Guerra hispano-estatunidenca. Crònica de la guerra IV

A propósito del bomdardeo de Puerto Rico, Cárdenas y Cienfuegos, parece que nuestro ministerio de Estado llamará la atención de las potencias sobre la violación de derecho que significa el hecho de bombardear las ciudades sin avisar con las veinticuatro horas de anticipación que la ley internacional exige. Porque eso si, los yankis podrán ser todo lo que se quiera, humanitarios (?) inclusive; pero lo que es cumplidores escrupulosos, ni siquiera cumplidores á secas, de las leyes y prácticas para la guerra establecidas por las naciones civilizadas, la verdad es que no lo son, y que en materia de cables, apresamientos de buques, bombardeos y otras pequeñecess hacen mangas y capirotes de lo consignado en códigos y tratados, y no reconocen más ley que su voluntad y unos instintos propios á lo sumo del hombre de las primitivas edades. Ya se ve; para ellos han de ser cosas corrientes ciertos actos que nunca nos atreveríamos á cometer los pueblos que tenemos una honra nacional que defender y una historia gloriosa que continuar.

El dia 13, los cruceros Conde de Venadito y Nueva España recibieron orden del jefe del Apostadero de la Habana de salir del puerto y ponerse á tiro de los barcos yankis que continúan bloqueando (?) aquellas aguas, entablando combate con ellos. Los dos buques españoles salieron con rumbo hacia el sitio donde estaba el enemigo, mientras la muchedumbre inmensa que llenaba el litoral despedía á las tripulaciones con aclamaciones entusiastas y delirantes vítores. Aquellos barcos de pequeñas dimensiones y escasa potencia internáronse en el mar hasta perderse de vista. Durante media hora, los miles de personas que desde las azoteas y los muelles de la capital fijaban con ansiedad los ojos en la línea del horizonte, nada distinguieron: pero transcurrido aquel tíempo se vió que nuestros dos cruceros se dirigían sobre tres buques norteamericanos haciendo nutridísimo fuego y con marcha rápida. El enemigo practicó varias maniobras para evitar el combate, viendo lo cual el Conde de Venadito y el Nueva España se colocaron en línea y obligaron con sus disparos certeros á los barcos yankis á emprender la retirada á toda velocidas hasta perderse de vista, y uno de ellos con graves averías á juzgar por las dificultades con que maniobraba; por cierto que los demás huyeron como alma que lleva el diablo sin cuidarse de su compañero. La flota enemiga se componía de cinco buques mercantes armados y dos cruceros de tipo medio. Muestros buques no experimentaron la menor baja y regresaron al puerto á las ocho de la noche, tributandoles el pueblo entusiasmado una ovación indescriptible. En seguimiento del Conde de Venadito y del Nueva España salieron de la Habana tres remolcadores llenos de curiosos que durante la lucha estuvieron muy cerca presenciando el combate, como si se tratara de una fiesta, y animando y saludando con vivas á nuestros valientes marines.

Y a todo esto, ¿ donde está la escuadra española que manda el almirante Cervera?

La Ilustración artística, Barcelona 23 de mayo de 1898

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