo don Quijote–, pero estímalos mi escudero en lo que ha dicho, por habérmelos dado quien me los dio.
Mandóselos volver al punto Roque Guinart, y, mandando poner los suyos en ala, mandó traer allí delante todos los vestidos, joyas, y dineros, y todo aquello que desde la última repartición habían robado; y, haciendo brevemente el tanteo, volviendo lo no repartible y reduciéndolo a dineros, lo repartió por toda su compañía, con tanta legalidad y prudencia que no pasó un punto ni defraudó nada de la justicia distributiva. Hecho esto, con lo cual todos quedaron contentos, satisfechos y pagados, dijo Roque a don Quijote:
–Si no se guardase esta puntualidad con éstos, no se podría vivir con ellos.
A lo que dijo Sancho:
–Según lo que aquí he visto, es tan buena la justicia, que es necesaria que se use aun entre los mesmos ladrones.
Oyólo un escudero, y enarboló el mocho de un arcabuz, con el cual, sin duda, le abriera la cabeza a Sancho, si Roque Guinart no le diera voces que se detuviese. Pasmóse Sancho, y propuso de no descoser los labios en tanto que entre aquella gente estuviese.
Llegó, en esto, uno o algunos de aquellos escuderos que estaban puestos por centinelas por los caminos para ver la gente que por ellos venía y dar aviso a su mayor de lo que pasaba, y éste dijo:
–Señor, no lejos de aquí, por el camino que va a Barcelona, viene un gran tropel de gente. A lo que respondió Roque:
–¿Has echado de ver si son de los que nos buscan, o de los que nosotros buscamos?
–No, sino de los que buscamos –respondió el escudero.
–Pues salid todos –replicó Roque–, y traédmelos aquí luego, sin que se os escape ninguno.
Hiciéronlo así, y, quedándose solos don Quijote, Sancho y Roque, aguardaron a ver lo que los escuderos traían; y, en este entretanto, dijo Roque a don Quijote:
–Nueva manera de vida le debe de parecer al señor don Quijote la nuestra, nuevas aventuras, nuevos sucesos, y todos peligrosos; y no me maravillo que así le parezca, porque realmente le confieso que no hay modo de vivir más inquieto ni más sobresaltado que el nuestro. A mí me han puesto en él no sé qué deseos de venganza, que tienen fuerza de turbar los más sosegados corazones; yo, de mi natural, soy compasivo y bien intencionado; pero, como tengo dicho, el querer vengarme de un agravio que se me hizo, así da con todas mis buenas inclinaciones en tierra, que persevero en este estado, a despecho y pesar de lo que entiendo; y, como un abismo llama a otro y un pecado a otro pecado, hanse eslabonado las venganzas de manera que no sólo las mías, pero las ajenas tomo a mi cargo; pero Dios es servido de que, aunque me veo en la mitad del laberinto de mis confusiones, no pierdo la esperanza de salir dél a puerto seguro.

Don Quijote BNE

Imatge del fons de la BNE

Mongetes blanques amb perdiu

Ingredients per a 4 persones:
Mongetes blanques 3/4 de quilo
1 perdiu i oli d’oliva
1 cabeça d’alls
Unes branques de romaní i farigola
2 fulles de llorer i sal
Si es disposa d’una olla de terrissa per a l’elaboració de les mongetes el gust serà inigualable i més propi
de l’època, ja que el foc de llenya, complement ideal per a aquest plat és difícil d’aconseguir avui en dia, es col·loquen en ella les mongetes que haurem deixat en remull la nit abans cobertes d’aigua freda fins que donin el primer bull; espantar-les amb aigua freda de tant en tant perquè no es desfacin.
La perdiu, el romaní, la farigola, aquests dos últims en una xarxa de cuina per evitar que es dispersin en el guisat, el llorer i els alls s’afegeixen a un temps i es manté a foc lent.
Per a un bon resultat retirar l’escuma cada 10 o 15 minuts. Abans de tirar la sal i un rajolí d’oli d’oliva retirar les branques de romaní i farigola. Deixar a foc molt lent fins al moment de servir. Les mongetes han de quedar sucoses sense gaire brou i el que quedi ben travat.

La cocina del Quijote

 

 

El claustre de Santa Maria de Ripoll XXI

Les pedres expliquen les històries que els teus ulls dibuixen

Imposta de la galeria Sud-Oriental segon pis, primera meitat del segle XV, del taller de Tortosa, bastida sota els abadiats de Ramon Descatllar i Palasol ( 1387-1408), Marc de Vilalba (1408-1409), Berenguer de Rajadell i de Boixadors ( 1409-1410) i Dalmau de Castellà i Despon ( 1410-1439).

El Quixot i Perot Rocaguinarda I

Fragmentos de mi cartera de viaje.
El jubileo de Schiller en Bérlin.

No puedo dejar de consignar aquí, en honor de Cervantes, una honrosa confesión de Schiller, en la cual dice que la creación de Carlos Moor, el primer personaje de su primera obra dramática, titulada: Los Ladrones (Die Rauher) se la debe al autor del Quijote. Carlos Moor, ha nacido de Roque Guinart, aquel célebre capitán de bandoleros con quien D. Quijote se encuentra, ya en sus postreras aventuras y camino de Barcelona.
Como Carlos Moor, Roque Guinart es el bandido magnánimo, de quien se separaron los capitanes de las compañías de Napóles, según dice Cervantes, admirados de su nobleza, de su gallarda disposición y estraño proceder, teniéndole mas
por Alejandro Magno que por ladrón conocido. «Roque Guinart es el bandido caballeresco que no hacia mal á mujer ninguna, que las protegía aún á riesgo de su vida y de cuya equidad en la repartición dé lo que se habia robado, queda Sancho tan satisfecho que esclama: «Según lo que aquí he visto, es tan buena la justicia que es necesario que se use aun entre los mesmos ladrones.»

Guillermo Matta, Berlín 17 de noviembre de 1859

La América ( Madrid, 1857)

BNE

Don Quijote sorprendido por la cuadrilla de Roque Guinart

Antonio Carnicero 1773

BNE

Tipos y caracteres regionales en el «Quijote»

Respecto á Cataluña, observaremos el gran elogio de Barcelona, á pesar que de aquel país salió, según se cree, el Quijote de Avellaneda. Lo más notable de esta parte de la obra és lo relativo al bandolero Roque Guinart, tipo que faltaba en el libro, que sólo nos había presentado los malhechores presos. El tipo del bandido catalán es sumamente interesante, pues une en él la valentía y la nobleza, bien extraña en aquella profesión; todos los bandoleros de su banda presentan los rasgos propios del genio catalán, siempre dispuesto á todo lo arriesgado. D. Antonio Moreno retrata la hidalguía catalana, siendo éstos los tipos notables de esta región que en el libro sobresalen.

Antonio Balbín de Unquera

El Álbum ibero americano 14-5-1907

BNE

PEROT ROCA GUINARDA; historia d’aquést bandoler, por Luis María Soler y Terol (con ilustraciones é impresión de gran lujo).—Manresa, any 1909.

Recordará el lector que en los capítulos LX y LXI de la segunda parte del Quijote, aparece en escena un bandolero catalán, Roque Guinart, que acompaña al héroe manchego á Barcelona y le muestra la grandeza de esta cindad.
Este personaje no fué una invención de Cervantess, sino que vivió en aquella época, de 1582 á 1614, ejerciendo el bandolerismo diez años seguidos, interviniendo en muchos acontecimientos de la historia de Cataluña, hasta que indultado y desterrado á Napóles, allí también da mucho que hablar y no poco que penar.
…….
Es curioso que siendo Roque Guinart solamente el jefe de uno de los bandos de Narros y Cadells que, á semejanza de los Güelfos y Gibelinos, en Milán, los Parfos y Médicis, en Florencia, los Beamonteses y Agrámonteses, de Navarra, y los Gamboínos y Oñatinos, de la antigua Vizcaya, perturbaban el estado social de la comarca catalana de Vich, el nombre de bandolero, simple jefe de bando, llegase á degenerar para no designar sino ladrones en cuadrilla, Narros y Cadells tenían á mucha honra llamarse bandoleros; y si este nombre se hizo sinónimo de malhechores, fué parque los enemigos, en las guerras, tenían costumbre de insultarse con los peores epítetos.

Nuestro Tiempo ( Madrid) 7-1909

BNE

DESDE BARCELONA
Antiguo y moderno

Y don Manuel de Melo va siguiendo la descripción de los catalanes del siglo XVIII con tan abundante siembra de adjetivos truculentos que no parece sino que la Catalufia de entonces era una tierra dividida entre gente pacífica y bandoleros.
Tal vez Melo subraye excesivamente la bárbara vida catalana de antaño; pero nos ha dejado la tradición excesivos nombres de capitanes de cuadrilla para no creer en la abundancia y en lo pródigo de sus desafueros. La literatura ha conservado el tipo legendario de D. Juan de Scrrallonga, y el mismo «Quijote» nos habla del bandolero Roque Guinart «cuya fama no hay limites en la tierra que la encierren», y aun antes cuando Sancho y Don Quijote tropiezan con racimos de bandoleros ahorcados, el buen hidalgo le dice a su escudero: «Por aquí los suele ahorcar la Justicia de veinte en veinte y de treinta en treinta, por donde me doy a entender que estamos cerca de Barcelona.» Y aún la literatura ni la leyenda hablan de otros bandoleros extraordinarios, como aquel D. Pedro de Santa Cilia, que llegó a matar a trescientas veinticinco personas «por sus manos o industria» —escribe Melo—. Todo lo cual, palabras del «Quijote», leyendas y enumeraciones históricas, demuestran que la Cataluña de antaño sobrepuja a la actual en desgobierno, en crimen y en ladroneria.

Mario Aguilar

La Libertad ( Madrid 1919)

BNE

DUELOS I QUEBRANTOS

Cervantes refiere que la dieta del hidalgo manchego, compuesta de “una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las noches, duelos y quebrantos los sábados, lantejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda”

Ingredients per a quatre persones:
3 ous,
100 grams de cansalada
Pernil i carn adobada
Cervells de xai
Oli d’oliva
1 cullerada de vinagre
Sal, pebre i una fulla de llorer
Primer fregirem el pernil i la cansalada a trossos en una paella ampla, utilitzant el pròpia greix que deixen anar les rostes. Es couen el cervells amb el llorer, el vinagre i la sal, es netegen, es trossegen i se salten en una mica d’oli d’oliva. Finalment es baten els ous, s’hi tira sal i pebre i es fa un remenat amb els ingredients anteriors.
Si volem donar-los un toc tradicional i exquisit es pot servir adornat amb pa fregit i combinat amb bolets.

La Cocina de El Quijote

 

El claustre de Santa Maria de Ripoll XX

Les pedres expliquen les històries que els teus ulls dibuixen

Imposta de la galeria Sud-Oriental segon pis, primera meitat del segle XV, del taller de Tortosa, bastida sota els abadiats de Ramon Descatllar i Palasol ( 1387-1408), Marc de Vilalba (1408-1409), Berenguer de Rajadell i de Boixadors ( 1409-1410) i Dalmau de Castellà i Despon ( 1410-1439).

Sota el nom de nyerros i cadells, a més, podien escolar-se, arribat el cas, autèntics antagonismes socials. Així succeí almenys a Ripoll l’any 1610, quan el secular conflicte entre la vila i el monestir al voltant de la creació d’un consell municipal independent de l’autoritat abacial prengué el nom i la forma d’una bandositat entre nyerros i cadells; potser simplement perquè l’abat d’aleshores, Francesc de Pons, era un reputat capitost nyerro, que es féu ajudar, a més, pels bandolers de la facció vigatana dels Vilademany i els Vila Savassona.
No és estrany, doncs, que els vilatans s’hagin fet secundar, al seu torn, pels efectius de la quadrilla contraria dels germans Trucafort.
Episodis semblants han estat adduïts, de vegades, per tal de provar que els cadells foren un bàndol antifeudal o popular. Però aquesta fóra una connotació merament accidental i puntual, que hom no pot extrapolar ni fins i tot en un àmbit geogràfic reduït. Els cadells de Vic, als ulls del raval de la ciutat, no haurien estat pas un bàndol menys feudal o més popular que no pas els nyerros. Diguem, doncs, que tots dos bàndols pogueren prendre, segons els casos, una coloració diferent i no necessàriament inalterable en el decurs del temps. A la Catalunya del segle XVII nyerros i cadells esdevingueren, en realitat, les identitats convencionals d’un seguit de conflictes particulars de natura a voltes ben diversa. Igual, si fa no fa, que altres bandositats coetànies o reculades d’altres latituds, siguin els güelfs i gibelins de les ciutats italianes medievals, siguin els canamunts i canavalls de la Mallorca del Sis-cents.

Les lluites de nyerros i cadells a la Catalunya del segle XVII (1590 -1640) : un assaig d’interpretació. Xavier Torres i Sans

En el decurs de les hostilitats, alguns bandolers seguidors d’una o altra facció, guanyaren una celebritat llegendària, com ara Rocaguinarda, Trucafort o Serrallonga. Tanmateix, les lluites de facció arrossegaren capitostos i seguidors de tota condició: senyors feudals, com ara Carles de Vilademany o el baró de Savassona, i cavallers de menys volada, com ara els Domènec i Paratge de Bellfort, en foren els instigadors en el traspàs del segle XVI; ciutadans honrats, homes de lleis i d’altres prohoms urbans, igual que un bon nombre de pagesos benestants o menestrals en foren, tot sovint, els seguidors més significats.

Nyerros i cadells: bàndols i bandolerisme a la Catalunya moderna ( 1590-1640) Xavier Torres, Reial acadèmia de bones lletres de Barcelona, quaderns crema, assaig, 1993.

“Perot Roca Guinart natural de Oristá cerca de Prats de Llusanés es el caudillo del partido monacal desde 1607 à1613.
En esta época según es de ver en Cervantes los ciudadanos de Barcelona se hallaban divididos en Nyerros i Cadells, pero el bando de los Nyerros era el que estaba á partir un piñón con el Virey.
Roca Guinart era Nyerro y tenia fama de compasivo mas que de riguroso. Cervantes le presenta apostado en el camino Real de Barcelona é indica que tenia comunicación espedita con la frontera francesa.
La lucha en tiempo de Roca Guinart se concentró en Ripoll. El modo de repartir las limosnas del monasterio fué el botafuego de los odios de una y otra parte.
En 1609 Roca Guinart libró á San Juan de las Abadesas à instancias del Arcipreste, de la influencia de los Cadells.
En 1611 defendió contra ellos el monasterio de Ripoll.
Los monjes de Ripoll obedeciendo á la Curia Romana daban la mitad de sus limosnas á unas monjas de Santa Clara. Los Ripollenses querían restaurar la iglesia parroquial y pretendian que el monasterio les ayudase. El monasterio hacía oidos de mercader á las quejas de los Ripollenses, y estos con el auxilio de los bandoleros Cadells capitaneados por Trucafort sitiaron el monasterio. Mas acudió Roca Guinart sigilosamente con los suyos, penetraron de noche en el monasterio por la parte posterior y al día siguiente se encontraron los Cadells con una resistencia seria. El monasterio quedaba vencedor, pero la lucha salvaje de pedreñales duró mas de un mes en las inmediaciones de la villa.
En 1613 por mediación del monje jerónimo Fr. Marcos de Perpiñán Roca Guinart, pasó al real servicio en Flandes.
E1 partido castellanista trabajaba por todos los medios en ahogar la vida política de Cataluña.”

Nyerros i cadells. Memoria leida en la Real Academia de Buenas Letras en l a sesión de 20 de Abril de 1891

El cap de colla cadell, en Trucafort, el seu nom veritable era Gabriel Torrent de Gaula, era nascut a Manlleu.

Característiques del bandolerisme a Catalunya entre 1580 i 1640. Judit Caballeria i Casals

Coblas de Trucafort y Tallaferro

Però si la situació era dramàtica a la darreria del segle XVI, pitjor fou el primer terç del XVII. I no va ser tant pel que fa a bandolers com Perot Rocaguinarda, Trucafort, Tallaferro o els germans Mar­garit, o al cant del cigne de Joan Sala Ferrer, àlies Serrallonga, tots explosius; més encara fou la violència exercida en la repressió per part de virreis com Almazán, Alburquerque i Alcalá per citar els més coneguts fins i tot a nivell d’hispanistes tan importants com Elliott.
… la composició de les quadrilles era ben eloqüent. Perquè dos de cada tres bandolers eren camperols o fills de pagesos de diversa categoria, ja fossin alguns cavallers de masos benestants — Perot Rocaguinarda—, de pairalies vingudes a menys — Joan Sala Serrallonga— o de masovers pobres i endeutats — els germans Trucafort.
Però tal perfil no acaba aquí, ja que una quarta part dels efectius de les colles eren o havien estat gent d’ofici, menestrals. En una paraula, per a Xavier Torres, la majoria dels bandolers no deixaven de tenir unes característiques ben populars, més avingudes — amb els matisos que calgui— a homes no precisament acomodats i rics. Òbviament, els matisos s’han de tenir en compte, però ara per ara no hi ha res que pugui rebutjar la idea que una gran part del bandolerisme popular no es desdiu de l’expressió de Reglà.

Bandolers, bandositats i poder reial a Catalunya entre els segles XVI i XVII. Ernest Belenguer

Cigrons dolços amb codonys

Recepte extreta de « Arte de cozina, padsteleria, vizcocheria, y confiteria. Compuesta por Francisco Martinez Motiño, cocinero mayor del rey ( felipe III) nuestro señor» 1611

Es posaran els cigrons a coure, un cop cuits agafaràs la mateixa quantitat de codonys, els pelaràs, els tallaràs pel mig i trauràs les granes: i en tallaràs llesques fines. Aleshores fregiràs els codonys i ceba amb mantega fins que estiguin ben tous. Barreja-ho amb els cigrons i assaona amb les espècies , canyella, una mica de vinagre i sucre fins que es begui el brou. Per servir faràs unes tallarines molt fines de codony i un cop fregits en faràs un llit al plat, a sobre els cigrons amb el sucre i la canyella.

« Arte de cozina, padsteleria, vizcocheria, y confiteria. Compuesta por Francisco Martinez Motiño, cocinero mayor del rey ( felipe III) nuestro señor» 1611

El claustre de Santa Maria de Ripoll XIX

Les pedres expliquen les històries que els teus ulls dibuixen

Imposta de la galeria Sud-Oriental segon pis, primera meitat del segle XV, del taller de Tortosa, bastida sota els abadiats de Ramon Descatllar i Palasol ( 1387-1408), Marc de Vilalba (1408-1409), Berenguer de Rajadell i de Boixadors ( 1409-1410) i Dalmau de Castellà i Despon ( 1410-1439).

La lluita antifeudal dels habitants de Ripoll II

L’etapa de convulsions que somogué la societat catalana a partir de mitjans segle XIV tingué també un reflex puntual a la vila de Ripoll, en forma de protestes repetides contra el domini del monestir. Concretament, l’any 1353 els habitants reivindicaren novament la creació d’un municipi consular, i com a conseqüència dels avatars del conflicte una vintena de veïns caps de casa hagueren de fugir de la vila i anar a refugiar-se a Vic. La protesta es repetí a finals de segle, i l’any 1387 els veïns aconseguiren per segona vegada la constitució d’un municipi consular al marge del control monacal, en aquest cas per concessió del papa d’Avinyó Climent VII, iniciador del Cisma d’Occident i considerat com “antipapa”. La vigència d’aquest municipi consular fou també efímera, entre el 19 d’octubre de 1387 i el 12 de juny de 1388, ja que en aquesta data l’abat de Ripoll obtingué la ratificació plena de la seva jurisdicció sobre la vila per privilegi de Joan I l’any 1389. D’aquesta època daten també reivindicacions antibaronals dels veïns d’Olot, l’altra gran centre urbà sotmès a la jurisdicció del monestir de Ripoll, per obtenir municipi consular, la constitució del qual fou concedida per privilegi del rei Martí l’Humà el 15 de marc de l’any 1400. L’any 1560 es produí un nou plet dels veïns contra el monestir per obtenir la constitució d’un municipi consular, pretensió que fou novament denegada per sentencia de la Reial Audiència.
En els primers decennis del segle XVII les dissensions entre els habitants i el monestir entraren en una fase de forta conflictivitat, amb l’execució d’accions d’intimidació i de represàlia per part de l’abat contra els seus detractors a la població. Concretament sovintegen els testimonis sobre els actes delictius executats per l’abat Francesc de Pons contra els capdavanters de les reivindicacions dels veïns, i en aquestes actuacions hi podem advertir un transfons del clima de violència i d’inseguretat que ocasionava en aquelles contrades l’activitat de les quadrilles de bandolers. En aquest context l’abat Francesc de Pons fou acusat d’haver fet assassinar a Vicens Vazia, notari, i Lluís Vilallonga, així com d’haver ordenat l’execució de represàlies contra Francesc Laguna, al qual foren arrencats els arbres fruiters de les seves propietats, i la veu popular, de la qual es feia ressò l’acusació, assenyalava “que el dicho Abad era fautor de bandoleros. Aquest conjunt d’extra-limitacions i violències atribuïdes a l’abat portaren 165 veïns a incoar un plet perquè fos segrestada la jurisdicció del monestir, i la vila de Ripoll fou incorporada al domini reial, privilegi que ja havia estat obtingut anteriorment de mans d’Alfons el Magnànim l’any 1440. En el memorial redactat pels
veïns es fa una descripció pormenoritzada del clima de coacció i d’atemoriment a que estava sotmesa la vila, i s’insisteix en la connivència de l’abat amb les partides de bandolers, especialment amb la colla de Perot Rocaguinarda, els quals s’havien convertit en una especie de milicià particular al servei del monestir i contra les reivindicacions dels habitants.

“ Aproximació a l’estudi del domini baronal del Monestir de Ripoll (1266-1719) per Josep M. Torras i Ribé” dins el marc del Primer Congrès d’Història Moderna de Catalunya 1984.

Recepte extreta de « Arte de cozina, padsteleria, vizcocheria, y confiteria. Compuesta por Francisco Martinez Motiño, cocinero mayor del rey ( felipe III) nuestro señor» 1611

“Platillo” amb codonys

Aquests “platillos” podràs fer sense farcits; agafa un pollastre, o colomins a mig coure, i partint-los pel mig o a quarts, pose’ls en una cassola. Fregeix cansalada en daus ben menuts, fins que estigui ben fregida, aleshores tira-hi ceba ben picada i quant estigui fregida fes el mateix amb els codonys tallats a la juliana fins que els codonys estiguin tous. Quan estiguin s’han de tirar a sobre els pollastres o colomins de manera que quedin ben coberts. Assaona amb pebre, nou moscada , gingebre i canyella, afegiràs una mica de vi i de vinagre. De 170 a 200 grs de sucre i brou fins que cobreixi. Deixar bullir fins espesseir.

Servir sobre llesques de pa torrat, i acompanyo amb unes coquetes de Santa Teresa.

« Arte de cozina, padsteleria, vizcocheria, y confiteria. Compuesta por Francisco Martinez Motiño, cocinero mayor del rey ( felipe III) nuestro señor» 1611